EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS - CAPITULO XIX
EL
MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS
CAPITULO
XIX
Carlos,
se encontraba en la parte oriental de Siberia en la península de
Kamchatka perteneciente a la Federación Rusa muy cerca de la ciudad
de Kamchatskiy, en una especie de guarnición militar que
antiguamente había pertenecido a Japón, era su alojamiento y el de
su equipo mientras cumplía con el trabajo que le había llevado
allí, un lugar bajo tierra, una sima donde se hacían experimentos
que no debían ser conocidos por ciertos gobiernos y sectores, a los
que interesaría y mucho lo que allí se cocía,( nunca mejor dicho),
pues grandes hornos de fundición aprovechaban la energía y el calor
de la lava de uno de los muchos volcanes que hay en esas latitudes,
para la fundición de materiales muy resistentes que haría posible
que su proyecto de la cúpula transparente pudiera realizarse sin
complicaciones en varias partes, para poder trasladarla con más
facilidad y menos dificultad a la hora de su colocación.
Estaba
contento porque su equipo de trabajo y él mismo, habían acertado con
los materiales de ciertos metales en aleaciones experimentales con
mezclas de plásticos altamente resistentes a los cambios de climas
tan extremos como aquellos y a los terremotos que frecuentemente se
originaban. Aquel mismo año, un reciente seísmo seguido de un sunami
estuvo a punto de destruir toda la costa de la península de
Kamchatka; también se estaba detectando el deshielo debido a la
subida de la temperatura que, aunque allí era muy baja había subido
unos cuantos grados, lo qué hizo que el grosor en la capa de hielo
hubiera descendido en la costa de la península
que baña el Mar de Bering y el estrecho del mismo nombre; el agua
había sobrepasado sus límites con respecto a años anteriores en
la parte que comunica con el Antártico.
Salió
a caminar, se puso la ropa de abrigo que les proporcionaron y las
raquetas apropiadas para andar por la nieve; sonrió interiormente
pensando si María le viera de esa guisa no le reconocería, ni él
mismo reconocía a los miembros de su equipo, parecían verdaderos
mongoles o tártaros, en aquellos parajes interminables cubiertos de
nieve donde los ojos no alcanzaban a ver el final de aquella blancura
inmensa que a pesar de la protección de las gafas apropiadas su
reflejo dañaba la vista.
La
conversación con María le dejó preocupado, su visión de aquella
nave con sarcófagos acristalados como le había contado con personas
según ella muertas, era increíble, ¿es posible qué la
nanotecnología fallase?, ¿qué se estuvieran haciendo otra clase de
experimentos en humanos?, ¿o quizá eran robots esperando a ser
activados?, son tan perfectos qué, en Japón, ya se estaban
utilizando en presentadores de televisión con lo que eso tenía de
exposición pública ante la gente que ve la televisión en su casa.
Quería pensar que esa era la respuesta; su novia estaba confusa en
aquellos momentos especialmente delicados con la operación de su
madre y el resultado esperado y perdida emocionalmente en aquel
país extraño y lejano de su Málaga de la que nunca hasta ahora
había salido y por una causa justificada a la que se aferraba, la
curación de la persona a la que tanto quería.
