NOVELA SERIALIZADA: EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS. CAPITULO V
EL MISTERISO NIÑO DE OJOS RASGADOS
CAPITULO V
David tuvo la confirmación de Carlos y llamó a Leyla. - Acabo de
hablar con Carlos, me ha dicho: le interesa mi propuesta. - Ya te
dije que aceptaría, es una gran oportunidad para él y..., para
nosotros. ¿Tú crees qué está capacitado para lo que le
espera?. - Tendrá que estarlo, no parece tan pardillo, le
elegimos pensamos era el adecuado para el encuentro con Sirio:
sin familia, sin recursos, con un trabajo de interminables horas, y
no le dejaría tiempo para tener una vida y mucho menos, hacerse cargo
de un niño. Nadie pensará que ese encuentro no fue fortuito; la
policía de Málaga, le ha investigado, pero no hay nada obscuro en
su pasado y su presente es lo que representa, hasta eso nos
beneficia. -
- Si
David, espero qué cuándo le cuentes el grupo al que pertenecemos y a
lo que se dedica, ¿ crees qué estará de acuerdo?; - claro, estoy
convencido, aunque solo sea por la seguridad de Sirio, le ha tomado
mucho cariño no dejará le pase nada y hará lo que le
mandemos. - Ojalá sea así, yo no estoy tan segura, no parece un
hombre que se deje influenciar fácilmente. -
- De
momento trabajará para mí, le tendré muy ocupado con la seguridad
de la casa y de la finca y poco a poco, le iré tanteando con lo
demás; actúa cómo hasta ahora, que confíe en tí y así le
tendremos vigilado, te contará sus confidencias y a mí, tendrá que
informarme de sus proyectos y sus logros. - ¿Cuándo se lo dirás a
Sirio?, se pondrá muy contento. - Esperaré a que se lo diga él, es bueno para nuestros intereses, mejor no dar pistas. -
¿Paula y los niños no dirán nada?. - no Leyla, están bien
aleccionados. - Bueno, si lo tienes todo tan claro..., me está entrando
una llamada de Carlos, colgó inmediatamente a David y contestó. - Hola Carlos, ¿algún problema?. - No, pero..., ¿quieres qué nos veamos
en la cafetería de la otra vez?, me gustaría comentarte algo. - De
acuerdo, nos vemos entonces.-
No
podía remediar que a ella, también le gustase Carlos, era un hombre
integro, no merecía lo que le estaban haciendo, aunque por el bien de
la causa, tenían que seguir adelante.
Llegó
a la cafetería puntual, él ya estaba allí, se acercó a la mesa
donde la esperaba, le saludó con un beso en cada mejilla y se sentó
frente a él.
La
miró en silencio unos segundos, a esos ojos color miel que tanto le
gustaban; ella, le devolvió la mirada con una sonrisa y después de
preguntarla qué quería tomar, llamó a la camarera; cuando se alejó,
empezó a contarle la propuesta de David; se hizo un silencio
mientras les servían los cafés y Leyla preguntó: - ¿qué piensas
hacer?. - Hoy le he dicho que me interesa, es una oportunidad para
mí.
- En
unos días, cuándo Raúl haya encontrado a la persona que me
sustituya, me incorporaré, tengo un proyecto entre manos para la
seguridad de la finca y creo será de su agrado. Lo que más me
ha motivado es poder estar cerca de Sirio, desde que llegó a mi vida
la llenó de ilusión, la cambió por completo, y se que él me
corresponde de la misma manera. - ¿Cuándo se lo vas a decir?. - En
cuanto pueda escaparme una tarde, quiero ver su cara cuando se lo
diga, sé que se pondrá muy contento. - Me alegro mucho por los dos.
- Gracias Leyla, seguramente a ti también podré verte más a
menudo. - Y podremos hacer otra excursión como le prometiste a
Sirio. - Naturalmente, haremos muchas, ahora tendré horarios más
flexibles. - Esperemos que coincidan con los míos. -
La
cogió la mano por encima de la mesa y la dijo riendo. - Haremos que
coincidan; se miraron nuevamente y si no hubiera habido la mesa en
medio de los dos, también hubieran coincidido sus labios,
mantuvieron aque silencio íntimo, solo superado por el roce de sus
manos y su piel.
