NOVELA SERIALIZADA: EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS. CAPITULO IX

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EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS



CAPITULO IX



Carlos, había terminado de instalar la seguridad de la finca y de la casa, los sensores alertarían al ordenador instalado en la oficina y situado en la habitación para tal fin en la planta baja; desde allí controlaba absolutamente toda la zona con las imágenes que le llegaban de las cámaras extratégicamente colocadas y difícilmente detectables, así como en la casa del jardín, (actualmente su vivienda), las mismas técnicas de vigilancia; se sentía satisfecho, a David su actual jefe, también le habían gustado y para él fue un gran alivio; no sabía como tratarle, entre ellos había en principio casi una relación de amistad, por el afecto mutuo que los dos sentían por Sirio, pero ahora era su jefe y la relación no podía ser la misma, o al menos, así lo creía, le debía una obediencia y un respeto de empleado; no quería pensar en ello, seguramente no sería tan diferente, conociendo la simpatía que le había demostrado.

Él no había tenido demasiadas amistades, excepto con María por la que tenía una especial preferencia, con Marta, Raúl y algún compañero de piso; pero era por naturaleza tímido y desconfiado, por eso no comprendía su cambio de actitud ante la gente y lo achacaba, a la llegada de Sirio.

Le había prometido otra excursión y quizá ahora que David no estaba y no le requería para nada, sería la ocasión; le diría a Leyla que si le apetecía, irían con los niños a la montaña, saldrían por unas horas del ritmo de la ciudad.

Sin pensarlo más, la llamó; la dulce voz de Leyla, sonó en su móvil. - ¿Hola Carlos, pasa algo?, - no, nada; ¿te apetece una excursión por la montaña con los niños?, he terminado el trabajo que me encomendó David, y como él ahora no está, podríamos escaparnos a pasar el día por ahí, ¿qué te parece?. - Me es imposible, estoy buscando alojamiento a bastante gente que ha llegado en pateras estos días, entre ellos varios niños y ya sabes cómo es este trabajo; aprovecha tú y vete con Sirio, os vendrá bien a los dos. - De acuerdo Leyla, otro día será, que te sea leve. - Adiós Carlos, te llamaré. -

La respuesta de Leyla le desalentó, se había hecho ilusiones, pero tenía razón, era una oportunidad de pasar el día con Sirio, a ver que le parecía a Paula, subiría a hablar con ella.

Sabía que a esa hora si estaba en la casa la encontraría en la biblioteca, se encerraba allí con su ordenador mientras los niños estaban en sus clases; llamó a la puerta y entró. Paula enfrascada en lo que estuviera haciendo, no se dio cuenta de su presencia hasta que no estuvo cerca de ella, se levantó bruscamente de la silla. - No te he oído llegar. - perdona Paula, no quería asustarte, he llamado a la puerta, pero no me has debido oír, lo siento. - ¿ha pasado algún problema en la casa, o en la finca?. - no Paula, nada; venía a proponerte una idea, a ver que te parecía, ¿podría llevarme a los niños a una excursión por la montaña?, al no estar David, no tengo mucho trabajo y todo está bajo control, además, Julián puede estar pendiente y cualquier cosa me llamaría; ¿qué te parece?. - Bien, bien, están a punto de terminar sus clases y los estudios pueden hacerlos otro día. Iré a la cocina para que os preparen unas mochilas con comida y agua, avisa tú a los niños, que se pongan la ropa adecuada. - De acuerdo Paula, ¿quieres unirte a nosotros?. - Gracias, pero ya has visto que estaba tan metida en mi trabajo, que ni te he oído llamar, en otra ocasión. Díselo a los niños se pondrán muy contentos.

Carlos dirigió sus pasos hacia donde estaban dando sus clases y llamó con los nudillos, el profesor abrió la puerta. - Señor Sanz, perdone que le moleste, si han terminado las clases, ¿tengo su permiso para llevarme a los niños?. - Por supuesto Carlos, ya habíamos terminado, recoger vuestras cosas, os espero mañana.

Nos vamos de excursión, ¿qué os parece?, - bien gritaron, ¿dónde vamos a ir?, - esta vez he pensado pasar el día en la montaña, Paula está preparando las mochilas; cambiaros de ropa: chandal, botas, gorra y gafas de sol, yo haré lo mismo, recoger las mochilas en la cocina y esperarme allí.