Se
había alejado demasiado del complejo de apartamentos donde estaban
alojados y decidió volver; recordó a Sirio, cuánto daría por poder
abrazarle, e instintivamente se quitó el guante, metió la mano en
el bolsillo y rozó la bola de cristal unos momentos, sintió
entonces un calor en su mano difícil de comprender con aquellas
temperaturas y la sacó de su bolsillo. Aquella canica azul se había
convertido en transparente y lo que vieron sus ojos, increíblemente,
era la imagen sonriente de Sirio, parpadeó varias veces repitiendo
interiormente qué lo que veía no era real, pero una risa y una voz
le hicieron reaccionar y preguntó: - ¿Sirio, eres tú?. - Claro que
soy yo, te dije que cuando pensaras en mí aunque la distancia que
nos separase fuera grande podrías verme. - ¿Pero no puede ser? debo
de estar soñando, no es solo la distancia, es imposible según las
leyes de la naturaleza, no puedo verte y hablar contigo si no estás
aquí. - Según las leyes de la naturaleza de vuestro planeta, pero
no, de las del mio, ¿me crees ahora cuándo te decía qué venía de
mi estrella? abre tú mente, igual que abriste tú corazón para
quererme, la energía también la trasmiten los sentimientos si son
profundos y verdaderos, sé qué estás sufriendo por María, si
quieres puedes verla igual que ves mi imagen, lo que no puedo hacer
es qué hables con ella, precisaríamos que tuviera en su poder otra
canica como esta, la energía se transmite por su color azulado, pero
mira y desea verla y verás lo que hace en estos momentos.
Carlos
miró la bola de cristal de la que había desaparecido la imagen de
Sirio y pensó que eran imaginaciones suyas que estaba obsesionado
con él, pero volvió a la realidad cuándo vio la imagen de María
que en esos momentos estaba en su habitación y descansaba en la
cama; parecía dormida. Aquello no podía ser un sueño, (recordó el
cuento de la Bella Durmiente). Estaba realmente hermosa y deseó
besarla; cómo si sus pensamientos la hubieran despertado, abrió los
ojos, y él no pudo evitar que sus labios rozaran el cristal y en el
rostro de María apareció una sonrisa, ¿habría sentido su beso?.
Era imposible, ¿pero entonces, porqué sonreía?. La imagen
desapareció y nuevamente la risa de Sirio y su visión le sacaron de
su ensimismamiento y volvió a ver la cara de aquel niño de ojos
rasgados que le estaba demostrando que
realmente venía de las
estrellas. - Es increíble, he visto a María como me has dicho, ¿qué
está pasando?, lo estoy viendo y no lo creo. - Eres un incrédulo,
te mostraré más cosas ahora qué por fin estás despertando de tus
dudas y ves lo que realmente nos une. Dejarás de verme en estos
momentos hasta que me necesites de nuevo. -
La
canica volvió a su color azul y Carlos la metió de nuevo en su
bolsillo sin creerse lo que habían visto sus ojos; pero la imagen de
María y la de Sirio habían sido tan real, que su corazón saltaba
de alegría al comprender qué, el Cosmos, era lo suficientemente
grande y misterioso, para qué cupieran en él, esas, y otras
realidades.
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Georges,
había recibido una llamada de su jefe para que se personara en la
Gendarmería a la mayor brevedad posible, debían contrastar sus
informes con los que ellos disponían de todos los agentes, qué cómo
él, investigaban en otras ciudades de Europa, y los que les mandaban
los Servicios Secretos de Estados Unidos.
Llamó
a Roberto, quería le informara de todo lo
descubierto durante esos días que no estuvieron en contacto, sabía, estaba investigando todo lo relacionado con la
operación de la madre de María en aquella isla del Japón, y esperaba a la investigación de los Servicios Secretos con los datos recopilados de la organización OSEIA respecto de la Convención de
Marsella que les habría dado pistas suficientes para con sus
investigaciones y unidos a los informes de la Guardia Civil, llevar a su jefe
importantes documentos, además de la conexión que existía entre
David y la citada organización en los experimentos que se
realizaban en enfermos graves, así como en adopciones de niños sin
referencias de sus lugares de origen.
Cuando
llegó al hotel y contó a Franchesca la llamada de su jefe
diciéndole, tendría que marchar a París unos días, ella le
miró pensativa, - "sabes querido, me voy contigo", me apetece un viaje,
yo también tengo que dar importantes informes a mi jefe sobre el
niño de ojos rasgados. Cuándo en el periódico escriban su historia
se agotará en los quioscos; además, hace mucho que no damos un
paseo por el Sena a la luz de la luna y lo hecho de menos. Se acercó
a Georges, rodeó su cuello en un abrazo mirándole intensamente a
los ojos, él esbozó una sonrisa diciéndola muy quedo. - Siempre
tienes razón querida, - "ella fue a decir algo, pero unos labios
apasionados sellaron su boca con un largo beso".
