EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS CAPITULO XXV

 



EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS





CAPITULO XXV





Don Doroteo pasó la mano por los hombros de su sobrina, vamos a la cafetería y tomamos un café, necesito hablar con vosotros. Sabéis que estoy involucrado en esta asociación muchos años, mucho antes como recordaréis que estuvieseis casados, es más, lo estáis por mí, y me siento orgulloso de ello, habéis formado una familia estupenda y tenéis unos hijos muy bien educados; os costó comprender lo qué OSEIA os pedía, la tutela de los niños que aparecían en las playas sin familia que los reclamara, pero entendisteis, era un bien para esos niños y en eso estamos, en su formación y en su educación, y creemos que de ellos saldrá una sociedad más justa si motivamos su capacidad de respuesta a los problemas que puedan surgir en sus vidas ayudando en todas las facetas difíciles, e inculcándoles una respuesta adecuada a lo que quisiéramos para las próximas décadas. - Paula no pudo reprimir su contrariedad al oír las palabras de su tío y le dijo con vehemencia: no comprendo cómo puedes hablar con tanta frialdad de lo que queréis conseguir coartando la capacidad de estos niños con vuestros experimentos en inteligencia artificial y nada menos que manipular su pequeño cerebro con un nanorobot para cambiar completamente sus posibles ideas y sensaciones, me parece realmente demencial y más viniendo de ti, nunca lo hubiera pensado, estoy completamente defraudada, no entiendo cómo has podido cambiar tanto, con lo orgullosa qué estaba de todo lo que pensaba  habías conseguido en la vida. - Sobrina, la vida a veces te pone en la encrucijada de tener que decidir, al principio cuándo me contaron lo qué querían de mí, me negué rotundamente, pero luego, sopesando las cosas, y viendo, cómo estaba evolucionando el mundo, con tantas carencias y tanta violencia pensé qué, si no era yo, iba a ser otro el que estuviera cara a la galería, no os engañéis, no sabéis toda la gente que hay implicada, ni os lo imagináis, tampoco creáis qué los que mandan en los países, los gobiernos, son los qué dirigen el sistema que se quiere implantar en un futuro por los verdaderos poderosos, y será muy difícil poder frenarlos, así que yo me he unido a lo que me interesa y espero que hagáis lo mismo. David, debes controlarla, que no haga ninguna tontería, yo puedo arreglar algunas cosas, pero no me permitirían ningún escándalo y menos de mi familia, os advierto. Me han llegado rumores y no quiero creerlos, esta isla está debidamente protegida y surgirán más como ella, en islas o en grandes poblaciones, por lo tanto, cuidado con lo que hacéis, incluso, con lo que pensáis. - Nos está amenazando, dijo David subiendo el tono de voz qué hizo, que algunos les mirasen extrañados. - No son amenazas David, son realidades, queráis, o no queráis, esto ya no se puede parar. - ¿Y si nos negamos a seguir colaborando, qué vas a hacer?. - Pues por ejemplo, quitaros a los niños. - ¡Serías capaz!, dijo Paula. - No sois sus padres, solo sus tutores. - No puede hacernos eso don Doroteo. - No quisiera David, no quisiera, pero no me pongáis a prueba. - Se levanto de la silla y marchó sin más palabras. - A Paula se le saltaron las lágrimas y David quedó pensativo. Estuvieron sentados con las tazas de café en la mesa sin tocar, cómo si un resorte los tuviera sujetos y no pudieran reaccionar. Por fin se levantaron y se dirigieron al parque al encuentro de los niños. Carlos y Leyla les miraron sin decir nada adivinaron por su cara que, la conversación con su tío no debió ser muy agradable. David, comprendiendo las preguntas de sus miradas les dijo: - ya os contaremos. - Se sentaron en el cesped y escucharon con atención la historia contada por Sirio.