Cuando
se despidieron, Carlos no se atrevió a hacer, lo que tanto deseaba,
controló ese deseo diciendo: - te llamaré. -
Ella,
caminó hasta la parada del autobús, y se volvió para decirle adios
con la mano.
Él
la respondió igualmente y siguió su camino.
Leyla
era una mujer maravillosa, o al menos a él se lo parecía, siempre
ayudando a los demás, personas que venían en pateras cruzando el
mar expuestos a tantas calamidades, aterídos de frío, hambrientos, en
muchos casos abandonados a su suerte en las aguas de un mar que
engullía sus cuerpos día, tras día; los qué lograban sobrevivir,
se aferraban a una vida que en la mayoría de las ocasiones sería
difícil de sobrellevar, pero era tanta la miseria de sus países,
que soñaban encontrarían una vida mejor. - De
eso se ocupaba Leyla, primero les buscaba un lugar donde dormir,
donde tener un plato de comida y desde ese primer alojamiento, con
mucha suerte, encontrar un trabajo, muy difícil en los tiempos que
corrían; pero el trato qué Leyla les daba, la simpatía qué manaba de
ella, hacía que, aquellas personas tuvieran una ilusión. - Le
había demostrado con Sirio esa responsabilidad suya de buscarle una
buena casa de acogida, con una familia caritativa, en muy buena
posición económica, que procurarían al niño, una educación y un
porvenir, además de darle cariño, - cómo había tenido la suerte
de comprobar; - y ahora a él, - una oportunidad de mejorar
económicamente y la ocasión de verle en los ratos libres, puesto
qué casi vivían en la misma casa; - él, ocuparía la vivienda del guarda de la
finca y le parecía un sueño.
Caminó
hasta la casa de Pepa dónde todavía vivía y pensó debería
contárselo, pero esperaría que la cosa estuviera hecha antes de
tocar las campanas al vuelo. Se puso cómodo, tomó su consabido vaso
de leche con cacao y se tumbó en la cama; no sabía: si a soñar con
Leyla, con Sirio, o con los dos, ansiando un dulce sueño.
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Cuando
se despidieron, Leyla cogió el autobús que la llevaría a su
barrio, por la ventanilla divisó a Carlos, pero él no esperaba que
fuese en esa dirección y no miró, luego giraba hacia el centro de
Málaga la zona donde residía; a esa hora no iba mucha gente y pudo
sentarse, se sentía impotente, desazonada, nunca le había importado
su colaboración con aquella organización, es más, le parecía qué
su misión, ayudaba a la personas que se encontraban en una situación
deplorable y sobre todo si se trataba de niños; aunque últimamente
todos aquellos niños que llegaban, no se sabía de dónde, sin
familia, sin lugar de procedencia, la preocupaba; nadie parecía
hacer preguntas, a nadie le importaba, no parecía un comercio de
menores, la Policía lo sabia, los Servicios Sociales también y ella,
era la encargada de buscarles un buena familia con recursos y nunca
se había preguntado, qué podría haber detrás.
David,
debía ser una persona importante dentro de la organización, pero no
sabía hasta donde, solo qué en este caso de Sirio, él fue quien le
pidió, ser su tutor de acogida, tuvo mucho interés en ello,
Sirio es un niño encantador, muy inteligente, con conocimientos
importantes en astronomía, en informática, parecía saber otras
lenguas; a ella le parecía increíble en un niño de esa edad, pero
más increíble, qué David tuviera conocimiento de ello, de ahí su
interés de que formara parte de su familia.
La
organización para la qué David y Leyla colaboraban, OSEIA, (Organización en
Seguridad y Experimentación en Inteligencia Artificial), aglutina a
varios países, cuya experimentación en tecnología, especialmente
en el campo de la robótica, eran pioneros en estos experimentos;
Estados Unidos, Canadá, Holanda, Reino Unido y quizá los más
importantes, Japón y China.