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Georges,
quedó con Roberto en el Cuartel de la Guardia Civil para informarles
de la orden de su jefe de marchar a París con toda la recopilación
de sus investigaciones hasta el momento y las que esperaba para poder
demostrar si era cierta la curación de la madre de María.
Franchesca
por su parte, se dirigió a la playa para despedirse de Raúl, su
familia y la de Carmen, les dijo: - tenía que ausentarse unos días,
sus jefes del periódico querían les llevase la historia de
Sirio, de la que ya se habían publicado algunos capítulos y la
gente estaba realmente interesada. Preguntó a Raúl, - si habían
tenido alguna noticia de María. - Le contó recibió un mensaje
diciéndole que estaba muy contenta, su madre la reconocía y si
seguían así las cosas, regresarían pronto. - Se despidieron con un
abrazo. - Si sabes cuándo regresan házmelo saber, tendremos que
prepararles un gran recibimiento. - No te preocupes Franchesca eso
está hecho.
Carmen
la acompaño hasta la parada del autobús y la conversación se
centró en la extraña operación realizada a la madre
de María y por lo qué decía en su mensaje con muy buenos
resultados. A las dos les parecía emocionante y como buenas
periodistas se preguntaban, si estos avances de la tecnología y la
nanorobótica, podrían implantarse ya en seres humanos y qué
controles se estarían aplicando para no cometer errores difíciles
de subsanar en un mundo tan globalizado donde por encima de todo
prima el dinero. Las dos se dijeron, - esperarían las
explicaciones de María y Carlos sobre este milagro, - tenían qué
verlo para creerlo. Rompieron a reír llamándose incrédulas y se
despidieron con un beso en ambas mejillas.
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Llegaron
a París a primera hora de la tarde, las nubes amenazantes cubrían el cielo y un viento frío acariciaba la piel helando la
sonrisa. Qué diferencia con la sensación cálida y luminosa de la
Málaga que acababan de dejar; estaban en su ciudad aquella, de la
que salieron hacía ya semanas obligados por sus trabajos y aunque se
sentían en casa, su criterio había cambiado después de conocer a
personas cuyas vidas se entrelazaron con las suyas, fluyendo unos
sentimientos difíciles de comprender en un periodo tan corto de
trato y amistad.
Franchesca
y Georges se miraron y comprendieron en un momento lo qué ambos
pensaban; una sonrisa surgió en sus labios y unas palabras al
unísono: - “qué diferencia de clima, ¿verdad?”; - los dos rompieron
a reír y por fin Franchesca recordó. - Estamos en casa Georgi. - Él,
metió la llave en la cerradura del apartamento, pasaron el equipaje
y Georges cerró la puerta con el pie y cogiendo a Franchesca por la
cintura se fundieron en un prolongado y apasionado beso.
A la
mañana siguiente y antes de separarse para ir a sus lugares de
trabajo, dieron su paseo acostumbrado por el Sena en aquél recorrido
que sabían de memoria, pero qué, había unido sus vidas mucho antes
quizá, que ellos mismos supieran.