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Carlos salió del hotel aquella noche camino de la playa con el móvil de Georges en un bolsillo y la canica de Sirio que siempre le acompañaba en el otro. Se había tumbado en la cama, pero no podía dormir pensando en la conversación que habían mantenido David y Paula con don Doroteo, y salió a airearse, quizá el frio de la noche de aquellas latitudes despejara sus ideas, ¿sería posible qué el jefe pudiera estar enterado de todo?, ¿qué supiera lo de la llegada del helicóptero a la isla, a pesar de qué desconectase todas las alarmas?. Ya no se fiaba ni de hablar por el móvil con Georges, había salido con esa intención y se dirigía a la playa por ser el espacio abierto que más le merecía confianza, pero ya nada se la merecía, aunque también era posible que dentro de las fuerzas de seguridad pudiera haber un topo infiltrado sin el conocimiento de la Agencia. Caminaba ensimismado en esos pensamientos, y le pareció olía a quemado, estaba saliendo de la arboleda y llegando a la playa, cuándo vio salir una gran humareda del hospital, era la parte del crematorio muy cerca también a la sala de los sarcófagos; al principio pensó en un incendio en una de las naves, pero la zona donde se veía el humo estaba cercana a la sala de los ataudes y se temió lo peor. Corrió todo lo que pudo para salir de la arena y se dirigió a la puerta de servicio por donde pasaron el día que llegaron Georges y Roberto; estaba cerrada, empujó con todas sus fuerzas varias veces a ver si lograba abrirla,  era inútil, tendría que dar la vuelta, y entrar por la puerta principal con el consiguiente peligro de qué alguien le viera; debía arriesgarse, tenía que enterarse era raro que nadie le hubiera avisado. Llegó a la entrada del largo pasillo que tanto conocía y una pareja de seguridad le salió al paso. - ¿Dónde va?. - ¿Pueden decirme qué pasa?, soy el jefe de seguridad, estaba paseando por la playa, cuando vi el humo que salia de esta parte del hospital y he venido a ver qué pasaba. ¿Hay algún incendio en esta planta?. - No se preocupe está controlado. -  Soy el jefe de seguridad, tienen que dejarme pasar. - Y sus credenciales. - No las llevo encima, les he dicho que paseaba por la playa cuando me he percatado del incendio, es mi obligación hacerme cargo de lo que pase. - Lo sentimos tenemos ordenes de no dejar pasar a nadie. - Llamen al jefe, a don Doroteo díganle mi nombre verán como les dice que puedo pasar. - Precisamente las ordenes vienen de él. - Pero les digo… Uno de los guardias no le dejó terminar le cogió un brazo, lo llevó a su espalda y le obligó a base de empujones a salir de allí. No tenía más remedio que contactar con Georges y contarle lo que se temía estaba ocurriendo. Salió del hospital camino del parque, sacó el móvil del bolsillo y mandó un mensaje: creo qué las pruebas están desapareciendo, un incendio en la sala de los sarcófagos, y el crematorio funcionando; me he acercado para ver qué pasaba y la vigilancia me ha echado de allí con malos modos a pesar de decirles que era el responsable de seguridad. Me temo lo peor, creo qué, don Doroteo y la asociación están enterados y destruyen pruebas.




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Georges, comentó con Franchesca el mensaje que había recibido de Carlos y comprendieron que su situación en aquella isla era cada vez más difícil, tenían que sacarlos de allí, llamó a Roberto y le contó lo sucedido. Quedaron en verse para pensar en la forma de actuar sin crear sospechas por si estaban siendo expiados y llegaron a la conclusión de que marcharían a Francia. Cuando Franchesca se enteró quiso acompañarles, ella ya tenía terminado el trabajo que fue a realizar allí dispuesto para entregar en el periódico y por lo tanto creyó conveniente marchar con ellos a París, además su amiga Pamela le había dicho se esperaba una reunión de cargos importantes de las Agencias Internacionales. Si era dónde la vez anterior, seguro que Pierre la ayudaría.


