LA GOLONDRINA


Golondrina:
estás cansada,
que te has posado en mi reja,
no vuelas alborozada,
en busca de tu pareja,
que estará desconsolada;
es que te alegra gozar,
del fresco aire,
el blando beso,
o es que quieres endulzar,
con tu armonioso trinar,
las tristes horas del preso.
No te marches golondrina,
aun hay sol,
en la montaña,
mientras la tarde declina,
trina, golondrina, trina,
y al pobre preso acompaña;
oye, golondrina hermosa,
tú que eres libre y con brío,
quieres volar presurosa,
y a una viejita llorosa,
entregar un beso mio;
cruzarás en raudos vuelos
montañas, ríos, y valles,
y en el madrileño suelo
llorando con desconsuelo,
quizá a mi madre alles,
no la digas,
que he llorado,
no la digas,
que estoy triste,
dila qué,
aunque encarcelado,
sonreí esperanzado,
la tarde, que tú me viste.
Cuelga en su balcón tu nido,
y con tu dulce cantar,
la que con rostro afligido,
recuerda al hijo querido,
no la dejes de llorar.
Ya no hay sol,
en la colina,
el campo,
pierde verdor,
mientras la tarde declina,
trina, golondrina, trina,
dejame con mi dolor.


Poesía anónima, que aprendí de palabras de una tía, hermana de mi padre, a la edad de cinco, o seis años, como muchas otras, en los días que pasé con mis abuelos, en el pueblo de Tribaldos y que quedaron grabadas en mi memoria, recordándolas todavía, en esos recuerdos felices de la niñez, dejando en mi mente, ese amor a la poesía, sobre todo de los clásicos, que seguí en el bachiller, y que me acompañaron siempre.


Comentarios

Entradas más leídas

EL METAVERSO VIRTUAL

LA UNIÓN GARAMENDI