La
gendarmería estaba en el centro de París por lo que Georges hizo el
recorrido a pie, portando un maletín con el imprescindible ordenador
y los documentos que le proporcionó la Guardia Civíl. Cuando entró
en el departamento, al decir. - "Buenos días a todos". - Sus
compañeros y compañeras reconocieron su voz, volvieron
inmediatamente la cabeza y se levantaron a saludarle, interesándose
por cómo le había ido en España. Las preguntas empezaron a surgir y
el murmullo llegó a la oficina del jefe, se levantó bruscamente
y cómo solía hacer, se paró en el arco de la puerta sin decir
palabra, todos conocían lo qué esto significaba, volvieron
rápidamente a su puesto de trabajo y Georges con una sonrisa les
dijo: - ya os contaré. - Pasó al despacho y saludó a su jefe con un
apretón de manos. - ¿Qué tal por aquí Pol, el trabajo de siempre?. - Ya conoces esta zona, cada vez más problemas con la seguridad de los
turistas, especialmente los robos, la gente no tiene trabajo y se
dedican a extorsionar a los que llegan de otros países sin conocer
el idioma, con toda clase de ardides, algunos muy ocurrentes. -
Bueno, vamos a lo que nos interesa, ¿traes documentos nuevos, además
de los qué mandaste?. - Por supuesto jefe, don Adolfo el comandante
de puesto de la Guardia Civil del qué le hablé, está interesado en
descubrir lo que realmente está pasando allí en Málaga, es el
responsable de aquella zona y le preocupa mucho los emigrantes que
llegan en las pateras, sobre todo los menores, al principio estaba
contento con la actuación de los Servicios Sociales en la búsqueda
de casas de acogida, pues era un problema menos del qué se tenía que
ocupar, pero ahora, por todo lo que estamos descubriendo de esa
asociación OSEIA, le preocupa cómo a nosotros lo qué puede haber
detrás. Todo está relacionado con lo que ya sabe de
la Convención que hubo en Marsella, ya le conté los vídeos qué había
visto, y que don Adolfo me ha conseguido, los traigo conmigo, cuándo
quiera los vemos, pero le adelanto qué, por medio de una amiga con la
que por circunstancias hice amistad y cuya madre ha sido operada en
una isla de Japón de la enfermedad de alzhéimer por los médicos
japoneses que estuvieron en esa Convención con muy buenos resultados
según mis noticias, ha recobrado la memoria y reconocido a su hija.
- ¿Las has visto?, - no jefe, no han regresado de Japón, lo sé,
por un mensaje qué mandó a una amiga y le decía qué en breve
regresarían, que estaba muy contenta. - ¿Pero es una enfermedad
de la qué se sabe muy poco, y hasta lo qué yo sé no tiene cura?. -
Pues según mis informaciones estos médicos la han descubierto y
cuándo vea los vídeos comprenderá. - ¿Puedes pasarte esta tarde y
cuándo acabe la jornada los vemos tranquilamente? . - Como quiera
Pol, además le quiero hablar de un tema muy importante para mí. - Bien
Georges, déjame todo los documentos a ver si puedo echarles una
mirada después de comer, ahora déjame solo, y no alborotéis
demasiado, te coserán a preguntas. - Lo sé jefe, lo sé, y se
morirán de envidia cuando les cuente.
Por
la tarde Georges se reunió con su jefe como habían quedado, vieron
los vídeos y Pol no podía creer lo que vieron sus ojos. - Tenías razón, es increíble, espero tus noticias sobre la operación
de la madre de tú amiga, y si puedes aportar pruebas mejor, así
demostraríamos los experimentos que se están realizando. - Concuerda
con la investigación del agente y criminólogo Edgar, perteneciente
a INTERPOL qué junto con el juez de justicia del Reino Unido y la
agente española del CNI, Olivia Sanz y miembros del FBI han remitido
a la Agencia aquí en París.
Según
sus informaciones OSEIA en una de las islas más alejadas de Japón,
están construyendo una ciudad futurista, un proyecto de ingeniería
y seguridad en el qué creo interviene un español, dicen qué es
un lumbreras en electrónica e informática, y él y su equipo, están
en Siberia llevando a cabo algún proyecto de techo de cristal, para
aislar la ciudad de terremotos y posibles ataques terroristas, o de
extraterrestres, al menos, eso nos ha trasmitido el FBI.
- Precisamente
conozco a esa persona, se llama Carlos, es el marido de María y és a
su madre a la qué se ha realizado la operación. Sabía que él iba a
realizar un trabajo allí y ahora comprendo que seguramente han
aprovechado esa cuestión para realizar la operación de Alzhéimer a
esta mujer.