Llegaron al aeropuerto de anochecida, la temperatura era más bien fría y las nubes amenazantes cubrían el cielo, Franchesca no pudo reprimir un escalorfrio, se había acostumbrado al calor de Málaga, a aquella brisa del mar que te envuelve en cuanto llegas y te hace sentir bien, cómo si acariciara tu cuerpo con su suavidad y su calor, difícil de encontrar en aquellos lugares. Cogieron un taxi y se dirigieron a su apartamento. Roberto quiso buscar un hotel, pero Georges y Franchesca no lo permitieron. - Serás nuestro invitado mientras estés en París. Nuestra casa es amplia y estarás cómodo, además vivimos en el mismo centro, y desde tu habitación podrás contemplar la Torre Eiffel; te enseñaremos nuestros recorridos en el Batobus: por el Sena, Notre Dame, San Michel, visitaremos el Louvre, los Campos Elíseos; si no has visitado París lo recorreremos contigo, Montmartre, zona de pintores y pinacotecas famosas en todo el mundo. Pero lo primero que haremos es visitar la gendarmería y presentarte a mi jefe y a mis compañeras y compañeros. Dicen, qué cuándo llegas por primera vez a París encuentras el amor y seguro que un español con la fama que tenéis de conquistadores..., alguna de mis compañeras te echará el ojo. - Vamos, vamos, Georges no atosigues al chico, si está de enamorarse, lo hará, no necesita tus consejos.





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Los meses precedentes de la decisión de Carlos a su boda con María, habían sido los más confusos de su amistad con Leyla, rehuía cualquier ocasión que implicase quedarse a solas con él, siempre qué la veía procuraba que alguien la acompañara o se empeñaba en ir de aquí para allá, trajinando y lanzándole miradas de soslayo, a veces parecía avergonzada y se marchaba con cualquier excusa, no cruzaban palabras en toda una tarde. Tendría que hablar con ella y decirla que, hasta aquél momento, su historia con María era una historia de gente sola, de ausencias, y por esa razón, se había refugiado en ella hasta confundirlo con amor, necesitaba amar y ella estaba próxima y les unía una gran amistad después de tantos años siendo compañeros de trabajo, pero ... qué, desde el primer momento que miró sus ojos, no pudo apartarla de su pensamiento por más que tratara de hacerlo y se sentía culpable cada vez que besaba a María. Fui un cobarde por no decírselo, aunque creo que ella lo intuía, pero la verdad solo se dice como último recurso, y yo, no me atreví. Ahora mi remordimiento me acompañará hasta el final de mis días.


Esta vez tenía que ser valiente y no dejarlo pasar. Cuando se armó de valor y se lo contó a Leyla, vio que ella apenas acertaba a levantar la cabeza, ni a decir palabra, probablemente pensó que era una broma, quizá una burla, pero la tomó del brazo y la obligó a mirarle. Aquellos ojos color ambar que, desde que los descubrió no pudo apartarlos de su mente, en ese instante le demostraron al mirarle que sentían lo mismo, el uno, por el otro, y ya no hicieron falta más palabras.




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Por fin llegó el día de la reunión al más alto secreto como solía hacerse siempre en aquel edificio donde se encontraba la Unidad de Vigilancia de la CIA en París. Habían venido agentes de toda Europa, Estados Unidos, Rusia, el CNI español, INTERPOL, PROTECCIÓN CIVIL …, y algunos nombres ya conocidos como la coordinadora Helen Wat, el criminólogo Edgar, J. Carter del departamento de Justicia del Reino Unido y la agente española del CNI Olivia Sanz, entre otros, además de expertos en tecnologías avanzadas e inteligencia artificial, miembros de la ONU, y invitados cómo: los agentes de INTERPOL que habían investigado la llegada de migrantes a las playas de toda Europa, entre ellas la de España en la ciudad de Málaga, y donde se unía a estas  investigaciones la de cierta organización OSEIA en la que confluían la de los niños huerfanos que tutelaban, y los experimentos en enfermos de Alzhéimer en una remota isla de Japón.