Se despidieron de Paula locos de contento, tenían todo para ser felices, la situación económica de la familia hacía que no careciesen de nada material, pero estaban sometidos a un férreo control emocional y formativo, no solo en el conocimiento intelectual, sino también al límite de lo qué, en un niño era libertad. Carlos se había dado cuenta, que aquello faltaba en esa casa y quería paliar esa parte con salidas a la naturaleza y de juegos que no compartían con otros niños; por eso Sirio era tan feliz cuando jugaba en la playa con los hijos de Raúl a los que había cogido un gran cariño.

Vamos niños, cogeremos el autobús que nos llevará hasta las rutas turísticas que ascienden por la montaña, es importante que sigamos en el plano la ruta elegida, para no tener el riesgo de perderse, hay que ser precavidos, ¿lleváis todos el silbato colgado al cuello?. - Sí, dijeron los tres, - al menor despiste, usarlo, de todas formas no nos separaremos, no somos un batallón, solo somos cuatro chavales. - ¿Tú un chaval?, dijo Sirio, y todos rieron; - vamos mocosos, yo os enseñaré lo que hace este chaval; - sí, sí, dijo Daniel, los tres te podremos; - os reto, a ver quién va más deprisa. -

El autobús les dejó en la falda de la montaña. - Esperad, hay que escoger una ruta. - ¿Cual será mejor, qué os parece?. - Yo creo, dijo Sirio: que deberíamos ir por donde haya más árboles, pronto hará mucho calor y si hubiera un riachuelo, mucho mejor. - Muy bien pensado Sirio; - sí, dijo Adrián, así nos podremos sentar a comernos un bocadillo cerca del rio; - eso dijo Daniel y llenaremos las cantimploras de agua fresquita. - Estupendo niños hacemos un gran equipo, voy enseñaros una canción que cantabamos cuando salíamos de excursión con el colegio y que nos enseñó mi profesor; quiero que la aprendáis y así la cantamos los cuatro.

Somos bravos camilleros,
de este ilustre batallón,
aunque joven nuestro pecho,
es muy grande nuestro ardor.

Siempre al vuelo caminamos,
por quién pide algún favor
y al peligro nos lanzamos
sin tener ningún temor. (bis)

Hoy hacemos de rancheros,
de rancheros, si señor,
hay si nos vieran ustedes,
manejando el cucharón.
 
Más si alguno se lastima,
apurados nos veremos,
más no importa curaremos
con patata y con arroz. bis

La repetiremos hasta que la aprendáis. - Yo ya me la sé, dijo Sirio y la cantó de corrido. - ¿Y vosotros?, - no, dijeron Daniel y Adrián; - vamos, la cantaremos otra vez; todos reían, nunca habían sido tan felices y Carlos reconoció qué él, tampoco.

¡Mira Carlos! un riachuelo, se oye el agua dijo Sirio, - nos sentaremos en las piedras a comer un bocadillo. - Con el hambre que tengo me comeré por lo menos dos, - dijo Adrián y Daniel más comedido le dijo: - habrá que guardar para la tarde, no te los vas a comer ahora todos: - No os preocupéis, Paula nos ha preparado una buena merienda, ha sido muy previsora. - Sí, nos ha llenado la mochila de fruta: manzanas, naranjas, melocotones; claro así pesa. - No te quejes Sirio, verás que bien nos vendrá para recuperar fuerzas, además, ahora las mochilas pesarán menos. - Las mochilas sí, ¿pero mí estómago?, dijo Daniel. - "risas". - Pararemos un rato y después cogeremos la ruta que asciende por esa arboleda, llegaremos hasta un refugio que se ve en el plano, descansaremos allí y después, emprenderemos el regreso, hay que calcular el tiempo, el último autobús sale a las ocho de la tarde y eso en la montaña es casi noche cerrada. -

- Vamos, en marcha mis bravos camilleros, se levanta el campamento. -

La ruta hasta la cumbre ascendía por un camino casi imperceptible que serpenteaba entre los grandes pinos y matorrales, había que estar atento donde pisabas por si uno de tus pies se enredaba en las raíces que sobresalían de la tierra y que te lanzarían colina a bajo; Carlos advirtió a los niños; Sirio con su probada capacidad para evitar problemas, le dijo: - yo iré delante, tú ve detrás por si Adri, o Dani tropiezan; no te preocupes veo la cabaña, en uno minutos estaremos allí. - De acuerdo Sirio, eres un niño muy valiente. Parece que se está levantando viento y éstas nubes no me gustan, tenemos que llegar cuanto antes, puede que haya una buena tormenta, acelerar el paso, estamos cerca. -

