EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS - CAPITULO XIII
EL
MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS
CAPITULO
XIII
Georges,
se despertó cuando los rayos del sol penetraban por los agujeros
de la persiana y se marcaban en las sabanas blancas, en la almohada y
en el rostro de Franchesca; se quedó mirándola y no pudo por más
que sonreír, era, como si esos puntos hicieran juego con sus
cabellos en una fantasía de luz, salió de la cama procurando no
despertarla, pasó al cuarto de baño, se aseó y dejó una nota en
la mesita que decía: te llamaré al móvil.
Tomó
un café en la cafetería del hotel y preguntó al camarero si
estaba lejos de allí el Ayuntamiento, le indicó estaba en el
centro de Málaga; salió y cogió un taxi, no le apetecía ir en autobús, al menos se permitiría ese lujo por un día, no estaba seguro si le pagarían los gastos extras y prefería no pasarse.
Llegó
al Ayuntamiento enseñó su placa y preguntó si podía hablar con alguien responsable de los Servicios Sociales. En recepción
le dijeron que estaba un suplente; la persona que llevaba esos
asuntos entraba por la tarde a eso de las cinco. - ¿Puede darme el
nombre de esa persona?. - Sí, se llama Leyla, ¿quiere qué le de
algún recado?, - no, no hace falta, ya vendré cuando esté ella,
gracias.-
Así
qué, según le habían dicho, la que llevaba esos asuntos era una mujer y se llama Leyla; regresaría
a esa hora. De pronto se acordó habían quedado con Carmen a
las seis en la playa, no daría tiempo a las dos cosas, volvería al
día siguiente; estaba intrigado con lo que pudiera contarles María, seguro les diría algo importante
para seguir su investigación.
Llamó
a Franchesca y le contó donde estaba. - Vale, espero
en el hotel hasta la tarde no veremos a Carmen, aprovecharémos estas horas dándonos unos
baños y tomando el sol, - ¿te parece bien?; - claro Franchesca,
como tú digas. - Pues no pierdas más el tiempo y ven enseguida,
estoy deseando darme un baño. -
Georges
cogió otro taxi, que remedio, le pedía fuera enseguida y no
quería defraudarla; deberían alquilar un coche, Málaga era una
ciudad grande,
seguramente habría ese servicio en el hotel, o les informarían
dónde contratar un vehículo.
Cuando
llegó al hotel ya estaba dispuesta, se la quedó mirando y pensó,
qué allí en Málaga, no sabía, si por la luz del sol, o por el
duende del sur, cada día estaba más guapa; - ella al ver su mirada,
le besó y le dijo: - vamos cambiate, te espero abajo.
Caminaban por el paseo y vieron entre la gente a Carmen,
inconfundible por sus andares y su belleza; al ver la mirada de los
ojos de su novio, Franchesca le pellizco, él se quejó, pero sonrió
por los celos que había despertado en ella.
Carmen,
les saludó con una sonrisa y ese acento característico malagueño,
que conquistaba por su gracia. - Les
confesó, tenía muchas ganas de conocer París.- Elisabet siempre
le estaba pidiendo que fuera, pero, unas veces por la familia, otras
por el trabajo, no lo había hecho todavía. -
- Estamos
llegando al chiringuito, así llamamos aquí a los bares que hay
montados en las playas y ese de ahí, es donde trabaja María. - Es muy simpática y una buena amiga, hablé con ella y la comenté lo qué queréis. - Me contestó no había
problema, le pediría permiso a su jefe para hablar con vosotros.
Se
acercaron, - Carmen los presentó: - Franchesca y su
novio Georges. - Hola qué tal, por favor veníd, nos
sentaremos en esa mesa, - ¿queréis tomar alguna cosa, cerveza o algún
café?. - Franchesca pidió una cerveza, - también para mi añadió
Georges, - pues que sean tres, dijo Carmen riendo. - Al poco, llegó
María con la bandeja, cuatro cervezas y unas aceitunas típicas
malagueñas. -
Bien, -
¿qué queréis saber?. - Franchesca la preguntó si conocía al
niño que se encontró en la playa. - ¿A Sirio?, - claro, le
conozco, - lo trajo Carlos al día siguiente de encontrarle, es
un niño muy bueno y algo extraño, la verdad, nos ganó a
todos enseguida por su bondad; hasta la gente viene preguntando por él, desde
que se corrió la voz qué viene por aquí. -
- ¿Entonces conoces a la persona qué le encontró?. - Sí, le conozco muy
bien, hemos sido compañeros más de cinco años,
ahora trabaja para la familia que adoptó a Sirio. -
- ¿Sirio
es el nombre del niño?, preguntó Georges - Sí, dijo María, es una larga historia,
cuándo Carlos le encontró y le preguntó su nombre, le dijo
que no lo sabía, ni sabía quienes eran sus padres, ni recordaba de
dónde venía y todavía no lo sabemos, pero a la familia con la que
vive les pidió le llamasen Sirio. -
- ¿Cómo
la estrella?. - dijo Georges, ¿qué raro?. - Es un niño muy
inteligente y con unos ojos, que nunca antes nadie habíamos visto, cuando
te mira, parece sabe lo qué estas pensando, pero se ha hecho
querer por todos los que le conocemos -
- María, ¿podrías presentarnos a Carlos?, ¿te llevas bien con él?. - Si claro, puedo llamarle y preguntarle, ahora tiene mucho trabajo
con la seguridad de la casa y la finca de esa familia, son gente
acomodada, "vamos con dinero", pero si se lo pido vendrá. -
- ¿Puedes
llamarle sin contarle quienes somos, como cosa tuya y quedar
con él?. - No Franchesca lo siento, pero eso sería una encerrona.