- ¿És la misma persona qué encontró al misterioso niño?. - El mismo jefe. - Todo tiene relación con esta asociación y pretenden que esta ciudad sea un ejemplo a seguir por gobiernos interesados que seguramente estarán en el proyecto, además de grandes empresarios cuya financiación busca su seguridad, en una isla que no conocemos, pero que ya cuenta con grandes medidas en infraestructuras.
- Georges,
debes partir mañana mismo para España, quiero estés allí
cuando vuelvan de Japón sin perder detalle de lo qué cuenten, si son
tus amigos no desconfiarán de tus preguntas y veras si la
recuperación de esta mujer es real. - De acuerdo jefe, pero quiero
confesarle algo qué me está atormentando desde que me marché. -
Bien suéltalo de una vez. - ¿Recuerda qué le puse pegas?, - ¿qué no
quería irme en ese momento?. - Le había pedido a Franchesca que
viviéramos juntos y no podía separarme de ella ¿lo recuerda?. - Si
lo recuerdo, y yo te dije que eras mi mejor hombre y estaba decidido.
- Pues no le conté qué al llegar a casa y decirle que me mandaban a
España a cumplir una misión, lejos de enfadarse, pidió a su jefe
cubrir la noticia de los emigrantes que llegaban en pateras en esa
parte del Mediterráneo y consiguió la exclusiva, sin ningún problema; no conoce su inteligencia y perspicacia para lograr lo
que se propone, es una de las razones por las que estoy enamorado de
ella, entre otras muchas, pero con esa resolución suya y haciendo su
labor periodística, me ha ayudado mucho en mi investigación sin
levantar sospechas, gracias a las entrevistas que realizó a las
personas que conocían al niño de ojos rasgados como se le conoce
allí en Málaga. - Siento esta pequeña mentira, - espero me perdone, quería decírselo personalmente. -
- Perdonado, comprendo que no quisieras separarte de ella es una mujer muy inteligente, leo todos sus artículos y demuestra qué nunca se da por vencida hasta que descubre la verdad, y narra de tal manera la historia que tiene al lector entregado hasta el final del artículo. - Gracias jefe, también ella se sentía mal por habérselo ocultado, se alegrará cuando se lo diga y también del regreso a Málaga, así qué, hasta la vuelta, en cuánto tenga noticias, se las mandaré.
- Perdonado, comprendo que no quisieras separarte de ella es una mujer muy inteligente, leo todos sus artículos y demuestra qué nunca se da por vencida hasta que descubre la verdad, y narra de tal manera la historia que tiene al lector entregado hasta el final del artículo. - Gracias jefe, también ella se sentía mal por habérselo ocultado, se alegrará cuando se lo diga y también del regreso a Málaga, así qué, hasta la vuelta, en cuánto tenga noticias, se las mandaré.
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Carlos
y su equipo regresaron a la isla, el trabajo de la cúpula estaba
terminado y con garantías sobradas de su resistencia y seguridad por
todas las pruebas a las que fue sometida: la diferencia de grandes
temperaturas, los terremotos de aquellos territorios, explosiones
nucleares, ataques terroristas, o posible invasión extraterrestre,
naturalmente en el marco de la investigación. El transporte se haría
en un buque carguero por las heladas aguas hasta su lugar de
colocación y anclaje.
Estaba
deseando ver a María tenía que contarle tantas cosas que no podía
esperar, la llamó al móvil, estaba en el hospital y rápidamente
marchó hacia allí. Se fundieron en un largo abrazo y cuando se
acercó a besar a su madre esta le miró largamente. - Mamá - ¿te
acuerdas de Carlos?. - Sí, dijo secamente. - Cuanto me alegro de
verla tan recuperada, ha sido un milagro, pero su hija y yo siempre
tuvimos la esperanza de qué así sería. - Muchas gracias. - Miró a
María y esta sonrío, pero tuvo la sensación por esa sonrisa qué
adivinaba forzada, de qué algo, no iba bien.