Un relámpago cruzó el cielo amenazante y seguidamente el estruendo del trueno; un fuerte viento se levantó de pronto y hacía que las copas de los árboles chocaran unas con otras, produciendo un sonido característico de ramas entrelazándose y rompiéndose en mil pedazos.

Corrieron todo lo que podían sus piernas y llegaron a la cabaña. Carlos necesitó varios empujones para que la puerta se abriera, pasaron dentro y cerraron rápido; dejaron las mochilas en una gran mesa que había en el centro de la sala; por suerte, la lluvia no les había alcanzado. - Aprovecharemos a dar buena cuenta de la merienda mientras amaina la tormenta, aquí estamos a salvo de la lluvia, los rayos y los truenos y podemos contar historias, verdaderas o inventadas, como queráis, cada uno que elija, aunque yo preferiría que fuera algo relacionado con vuestra vida, con algún recuerdo feliz. -

- Sirio, ¿por qué no empiezas tú?; - bueno como quieras, pero no sé si me creeréis . - Empieza tu historia y luego la comentamos. -

Me llamo Sirio, por mi estrella, forma parte de la Constelación Canis Maior y es la estrella más luminosa y más cercana a la Tierra, mis padres me mandaron como a otros niños y niñas; la poca energía que va quedando en Sirio, planeta de fuera de vuestra Galaxia, la aprovechan para venir aquí donde nuestros cuerpos pueden sobrevivir gracias a un chip que nos implantan al nacer, con todos los conocimientos que necesitamos saber para nuestra vida en el vuestro, nuestro comportamiento siempre será correcto, así como la educación y las formas; en nuestro planeta nunca ha habido guerras, pero no le queda mucho tiempo para extinguirse. 

Las estrellas extraen su energía de la transformación de hidrógeno en helio como es el caso de vuestra estrella el Sol, en ella también se están dando síntomas de envejecimiento, pero le quedan todavía millones de años para que suceda, pero Sirio ha perdido la mayor parte de su combustible en su núcleo y pasará a una fase de explosión en la que desaparecerá y se convertirá en un agujero negro.

Los agujeros de gusano, los utilizamos para los desplazamientos, en los que no se necesita energía; al no haber atmósfera, el espacio tiempo, no afecta para nada a tus constantes vitales, ni a tu estructura osea, ni molecular y llegas a la Tierra, sin ningún riesgo. -

- Sirio es un cuento maravilloso y esa idea de que tú seas el protagonista, me gusta mucho, se ve que tienes mucha imaginación y lo cuentas tan bien, que si no fuera fantasía, podría creerte. -

- No es fantasía Carlos, te estoy contando la verdad; llegué del mar, no se muy bien cómo, pero por eso me encontraste en la playa. -

- Ya, y ¿cómo es qué ahora te cuerdas de todo y yo te preguntaba de dónde eras y cómo te llamabas y no lo sabías?. -

- No te conocía, no me fiaba de ti y mis padres me dijeron que no lo contara, podría ser peligroso, pero ahora se que me quieres y no me harás daño. -

- Bueno y ¿tu Adrián también vienes de Sirio o de otra estrella?.

- No Carlos yo no sé de donde soy. -

- Ni yo tampoco, dijo Daniel. -

- Pero, Adrián y tu Daniel sois hermanos, vuestros padres son Paula y David. - Se hizo un silencio, Carlos al ver que no contestaban, les preguntó: - ¿sois hermanos?; - Daniel negó con la cabeza; - Adrián hizo lo mismo. - ¿Entonces cómo a Sirio os encontraron en la playa?. - No lo sabemos, no nos acordamos.

- Bueno chicos, olvidemos lo que hemos hablado aquí, será nuestro secreto, ¿de acuerdo?, ni a David, ni a Paula, ni a nadie, porque a lo mejor no nos dejarían hacer más excursiones y tu Sirio, por favor, no seas tan fantasioso, podría traerte problemas.