En
la década anterior, destinaron miles de millones de euros en
inversiones informáticas, como también lo hicieron las grandes
empresas; los robot, ya se emplean con éxito en la actualidad en la
sanidad, sobre todo en operaciones dónde la nanotecnología es la
técnica más importante en operaciones complicadas y la mano
de los médicos y el instrumental quirúrgico no pueden llegar. Un
nanorobot tan pequeño, puede introducirse en una célula, en una
gota de sangre, que circulará no sólo por las arterias, sino qué,
por su tamaño, puede hacerlo por los vasos sanguíneos más pequeños
y llegar a todas las partes del cuerpo humano mandando información
de las lesiones que pudiera haber en cada órgano, en cada músculo,
incluso en cada neurona.
Un
proyecto secreto importante en este campo de la nanotecnología, era
la implantación de un robot tan sumamente pequeño en el cerebro de
una persona, que sería prácticamente imperceptible a cualquier
microscopio hasta ahora inventado.
Este
proyecto llevado con gran secretismo por los gobiernos que lo
experimentan como técnica de guerra; implantado en los soldados sin
complicación alguna con una simple hipodérmica, no notarían eran utilizados, para lograr que su autoestima creciera, su
osadía ante los retos de una guerra y su nivel de acierto a la hora
de localizaciones, tanto de hombres como de máquinas y su destrucción
inmediata.
Esta
experiencia de los nanorobot tan beneficiosa para la humanidad, puede
ser también terriblemente perjudicial, según se utilice.
La
revolución en este campo de la robótica y de tantas otras
tecnologías, que se pueden llevar a cabo y qué ya, es muy difícil
desarticular, nos está sumiendo en una incertidumbre; los gobiernos
no están preparados para asumir los costes que tendrán en la
sociedad: falta de empleo, conflictos sociales, producidos por la
falta de trabajo, de recursos y de alternativas ante
ordenadores-robot, que harán la mayor parte de los trabajos
destinados a los humanos. La economía capitalista que basa su
ventaja en la productividad, desarrollará las aplicaciones
informáticas, en sectores donde no necesitarán para nada a la
persona y el problema se agravará.
OSEIA
a priori, parecía querer paliar en parte, que los recursos sociales
no se perdieran ayudando a toda la gente que huyendo de las guerras
y la hambruna de sus países, venía a España, Italia y Grecia, que
se veían desbordados con las personas que llegaban en pateras por
el Mediterráneo, incluyendo niños y embarazadas, hambrientos y
ateridos de frío.
Leyla
se ocupaba de colaborar con la organización buscando casas de
acogida a los menores y trabajo a la gente que principalmente venía
de sus países, con una formación, con unos estudios.
Pero
últimamente su preocupación crecía por la llegada de niños cada
vez más pequeños, que no se sabía su procedencia y cuyos
conocimientos, le parecían impropios para su edad; lo comentaba con
David y él le decía, que serían niños bien educados y formados de
familias, que habían fallecido en bombardeos selectivos de ciudades
ricas e importantes y su obligación como personas comprometidas con
OSEIA, era, no hacer preguntas.
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Carlos
caminó por la playa hacia el chiringuito de Raúl pensando qué sería
uno de los últimos días de su trabajo allí; le
costaba enormemente dejar a sus compañeras, con las que había
compartido cinco años de sus vidas y a su jefe Raúl, que le había
demostrado sobre todo en las últimas semanas, ser una persona,
caritativa, comprensiva y cariñosa.
Oyó
las voces de María y de Marta que le llamaban, casi siempre se
encontraban en ese punto y juntos hacían el resto del camino. Cuándo
llegaron a su altura, María le dijo: ¿será hoy el último día qué
compartamos camino y trabajo?, - no sé María, dependerá si Raúl
ha encontrado ya a mi sustituto; - creo, dijo Marta: - que un familiar de su mujer, un primo o algo así, lo comentó en la peluquería, ya
lo sabe todo el barrio y qué tú, vas a trabajar en la casa de
acogida de Sirio; - Málaga no es tan grande como dicen, todo se sabe.