- Claro, claro perdona, dile que soy periodista y me gustaría
hacerle unas preguntas para un reportaje de mi
periódico sobre los niños que encuentran en las playas, ¿te
parece bien?. -
- Si
por supuesto, eso es otra cosa. - ¿Y cómo és, qué ahora trabaja en
esa casa?. - Se lo propuso David, así se llama su jefe, el padre
adoptivo de Sirio, Carlos había tomado mucho cariño al niño, y éste a él, como necesitaba una persona de confianza para la
seguridad de la casa, se lo pidió a Carlos y por estar cerca del niño
aceptó, además era una oportunidad para él, este trabajo no está
muy bien remunerado, aunque tengo qué decir, que Raúl mi jefe, es muy
buena persona y estamos a gusto trabajando con él. -
- Me
vais a perdonar, pero no quiero abusar, es la hora de más trabajo,
si me dais vuestro móvil, en cuánto hable con Carlos os llamo.-
- Muchas
gracias María, has sido muy amable por atendernos y muy interesante
lo que nos has contado, esperamos tu llamada con ilusión, mi
periódico os agradecerá vuestra colaboración. - No hay por qué,
os llamaré pronto, os lo prometo. - ¿Cuánto te debemos?, - nada,
nada, ha dicho mi jefe que os invita. - Dale a tu jefe las
gracias, el próximo día nos lo presentas. - De cuerdo Georges, se
lo diré.
Franchesca
y Georges estaban contentos, la gente era simpática y amable,
esperaban que Carlos, la persona que les interesaba especialmente por
la historia que podía contarles respecto al niño lo fuera, y por su
relación con la familia de acogida.
¿Tendría
algo qué ver el jefe de Carlos con la organización qué Georges
debía investigar?, sería una gran suerte que así fuera y si Carlos
conoce a que se dedican exactamente podrían preguntarle, aunque
según María su trabajo en esa casa era reciente y quizá no
estuviera enterado de nada.
Málaga,
era una ciudad realmente calurosa; en la playa la brisa del mar la
hacía soportable si estabas protegida bajo las sombrillas de ese
sol abrasador, pero su luz llegaba a todos los rincones más pequeños
y humildes y por eso sus gentes, tenían esa alegría y esa
amabilidad que contagiaban si les oías hablar con ese gracejo tan
especial.
Al
día siguiente se dedicaron a pasar sus notas al ordenador y a
escribir sus artículos, Franchesca, tenía un jefe muy puntilloso y
le pedía le mandara cada día un retazo de la historia que
interesaba a sus lectores; lo publicaría por capítulos, como se
hacía antiguamente en los periódicos.
El
móvil de Franchesca sonó, era María. - Hola María, ¿has hablado
con Carlos?. - Sí, por eso te llamo, hoy tiene la tarde libre y me ha
dicho,- qué si queréis, se reúne con vosotros a eso de las siete, - ha prometido a Sirio traerle a
la playa. - Estupendo, así conocemos al niño
siento mucha curiosidad; - le dices: que a las siete estaremos por allí. - Bien a si lo haré, hasta entonces.
