CUENTO - EL CORONAVIRUS





EL CUENTO DEL CORONAVIRUS




Coronavirus, Coronavirus, ¿dónde vas enmascarado y vestido de Lobo Feroz por el mundo asustando a la gente?, ¿crees que, es forma de presentarte sin anunciar la visita?, ¿quién te ha dado permiso para entrar en las casas de esa manera?, no eres bien recibido, no te conocemos, ni conocemos tu procedencia; quieres explicarnos: ¿quién eres?, ¿de dónde vienes?... ¿vienes del Norte, del Sur, de China, de Estados Unidos, de Europa?... ¿te han traído con su vuelo los murciélagos, las aves migratorias, los animales carroñeros?... ¿has sido transportado cómo regalo inesperado para un mundo que no cuida su habitat, en una caja con un gran lazo negro?... contéstame Coronavirus... me tienes muy intrigada, no sé que pensar de ti, otros virus primos tuyos se anuncian de alguna manera, pero por lo que parece, (al menos eso quiero pensar), eres un invitado de piedra y lo peor, estás haciendo mucho daño; este mundo está un poco al revés y se merece en parte ser castigado, nos hemos olvidado de lo importante y ahora no podemos salir de casa como niños malos y tu eres el culpable. -

Yo, solo soy un cartero avisador, no voy asustando a la gente, la voy advirtiendo de otros virus que están por venir; a las bombas atómicas los mandamases las tienen miedo... el estruendo, la voladura de los edificios, los gases tóxicos… soy un arma silenciosa más eficaz, estoy aquí para que os pongáis las pilas… más sanidad, más medicamentos, más doctoras y doctores, enfermeras y enfermeros...las máquinas de guerra no sirven, todo ese gasto, mejor... en servicios sociales, en educación, en trabajo, en pensiones... no soy tan malo como el lobo feroz del cuento, llevo una cestita a los abuelitos... con un queso, un pastel y una jarrita de miel porque hay que cuidarlos y a toda la gente que esté enfermita así no sufrirán en su vejez si se sienten abandonados… en residencias, centros de día y hospitales...la empatía se demuestra con sus cuidados y su felicidad al final de sus días. -

Coronavirus yo no me considero una abuelita aunque tengo setenta y cinco años, y no quiero… ni tu queso, ni tu pastel, ni tu jarrita de miel... vete por donde has venido, no necesitamos tu advertencia, el ser humano siempre ha dado pruebas de vencer al enemigo ya sea visible o invisible, venga de dónde venga, esa es la grandeza de la gente de buena voluntad que siempre estará ahí para defender a las generaciones presentes y futuras, el mundo seguirá su avance, eso sí, espero que cambie a mejor y ten por seguro, que serás vencido. -



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