LEY DE LA EUTANASIA

 




LEY DE LA EUTANASIA





Las cicatrices que va dejando el tiempo en el devenir de la vida, nos ayudan a seguir recorriendo el camino que nos queda por andar, y los golpes que nos quedan por pasar hasta el final. Visto así, escrito así, parece que todo lo pasado fuese trágico, nada más lejos de la realidad; es verdad que nos espera un final, que el ser humano: nace, crece, se reproduce y muere como todos los animales vertebrados e invertebrados del mundo; a unos, el final les llega antes, y a otros la vida, por una u otra razón, difícil de comprender, después. Lo que a todo ser humano nos gustaría es llegar bien en condiciones físicas y mentales. A mí, como parte de este mundo humano, me gustaría que fuese así, pero, si así no fuera, no quisiera sufrir, sin saber que sufro y hacer sufrir a mis hijos, a mi familia.


Por esa razón, me alegra que se aprobara la Ley de la Eutanasia. ¿Qué motivación tendría el alargar la vida de un cuerpo cuya naturaleza está en letargo, sin sentimientos, sin conciencia de tenerlos con los qué más quieres?. Quiero vivir para lo que hemos nacido, amar y ser amados. Por muy difícil que sea tomar esa decisión, si en definitiva ya eres un ser inerte, más duro sería según mi conciencia, mantenerte en espera, prolongando el final.


Ser libre, (ahora que tan manoseada está la palabra libertad), significa vivir, con una mente clara y despierta de no ser influenciada, con una convinción propia de los derechos y deberes que debemos respetar, y libre, de morir dignamente, cuando esa mente, ha llegado, antes que tu cuerpo a su final.


Quiero agradecer nuevamente, como en muchos de mis escritos, a todos los profesionales de nuestra Sanidad Pública, que han atendido, y se han desvelado en esta pandemia por todos los que la han pasado, y en general por todos los que los necesitamos para que nuestra salud y la atención que nos demuestran ejemplarmente continúe. GRACIAS.


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