- Georges
era María, he quedado con ella y con Carlos a las siete en la playa,
vamos a conocer al niño de los ojos rasgados, - ¿qué te
parece?, - ¿no es milagroso?, - estoy intrigada y nerviosa, como si fuera mi primera historia. -
- No
te ilusiones tanto Francis, puedes llevarte una desilusión, a veces
las cosas no son como esperamos. -
- Me
da en la nariz, que esta sí Georgi, no se por qué, pero lo intuyo. -
Tú y tus intuiciones; - que por cierto nunca me fallan, ¿o no?. -
Sí, sí, tienes razón. - Bajemos a comer, ya es hora de tomarnos un
respiro. -
En
la comida, Georges recordó debería ir esa tarde a los Servicios
Sociales, lo comentó con Franchesca, pero otra vez tendría que dejarlo para
el día siguiente. - Es posible que hoy descubramos parte de la
historia, al menos vamos a conocer como se encontró al niño
contado en primera persona y nos pueda dar detalles importantes; parece una persona amable y trabajadora, María habló de él
en esos términos y lo conocerá bien si han trabajado juntos tanto
tiempo; pero no pensemos más Georgi y disfrutemos de la comida y de
esta vista maravillosa; ¿sabes?, vamos a tener que dar las gracias a
tu jefe por mandarte a Málaga, se miraron y rieron.
La
playa parecía uno de esos cuadros impresionistas, donde las
sombrillas de diferentes colores inundaban la arena y los paseos de
la gente por la orilla con el colorido también de sus bañadores y
bikinis en un ir y venir ordenado, como si una ley lo dispusiera
así, en un marco de alegría y colorido.
Las
mesas del chiringuito ocupadas por gente bulliciosa y alegre
calmando el calor con cervezas y refrescos bajo la sombra de esas
sombrillas y la brisa del mar que arrastrada por el tenue viento
acariciaba su piel, en ese rincón de la playa.
María
conversaba con Carlos sentados en una mesa, cuando vio a Franchesca y
a Georges dirigirse hacía allí; se levantaron y hizo
las presentaciones. Carlos tendió la mano a
Franchesca, su belleza le dejó turbado por un momento, ella reaccionó
adelantándose y le dio la mano con una sonrisa; aunque por esa
intuición suya, al ver la expresión de la cara de María,
comprendió, que amaba a Carlos.
Se
sentaron, les preguntó que iban a tomar y marchó, para a los
pocos minutos venir con la bandeja; la acompañaba Raúl, quería
conocer a los franceses intrigado porqué unos periodistas de aquel país, tenían tanto interes en la historia de Sirio y de cómo había llegado
hasta allí la noticia.
Después de las presentaciones, Franchesca explicó a Carlos lo del
reportaje para su periódico, se interesaron desde el primer momento
y les pareció una buena idea publicarlo.
Raúl
no quería parecer inoportuno y marchó, no sin antes decirles,
estaban invitados. - Gracias contestó Georges, ya lo hizo ayer y no puedo permitirlo, no se preocupe, vendremos por aquí más veces y le
haremos también algunas preguntas. -
- Por
supuesto, cuando gusten; encantado de conocerles. -
María
le seguía, pero su jefe le pidió se quedara; lo agradeció
interiormente así estaría más tiempo con Carlos.
- Franchesca
rompió el silencio. - Nos ha contado Mará que fuiste tú
quién encontró a Sirio, ¿és así?. - Sí, cuando salía de trabajar,
me gustaba pasear por la playa, algunas veces me sentaba en
un banco, a esas horas de la noche no suele haber nadie y me gusta
respirar la brisa del mar y contemplar las estrellas; pero aquella
noche, al acercarme, vi que estaba ocupado; ya me marchaba, pero me di cuenta que era un niño, me acerqué, le toqué en un
hombro y se asustó, le tranquilicé y me senté a su lado; le
pregunté su nombre, por qué estaba allí solo y por sus padres, y a todo me contestaba que no sabía. No podía dejarle allí,
pensé llevarle a la policía, era ya muy tarde, nos tendrían toda la noche, así
que lo llevé a casa, le hice unos sanwich que el niño devoró,
estaba hambriento y se quedó dormido.