Poco a poco amainaba la tormenta, el viento se calmaba y los árboles dejaban de crujir, pero en la cara de Carlos se reflejaba la inquietud que le había producido la historia de Sirio.

Llegaron a su casa extenuados, la excursión, había sido intensa en todos los sentidos; la historia que contó Sirio, por más que le pareciese una fantasía, en su interior no era así, la contaba con tal clase de detalles; ¿cómo un niño de esa edad, sabía qué una estrella desaparecía si perdía su energía en su núcleo, explotaba y se convertía en un agujero negro, qué además se utilizaba cómo transporte interestelar para llegar a la Tierra?, increíble, y más increíble enterarse que Adrián y Daniel no eran hermanos, por lo tanto, no eran hijos de David y de Paula, ¿los habrían encontrado en la playa cómo a Sirio?. Cogió el móvil para llamar a Leyla y contárselo, pero lo pensó mejor; era todo muy extraño, ¿y si Leyla lo sabía?, ella era la encargada de buscarles una casa de acogida y qué casualidad que a los tres niños, los mandaran a casa de David y de Paula; no entendía nada, pero era sospechoso, esperaría la vuelta de David, le dijo que tenía que explicarle algo sobre Sirio, lo más sensato era esperar esa explicación.

Sabía que era tarde, pero una extraña sensación le invadió y marcó el teléfono de María; contestó, pero durante unas décimas de segundo, no supo que decir; - ella insistió, ¿diga?, - María, soy Carlos; - ¿eres tú?, - si, perdona que te llame tan tarde, ¿podríamos dar un paseo por la playa?, en media hora estaría allí; quizá no puedas por tu madre claro, perdona soy un inconsciente, no he pensado en ella.

 - No te preocupes, no es tan tarde, se lo diré a mi vecina y se quedará con ella, ya sabes que lo hace cuando la necesito. -

- Entonces dentro de una medía hora estaré allí, lo que tarde en el coche, esperame donde solíamos encontrarnos para ir al trabajo.- De acuerdo, allí estaré.

Cuando llegó al paseo, ella le estaba esperando en el banco donde se sentaban a charlar después de una larga jornada; María se levantó y fue a su encuentro, se miraron sonriendo y se saludaron con un par de besos en las mejillas.

- Cuanto me alegro de verte Carlos, pensé qué no volverías por aquí. -

- ¿Cómo dices eso?, ya te dije que vendría a veros, pero aunque no te lo creas, no he tenido un minuto de descanso; la seguridad de la finca y de la casa, me han llevado más tiempo del que creía, pero ya está hecho y estoy muy satisfecho, me costó, pero hasta David me felicitó, así que quizá ahora tenga más tiempo libre. -

- Verás, tengo que contarte muchas cosas que me están sucediendo desde que me marché de aquí, algunas incomprensibles y solo me fio de ti, aunque seguramente no me creerás, pues a mi mismo me cuesta hacerlo. -

- Carlos me estas asustando. -

- Hoy he estado con los niños de excursión por la montaña, lo hemos pasado muy bien, terminamos la ascendida en un refugio a comer y descansar y esperando que pasara la tormenta les pedí me contaran historias de su vida, a ver si así, me decían algo de su familia o de su procedencia. Le dije a Sirio que empezara y lo que contó me dejó perplejo; dijo: - que venía de Sirio, que sus padres le mandaron a la Tierra, porque su estrella se iba a desintegrar y que a todos los niños y niñas, les ponían un chip con todo lo que debían saber sobre nuestro planeta y como se tenían que comportar; lo lanzaron por un agujero negro con la poca energía que quedaba en su nucleo y llegó a la playa a través del mar.-

- Pero eso es imposible, será su imaginación, como lo encontraste en la playa, habrá creado esa historia en su pequeño cerebro, ha sufrido demasiado y así borra el sufrimiento y la falta de sus padres. -

- Si María, eso es lo que yo pienso, pero lo cuenta con tanto detalle, con toda clase de datos, tan claros, tan extraños, que me hace dudar; también he descubierto que Adrián y Daniel, no son hijos de David y de Paula, fueron recogidos en la playa como a Sirio. -