Los agentes expusieron individualmente sus conclusiones y mostraron las pruebas que cada uno aportaba y los informes de la situación de las familias que habían acogido a los menores, y que ahora se encontraban en aquella isla, lugar infranqueable al que era imposible acceder. Cuándo llegó el turno de Georges, explicó con todo detalle lo que había descubierto de esta organización, sus experimentos con los niños que valiéndose de su tutela sufrían con el consentimiento de sus padres adoptivos, así como también a las personas con enfermedades degenerativas: el Alzhéimer, o la Demencia Senil, mostrando además las fotografías de los sarcófagos de aquella sala, los planos de la isla, los de la construcción de la cúpula y las aleaciones de los materiales empleados, llevados acabo en aquél volcán de la parte rusa de Siberia. Cuando terminó, todos estaba expectantes y empezaron a surgir  preguntas de los expertos en tecnología. Georges dijo, que él no les podía dar más datos, conocía a la persona qué si podía hacerlo, pero se encontraba prisionero en la isla gracias a la tecnología que el mismo instaló.


Por lo qué estamos descubriendo OSEIA, es más que una organización, es un instrumento de elite mediante recursos de empresas privilegiadas en un plan de futuro, y ha demostrado esa capacidad resolviendo problemas y salvando a empresas de la ruina gracias a los experimentos a nivel científico en inteligencia artificial, en nanorobótica y también en acción militar, con unidades móviles provistas de toda clase de instrumentos destinados a la detección de drones, indiscutibles en la vigilancia de posibles ataques enemigos. Esta organización se queja, continuó uno de los miembros del FBI, de querer desacreditarla y desprestigiarla y de que está amenazada, yo soy un representante de la ley, y antes de que se pidan cuentas, quiero ver los resultados creando una comisión y analizando todas las pruebas presentadas, sería muy lamentable que OSEIA quedara cuestionada por sus experimentos que, por otra parte pueden ser muy beneficiosos, creo: deberíamos votar si estamos de acuerdo con poner en marcha esta comisión y respetar sus resultados.


Permitanmé volver a mis palabras, dijo uno de los senadores de la reunión, quizá sea ingenuo, pero espero podamos unirnos en esta causa común y quede registrada en esta sala. El Senador miraba por encima de sus gafas, no quiero perder objetividad y trataré de volver a plantear el tema. - Puede plantear lo que quiera en esta asamblea, (dijo el qué hacía de presidente). - El Senador, miró las notas oficiales, y las suyas que tenía encima de la mesa. - Lo más breve por favor para aclarar el asunto y poder proseguir, (volvió a decir el presidente). - Seré breve, yo al menos estoy muy preocupado por las investigaciones motivadas por diferentes ideologías; no se les ha ocurrido qué lo mejor sería publicar la historia. - Oh no, sería un desastre, comentó uno de los contertulios. - Georges, pensó qué era evidente, no les interesaba se conociera la verdad, sería perder el tiempo, a pesar de lo cual, carraspeó y levantó la voz procurando que todos le oyeran: yo estoy con el Senador de crear una comisión, tenemos investigación suficiente y pruebas que hemos presentado para poder llevarla a cabo, y pido: qué todas estas pruebas sean custodiadas hasta el final de la misma, se saquen todas las conclusiones, se llegue al fondo del asunto y se detenga a los culpables. El presidente pidió votación a mano alzada, y estando la mayoría de acuerdo, levantó la sesión hasta la convocatoria de una nueva reunión.