Estaba
deseando estar a solas con ella, pero comprendía que en esos
momentos sería muy difícil querría estar todo el tiempo
posible con su madre, él lo entendía, sin embargo, le extrañó la
seriedad con la qué le había recibido, aún con su enfermedad,
cuándo tenía esos momentos de lucidez, siempre era muy cariñosa con
él y percibió, qué tampoco parecía serlo con su hija.
Cuando
terminó la hora de visitas y se despidieron de ella, pasearon por el
parque y pudieron por fin besarse con pasión entre los árboles,
mudos testigos de sus demostraciones de amor por la
separación de tantos días en los que Carlos tuvo que marchar, para
llevar a cabo la parte más importante de su proyecto, esa cúpula
que cubriría la ciudad en aquella isla tan alejada de la
civilización en aguas del Antártico.
Durante
algunos días su trabajo y el de su equipo continuo hasta que el
acoplamiento fue perfecto y los problemas que al principio surgieron
se solucionaron, ahora quedaba que las técnicas en seguridad, con la
tecnología que él había creado y con los micro ordenadores en las
zonas más sensibles de las estructuras de toda la isla, funcionaran
correctamente y su jefe diera el visto bueno, para regresar a la
Málaga que tanto echaba de menos.
La
madre de María estaba bastante recuperada y los médicos le dieron
el alta con la recomendación de mucha tranquilidad, hasta que su
cerebro fuese reconociendo al nanorobot como propio, y sus ordenes
asimiladas por las neuronas y terminaciones nerviosas del cerebelo;
le podían producir dolores de cabeza y los profesionales médicos
le recetaron un tipo de calmantes especiales para esos síntomas,
además de pedirles que si eso ocurría se pusieran inmediatamente en
contacto con ellos.
Carlos,
no quería irse de aquel lugar sin comprobar lo que María le había
contado sobre aquella sala el día que se despistó, y lo qué allí
vio, o creyó ver. Cuando terminaron la visita esa tarde en vez de
salir por donde siempre, cogieron el pasillo del fondo que María
recordaba; la luz era más tenue de lo normal y en uno de los
indicadores ponía “prohibida la entrada”, naturalmente no
hicieron caso del cartel y siguieron por el pasillo donde al final se
veía una puerta de cristal que al acercarse se abrió permitiéndoles
el paso; el interior estaba completamente a oscuras tuvieron que
esperar unos minutos para acostumbrarse a la penumbra en la que
estaba sumida la sala, solo entonces y aun con dificultad, según
andaron unos pasos, se encontraron con esas urnas tipo sarcófagos
con la tapa de cristal y en su interior los cuerpos al parecer sin
vida, sedados, o dormidos. Desde donde estaban no podían ver el
final, pero si lo suficiente para darse cuenta que allí
había seguramente más de cincuenta cuerpos de mujeres y hombres; se
podían contar desde la última fila cinco urnas con un espacio entre
ellas de unos dos metros, aunque la profundidad no se podía calcular,
habría al menos una diez filas.
María,
estaba muerta de miedo y tiraba de la manga de la chaqueta de Carlos,
este quería seguir para comprobar hasta donde llegaba la sala pero
era tanto el miedo de ella y los tirones qué le daba, que por fin la
hizo caso y salieron con la precaución de no hacer ruido. La puerta
se cerró tras ellos y volvieron sobre sus pasos, hasta que por fin
salieron a la entrada de ascensores.
En
la entrada principal se encontraron con don Doroteo; al verles,
sonriente, felicitó a María por la recuperación de su madre, - "ella
le dio las gracias", - pero notó la cara de susto que tenía y la
preguntó si todo estaba bien. Sonrío disimulando su terror
diciéndole: - que solo estaba cansada. -
- Comprendo, han debido ser unos días muy difíciles para ti, pero estarás contenta todo ha salido como esperábamos, los doctores Assimoto y Simussi son unos verdaderos genios, la humanidad les tendrá que estar muy agradecida ¿no lo creéis así?. - Desde luego dijo Carlos. - Y estuvo tentado de contarle lo que habían visto, pero María pareció adivinar su pensamiento y le tiró nuevamente de la manga y le hizo callar.