A la
mañana siguiente fuimos a comisaría y casi me acusan de secuestro,
total, me mandaron a los Servicios Sociales alegando que, no había
ninguna denuncia de desaparición de ningún niño. Le llevé y se hicieron cargo
de él, le buscaron una familia de acogida y vive con ellos le
adoptaron legalmente; a grandes rasgos, esa es la historia. - ¿Si
queréis hacerme alguna pregunta?. -
- ¿Y
no sabía cómo había llegado a la playa?,
preguntó Georges. - No, dijo Carlos, es un misterio. - ¿Y la
policía no ha investigado?, ¿alguien debió dejarle allí?. - Yo
también me lo pregunto, solo me dijeron, que no había denuncia
de la desaparición de ningún niño, preguntaron a los servicios
secretos de otros países sin éxito. - Vaya, que se lavaron las
manos, y ¿los Servicios Sociales no te contaron si hay más niños
que hayan aparecido de igual modo?. -
- Por
lo que me dijo Leyla, no era el único caso, pero dice que cuando
llegan las pateras, al huir de la Guardia Civil algún niño que se
ha quedado huérfano en las guerras o sus padres han muerto en el
mar, queda abandonado a su suerte, es lamentable, pero por otra
parte, del todo lógico. -
-
¿Quién es Leyla?. - Leyla, es la psicóloga que trabaja para Asuntos
Sociales y se encarga de buscar acomodo a la gente que llega en las
pateras y familias de acogida a los huérfanos, como en el caso de
Sirio.-
- ¿Imagino
qué hablarías con ella cuándo entregaste al niño?. - Si claro, es
una persona asequible y muy amable, le estoy muy agradecido por la
familia de acogida donde mandó a Sirio, son personas con
posibilidades económicas, educadas y con cultura; creo que no puede
estar en mejores manos. -
- Nos
ha contado María, que ahora trabajas para ellos. - Sí, eso también
se lo debo en parte a Leyla; cuando fui a preguntar por Sirio, me
facilitó su dirección y me presenté en la casa, me preocupaba, le había tomado cariño y quería averiguar por mi mismo la clase
de familia que era y más, cuándo me explicó Leyla que sus padres y
un hermano habían muerto en uno de los muchos bombardeos que se
llevaron a cabo en Siria; lo secuestró una de las mafias que actúan
por esa zona y lo vendieron como mendigo, las personas que lo traían,
murieron en el naufragio y se encontró solo; su mente ha debido
borrar todo ese sufrimiento. - ¿No
decías qué la policía no te dijo nada?. - La policía no me dio
ninguna explicación, esto me lo contó David, el tutor de Sirio
cuando le pregunté y también me lo explicó Leyla; quizá a ellos
si les dieron las explicaciones que a mi me negaron. -
- Franchesca
estaba intrigada por no ver al niño cuando María les había dicho
que Carlos lo iba a traer a la playa, y sin poder contenerse
preguntó: - ¿creía qué conoceríamos a Sirio?. - Claro, por allí
viene con los hijos de Raúl; se han hecho grandes amigos, estaban
jugando en el agua, ahora los conoceréis. Un grupo de cuatro niños se acercaba riendo y jugando, echándose agua
con los cubos unos a otros; Carlos les llamó, los niños
dejaron los cubos en la arena y se acercaron tímidamente.
- Sirio,
estos amigos quieren conocerte, son franceses, ella es Franchesca,
periodista de un periódico de París y él es Georges, su novio.
- Hola
dijo Sirio, ¿sois de Francia?. - Si, dijo Franchesca, vivimos en
París y hemos venido de vacaciones,( y mientras lo decía, iba
dándoles la mano, e igual hizo Georges). -
- París
debe ser una ciudad muy bonita, es la capital de Francia, ¿verdad?. -
Eres un niño muy listo Sirio, ¿cómo sabes esas cosas?. - Tengo un
profesor particular y buena memoria. -
- Todos
rompieron a reír con la ocurrencia del niño, pero Franchesca solo
miraba sus ojos, aquellos extraños ojos, y le dio la sensación que
sus pupilas, no tenían fondo; el niño no apartaba la vista de ella
y la dijo: - tu también eres muy inteligente y muy lista. - Otra vez
risas, pero a Franchesca le recorrió por su cuerpo esa sensación
suya que no podía remediar siempre qué estaba, ante algún misterio.
-
- Carlos,
que ya conocía muy bien a Sirio, captó que le había gustado
Franchesca, a él también le miraba así
muchas veces y sabía que adivinaba, lo que estaba pensando.
Los
niños se sentaron con ellos, María y Raúl se unieron a la reunión;
traían con ellos sendas bandejas, con sanwich para los niños y
naranjadas, dos grandes tortillas de patatas, aceitunas y una gran
bandeja con los famosos “espetus” directamente
de las brasas, y con un tono que pretendía ser solemne Raúl dijo: “para
agasajar a nuestros amigos franceses”. Todos rompieron en aplausos.
A la llegada al hotel Franchesca se descalzó y se tumbó en la cama con
un suspiro, estoy tan cansada Georgi que no me movería, cerraría
los ojos y dormiría toda la noche. -
- Vamos,
no seas vaga, una ducha nos vendrá muy bien, nos ponemos cómodos y
comentamos lo de esta tarde, ¿te parece?. - Si tienes razón, ha
sido muy interesante y que personas tan amables. - Si Francis, más
que amables, yo diría buena gente; tienes en tus manos una historia
transcendente y bonita, un reportaje que al periódico le valdrá
algún premio. - ¿Estás seguro Georgi?. - Por supuesto cariño,
segurísimo. -¿Y no crees soy yo la qué merece un premio?. - Tú
te mereces todos los premios del mundo, la cogió por la cintura y la
besó.
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