Georges, salió de aquella sala de conferencias con más dudas de las que llevaba. En el fondo no se había tratado nada importante; se presentaron por parte de los agentes todas las recopilaciones de interés, y todo apuntaba, o al menos el sospechaba, quedaría en nada, dado que los grandes mandatarios de las Agencias Internacionales que allí se encontraban, no hicieran comentarios, solo escucharon, eso sí, con gran interés lo que se exponía; esperaba equivocarse, pero se preguntaba: ¿qué pasó con el código único qué todos los miembros de la Unión Europea habían acordado en la reunión anterior?, ¿y, con la lucha de la evasión fiscal de lanzar un marco jurídico firmando un documento de confidencialidad, también en la primera reunión, que se mantuvo en esa misma sede de París hacía ya unos meses?. Los silencios en aquellas reuniones en secreto cuándo se hacían las preguntas, era evidente, nadie quería sacar los píes del tiesto, y esto preocupaba más a Georges qué las mismas preguntas, se sentía defraudado y le parecía que, a pesar de los altos cargos de todos los países implicados, las respuestas no iban a ser contundentes, es más, temía que nadie quisiera darlas. Marchó a contarle a su jefe lo que se había hablado en la reunión, aunque seguramente ya estaría informado. - Me imaginaba qué vendrías; ¿qué tal ha ido?, por tu cara presiento qué no cómo esperabas. - Se dejó caer en uno de los sillones del despacho de Pol, estoy harto de todos estos garifantes, engreídos y ricos que tienen al mundo en sus manos y que no harán nada por arreglar sus problemas. - ¿Ahora te das cuenta?. - No, claro qué no, pero tenía la esperanza qué tratándose de lo que afecta a personas enfermas e inocentes, sería diferente. - El mundo avanza hacia la inteligencia artificial, la era robótica y no podemos hacer nada, ni tú, ni yo para evitarlo, vete haciendo a la idea. Por cierto, ¿has hablado con Roberto?. - No, me ha extrañado no verle después de la reunión. - Pues no te extrañes. - ¿Por qué lo dice?. - ¿No sabes qué le han propuesto cómo agente de la CIA?. - ¡¿Qué?!. - Si, y me han dicho qué si tú estarías dispuesto. - No me lo puedo creer, (se levantó del sillón cómo si algo le hubiera pinchado), Georges dio unos pasos por la habitación y se sentó de nuevo. -  Bueno, ¿qué vas hacer?. - Nada, seguir con mi trabajo en esta gendarmería, si es qué se mantiene, claro. - Por supuesto, ni lo dudes; pero yo qué tú, me lo pensaría, el sueldo subiría mucho ya lo sabes y la categoría. - ¿Después de lo qué estoy viendo?, ni hablar, ahora estoy muy feliz y prefiero la tranquilidad de este trabajo. - Bueno exactamente tranquilidad aquí en París no tenemos mucha qué digamos, seguramente tú tranquilidad sería mayor en el FBI, visto, lo visto. - Seguramente, pero no me seduce la idea, tendría que renunciar a mi ética profesional, precisamente, visto, lo visto. - Pol, volvió a reír, de acuerdo, aquí está tu puesto . - Georges, se levantó y haciendo un ademán de adios a su jefe con la mano, salió del despacho. - Así qué Roberto, se había pasado al FBI, no podía creerlo, ¿y si el topo había sido él?, no tenía más remedio qué preguntárselo. Le llamó al móvil y quedaron en verse.