- Comprendo, han debido ser unos días muy difíciles para ti, pero estarás contenta todo ha salido como esperábamos, los doctores Assimoto y Simussi son unos verdaderos genios, la humanidad les tendrá que estar muy agradecida ¿no lo creéis así?. - Desde luego dijo Carlos. - Y estuvo tentado de contarle lo que habían visto, pero María pareció adivinar su pensamiento y le tiró nuevamente de la manga y le hizo callar.
Les
advirtió que estuvieran preparados, él ya había terminado lo que le
llevó allí, - tú proyecto ya está en marcha y tú madre según me han comunicado los doctores ya puede viajar; así que
aprovecharemos nuevamente el avión para regresar a Madrid y vosotros
desde allí haréis el viaje a Málaga por vuestra cuenta; os llamaré
cuándo decida el día y la hora. - De acuerdo don Doroteo y le
estaremos eternamente agradecidos por lo que ha hecho por nosotros. -
Ya te dije Carlos, qué no hay ninguna deuda, ahora trabajas para mí,
y además me gustan los resultados, se estrecharon la mano sin ningún
otro comentario.
Carlos
estaba deseando regresar a Málaga, la operación había sido un
éxito y todos estaban esperándoles con emoción. Estaba seguro que los amigos y familiares estarían allí, era un caso inédito y
aunque solo fuese por la noticia, la playa se llenaría de gente.
Carlos
imaginaba qué también estarían los niños, Adrián, Daniel y Sirio,
estaba deseando verles, aunque a Sirio ya le había visto en aquella
canica azul; era algo qué nadie podría creer, ciencia ficción.
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Georges
y Franchesca ya estaban en Málaga y cómo había prometido a su jefe,
deseando contactar con Raúl y Carmen por lo que les podrían contar
con la excusa de la fiesta. Creo qué debes ser tú la que llames a
Carmen y como cosa tuya se lo propongas así no levantaremos
sospechas. - Tienes razón Gorgi ahora mismo la llamo. -
Marcó
el teléfono, al otro lado de la línea una voz contestó. - Diga. -
Hola Carmen soy Franchesca. - ¿Ya habéis regresado?. - Si, he
pensado qué podíamos vernos, quiero comentar algunas cosas contigo,
pero mejor personalmente - ¿Estás muy ocupada?. - Ahora estoy en el
periódico preparando el artículo sobre el Alzheimer y la
recuperación de la persona que ha sido sometida a esa revolucionaria
operación, omitiendo naturalmente el nombre, no creo que quieran
salir en la prensa, ni que estén en condiciones de responder
preguntas. - Muy bien pensado Carmen, María es una buena amiga y lo
debe haber pasado muy mal. - ¿Entonces quedamos? . - A partir de las
seis de la tarde qué ya sabes es mi hora de salida, cuándo quieras. -
¿Nos vemos en el quiosco de Raúl?. - De acuerdo en una hora estoy
allí. ¿Vendrá Georges?. - Ya sabes somos inseparables, todavía
estamos de luna de miel. - Que suerte tienes con ese hombre a tú
lado, me dais verdadera envidia María y tú. - No te hagas la tonta,
¿a cuántos hombres has rechazado?. - Risas. - Algunos, algunos,
pero ninguno tan guapo como Carlos y Georges. - Entonces no te quejes,
¿o es qué estás esperando al príncipe azul?. - (otra vez risas). -
Algo así. - Pues ten paciencia que llegará y espero me invites a la
boda. - Desde luego, eso está hecho y de luna de miel a París, al
contrario que vosotros, “mira qué veniros a Málaga.” - Algún
día te contaré porqué.
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