- Sí, dijo María, no me extrañaría que ya hubiese llegado a oídos
de Pepa tú casera. - Pues me caerá una buena por no habérselo
dicho. - Bueno, pues que diga lo qué quiera, contestó María, siempre has
tenido una gran deferencia hacia ella y no tendrá otro inquilino
como tú, también sentirá que te vayas, aunque no tanto como
nosotras, ¿verdad Marta?; - desde luego, has sido un buen compañero,
te echaremos de menos. - Ni qué me fuera a ir al fin del mundo, Mijas
está ahí mismo y vendré a visitaros con Sirio, él también os
quiere mucho y me obligará a venir más de una vez. - ¿Tendrá qué
obligarte?, dijo María, no tienes corazón. -
- Me acordaré de ti de vez en cuando, no soy tan olvidadizo, al
fin y al cabo hemos trabajado juntos cinco años; guiñó un ojo a
Marta y ésta se echó a reír. -
María
se puso roja, no sabía si de rabia o por otra razón. - ¿Te estás
riendo de mí?. - La sujetó por los hombros y le dijo riendo, es
broma mujer, no te enfades, claro qué me acordaré mucho de ti, bueno de las
dos y vendré a visitaros a menudo. -
María
no pronunció una palabra el resto del camino, Carlos la miraba de reojo y
sintió punzadas en el estómago; le costaría mucho no verla todos
los días, la verdad que, la proximidad de estos años había
creado unos lazos difíciles de deshacer, aunque sin saber por qué,
no era así hacia Marta.
Llegaron
al chiringuito y Raúl les presentó a Mario, el nuevo camarero. Si
quieres, ya no tendrás que venir mañana, podemos ajustar cuentas
cuándo quieras. - No sabes cuanto me cuesta dejar esto, por muchas
razones, he estado muy a gusto aquí, y tú sabes qué, si no fuera por
Sirio, no me iría, pero es superior a mis fuerzas, necesito estar
cerca de él, nunca me había pasado encariñarme así de un niño,
siento qué me necesita, y el caso és que no se por qué, tiene todo
lo que desea en esa casa. -
- No
te apures, te entiendo perfectamente, ese niño nos ha ganado a todos
y diría, también nos ha cambiado. - ¿Tú también has notado
qué es especial?. - Tan especial Carlos, que ha hecho que la vida,
tenga sentido. - Esa misma sensación tengo yo, desde que le encontré
en la playa. -
- ¿Te
importaría si me marcho?, tengo que hablar con mi casera, antes de
que le lleguen noticias, ya sabes lo quisquillosa qué és y quiero
terminar mi estancia allí, amigablemente. - Bueno, pero tenemos que
echar cuentas. - No te preocupes ya me pasaré, no te hagas
ilusiones, no te lo voy a perdonar. -
Marta
le abrazó y le besó en las mejillas, aunque no pudo decir una
palabra; pero a María no la veía por ninguna parte: - miró en la
trastienda, en la cocina, hasta en los baños, pero nada, cómo si se
la hubiese tragado la tierra; descorazonado, echó una última
mirada, había desaparecido. - Tenía
la esperanza de encontrarla en la playa y poder despedirse de ella, pero tan poco estaba allí; siguió su camino, aunque volvió la cabeza
varias veces, no la vio, con tristeza caminó hacia la casa que
todavía compartía con compañeros de piso; llamó suavemente en la
puerta de Pepa, su voz contestó al otro lado, - pasa, me imaginaba que
eras tú; - quiero hablar con usted, - se lo qué vas a decirme, que
te vas. - ¿Cómo se ha enterado?, - las noticias vuelan. - Desde
luego que vuelan, hasta ayer no lo tenía decidido, anoche no la
quise decir nada, por si algo salía mal, pero ya veo, que para
algunas lenguas, no hay secretos en este barrio. - Ni en este, ni en
ninguno, lo que no se sabe, se inventa; - si, ya lo veo; - Pepa,
como le he pagado todo el mes, si no le importa, haré la mudanza
poco a poco, aunque los muebles son suyos, así que poca cosa, mi
ropa y libros, la semana que viene le daré la llave por si hay algún
arreglo que hacer lo hablamos, no quiero tengamos problemas, ya
sabe que siempre la he respetado.
No
te preocupes, seguro todo está bien, siento mucho que te
marches, nunca me has creado problemas, no encontraré otro inquilino
como tú. ¿Ya no te ha molestado la policía?. - No Pepa, no se lo
qué estarían buscando, ni la idea qué se harían cuándo encontré a
Sirio en la playa, pero no me han vuelto a molestar. - Hasta mañana
Pepa, ya hablaremos. - Hasta mañana Carlos; quedó con la puerta
abierta mirándole, mientras subía la escalera.
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