Se sentaron en una de las mesas de uno de los numerosos cafés de Montmartre, cuándo les hubieron servido los cafés, Georges, le miró con dureza y le preguntó: ¿no me lo pensabas decir?. - Roberto comprendió por su mirada que ya sabía su paso al FBI, seguramente su jefe se lo habría contado, y le respondió: no he tenido ocasión, no nos hemos visto. - Podías haberme llamado, ¿cuándo te lo propusieron?, ¿después de la reunión?, porque te estuve esperando y no logré saber dónde estabas?. - Sí, y si no hubieras desaparecido tan rápido, también te lo hubieran propuesto a ti. - Estaba tan asqueado, tan defraudado de lo que había presenciado que me largué de allí; me lo ha contado Pol, pero he declinado la oferta. - ¿Lo has pensado bien?. - Sí, no tengo ninguna duda. - Pues me hubiera gustado que siguiésemos siendo compañeros, creo que hacemos buena pareja, dijo Roberto sonriendo. - Sí, en eso te doy la razón, he trabajado a gusto contigo, pero no quiero esa responsabilidad ahora que soy tan feliz, seguramente tendría que viajar y estar separado de Franchesca y esto nos destrozaría a los dos. - Ves, yo no tengo ese problema, y a mí si me apetece viajar y conocer mundo, mi trabajo, y mi existencia en Málaga, sería siempre lo mismo, nuestras prioridades son distintas. - De todas formas si estarás conmigo en la ayuda que habrá qué prestar a Carlos para qué puedan salir de la isla. - Por descontado Georges, lo llevaremos a cabo según acordamos, hay que ayudar a esa gente. - Bien trataré de ponerme en contacto con el, y ver si ha pensado ya cuándo lo harán. Te llamaré; y te felicito por tu puesto en el FBI, que tengas mucha suerte. - Gracias amigo y si necesitas alguna cosa de un excompañero, me lo haces saber. Se despidieron con un apretón de manos.





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Franchesca salió de su apartamento antes de que Georges llegara, hubiese querido esperarle para que le contara cómo había ido la reunión, pero estaba deseando ir a su periódico y mostrarle a su jefe su reportaje listo para que fueran difundidos los capítulos que quedaban por publicar y el final de la historia qué creía conmocionaría al mundo. La vida de aquellos niños, de cómo accedían a las playas, siendo abandonados a su suerte, y utilizados por aquella organización para sus experimentos y su manipulación sin precedentes al menos qué ella conociera hasta su investigación. Contaba palabra, por palabra, y minuto, a minuto, el recorrido de estos menores huerfanos, hasta ser tutelados por familias. Gracias a esa tutela, la ley las amparaba y se convertían de hecho en sus padres con los derechos y la obligación de su manutención, educación...y todo lo que ello conlleva; también tenían carta blanca para someterlos a unos experimentos con la excusa de hacer de ellos unas personas mejores para su visión y su comportamiento en un mundo idílico, subvencionado con recursos y dinero de farmaceúticas, laboratorios, y empresas dedicadas a la tecnología con proyectos que demostraba en su reportaje y se llevaban a cabo con estos niños.


Su jefe la recibió con una gran sonrisa en aquel rostro aparentemente bonachón y con un beso en ambas mejillas. ¿Qué tal está mi reportera favorita?. ¿Cuándo has llegado?. ¿Te ha acompañado Georges?. - Sí, llegamos hace dos días, él también tenía que reportar en su gendarmería el trabajo que le mandaron hacer  en Málaga. - Entonces, habréis estado los dos muy ocupados, y de luna de miel nada. - Bueno ha habido tiempo para todo, y también hemos hecho grandes amigos. - Me das mucha envidia la verdad, tengo que ir a Andalucía, conozco bastante España, tenemos una casa en Barcelona y conocemos bien Cataluña, el País Vasco, Asturias, y parte de Galicia, pero el sur no lo conocemos. - Pues es una gente maravillosa, acogedora y buena gente y de las playas no hablemos, Georges y yo, estamos pensando muy seriamente en trasladarnos a vivir allí, hemos dejado como le he dicho grandes amigos, si no hubiera sido por el trabajo de los dos, no habríamos regresado, al menos todavía, pero terminamos lo que nos llevó allí y estábamos deseando entregar, yo mi reportaje y el sus investigaciones, qué algo cuento, pero sin desvelar naturalmente nada que no deba ser desvelado, cuándo lo lea, comprenderá porqué. - Estoy deseando hacerlo. En administración, tienes un sobre con tu dinero. - Se lo agradezco, me viene muy bien, ¿estarán incluidos los viajes?. - Por supuesto todo lo que acordamos; bien Franchesca, te llamaré. - Hasta entonces jefe; seguro le gustará, ya me felicitó por los capítulos que se habían publicado.