-Te confieso que iba a llamar a Leyla, pero pensé, que ella puede estar al corriente de todo y no quiero sepa de momento lo que sé; espero que David cuando vuelva del viaje de una reunión que tenía muy importante, me hable de Sirio; antes de irse me prometió me pondría al corriente de algo que debía saber sobre él, pero no quiso darme explicaciones, me dijo que cuando regresara me contaría. -
 
 ¿No te fías de Leyla?. - No sé qué pensar, es muy amable con los niños, está muy pendiente de ellos y la verdad, esa empatía hacia todas las personas que llegan en pateras es de admirar, les proporciona alojamiento, comida y a los que puede trabajo y los niños menores de edad sin padres, casas de acogida, es voluntaria en una asociación en la que David es uno de los principales colaboradores, creo según mi criterio que hay algo más, pero es solo una percepción; no sé, es extraño, estoy deseando que venga y me cuente, dejó caer que, yo también podría colaborar como hace Leyla. Bueno como ves, mi vida ahora mismo, patas arriba; ¿qué me aconsejas María?. -
 
- Puedo hacerte una pregunta?, - claro, pregunta, - ¿te gusta Leyla?, por favor se sincero. - ¿Si me gusta?, ya te he dicho, admiro la voluntad que pone en todo lo que hace más hayá de su deber, pero igual que te soy sincero en eso, con todo lo que estoy descubriendo, pienso qué hay algo más, ya sabes lo cabezota que soy cuando me surgen dudas, no paro hasta que las aclaro. -
 
- ¿Has salido con ella?..., y a ella, ¿tú le gustas?. - Una tarde tomamos café, la llame para que me contara de Sirio y otro día que fui con Sirio al parque de atracciones, se presentó allí y estuvo con nosotros, hasta que nos fuimos a veros al chiringuito, fue ese día y por cierto, no sé dónde te meterías, te busqué por todos los sitios para despedirme de ti y no te encontré; la verdad me fui muy disgustado, aunque no te lo creas, lo que más me costó dejar, era a ti, tu sabes que tú y yo siempre hemos tenido una sintonia que al menos yo, solo tenía contigo; ¿dónde te metiste?. -

- No podía despedirme de tí, no era capaz, seguramente me hubiera puesto a llorar y no quería empañar tu felicidad. -

- ¿Pero qué dices de felicidad?, (la cogió la mano), yo también estaba apenado, nos conocemos desde hace cinco años y te acabo de decir que si me costó dejar el trabajo era especialmente, porque no te vería todos los días, y te echo de menos María. - Ella soltó la mano y le dijo: - ¿pero me has dicho que te gusta Leyla?. - Te he dicho que, me gusta su amabilidad, su forma de ser, me ayudó mucho con lo de Sirio, a veces te deslumbras de algo o de alguien porque no estás acostumbrado a ciertos círculos, pero ahora lo veo todo con más claridad. -
 
- Eso parece amor, si te deslumbra como dices. - Te aseguro María, que no estoy enamorado de ella, estoy descubriendo lo que realmente he querido y quiero, pero antes tengo que aclarar mi situación en el trabajo y en mi vida, no puedo, ni debo, arrastrar a nadie, hasta que lo tenga todo muy claro.

- Bueno cuéntame, ¿qué tal por el bar, Raúl sigue tan amable cómo los últimos días qué estuve allí?, y ¿qué tal el nuevo?. - Raúl ha cambiado, se dedica a su familia más que nunca, está más amable; y en cuanto al nuevo, ya sabes al principio lo que cuesta adaptarse, pero le echamos una mano. Cada día va más gente preguntando por Sirio, Raúl dice que, tenía que haberte hecho caso y habérselo quedado.

Los dos rieron; se hizo un silencio, María bajó los ojos, ante la mirada insistente de Carlos y le dijo: - tengo que marcharme, ya sabes que mi vecina está cuidando de mi madre y es tarde. -

- Echaba tanto de menos nuestras conversaciones en esta playa...y a tí, no me había dado cuenta hasta ahora; te llamaré y repetiremos pronto estos momentos, te lo prometo, lo necesito. -

Se levantaron del banco y caminaron por el paseo hasta donde había dejado el coche; sube, te llevo a casa. - No hace falta Carlos. - Ahora que soy una persona pudiente con coche y todo, ¿no me vas a permitir qué te lleve?. - No sé, si estaré segura en tus manos. - En mis manos, estarás segura siempre.





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