 

Esperaba también le gustaran a su amiga Pamela; como le había prometido le mandó una copia. Cogió el metro hasta la estación cercana a su apartamento, estaba deseando llegar y besar a Georges, el tener a Roberto de invitado les había quitado intimidad, pero no podían dejarlo solo sin conocer París.


Georges pensaba en todo el esfuerzo realizado hasta llegar hasta allí, he intuyó que, tal vez, había agotado su tiempo y estaba dispuesto a cambiar su objetivo, se encontraba en aquel punto, donde todas sus esperanzas quedaban al albur inexplicable de una reacción ante lo que iba a decidir. Respiró hondo, y mientras lo hacía, empezó a repasar las múltiples vivencias y todos los sucesos que había experimentado en compañía de Franchesca. Visto en perspectiva, parecía un sueño. La solidaridad como principio, y condición inexcusable para visualizar el problema de la condición humana en el conocimiento de sus límites, en su libertad y su igualdad, era prioritario para él. Cualquier personaje con un mínimo sentido critico, se da cuenta en su formulación y fundamento en la vida que, el problema de los acontecimientos es mucho más grave en el poder estructural que conocemos, coincide como un reflejo de algo más profundo, demostrando que, en este mundo posmoderno, ni siquiera tenemos referentes en el concepto físico, ni en el intelectual, ni en el moral, con palabras vacías. Creía qué Franchesca comprendería su renuncia a entrar en el FBI y en tener una vida tranquila juntos en París, o en Málaga, dónde decidieran. Se dirigió a su apartamento deseando que ella se encontrase allí, tenía que contarle la conversación con su jefe y lo que había decidido. Coincidieron al ir a coger el ascensor. Hola querido qué casualidad, ¿vienes solo?, ¿y Roberto?, ¿no habéis estado juntos?. - Sí, sí, déjame ponerme cómodo y ahora te cuento. - De acuerdo yo haré lo mismo, también tengo cosas que contarte. - ¿Te apetece un café mientras hablamos?. - Mejor una cerveza, necesito relajarme y el café hará todo lo contrario. - ¿Has tenido problemas en la gendarmería con tu jefe?. - No, problema ninguno, pero me ha contado algo que me ha dejado sin palabras. - ¿Qué ha pasado?. - Pol me ha dicho que a Roberto le han propuesto pasar al FBI y ha aceptado, luego he quedado con él, y lo ha confirmado. - ¿Y, no te lo había dicho?. - Dice que no tuvo ocasión, es verdad que después de la reunión yo me marche de allí muy enfadado porque me dio la impresión de qué no se iba a hacer nada y no le esperé. Cuando fui a la gendarmería me lo dijo mi jefe y me informó de qué a mí también me harían la propuesta. - ¿Y qué has pensado?. - Le he dicho que no, qué si el quería qué siguiera en mi puesto, yo lo prefería, y le conté lo defraudado que estaba con todos aquellos mandatarios de las Agencias Internacionales a los que no les interesaba en absoluto lo qué estaba pasando y yo prefería continuar siendo un simple agente de policía. Pol, trató de convencerme haciéndome ver las ventajas qué tendría en mi carrera y naturalmente en el sueldo. - ¿Lo has pensado bien?, Pol tiene razón. - Mi vida está muy bien así, no te das cuenta, tendría qué ausentarme constantemente, ¿quieres qué ahora que somos tan felices nos separemos?. - Por supuesto que no Georgi, no lo había pensado, y tienes mucha razón, no cambiaría lo que tenemos por nada del mundo. Se sentó en sus rodillas y se besaron apasionadamente.































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