NOVELA SERIALIZADA: EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS. CAPITULO VI




EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS



CAPITULO VI





Cogió algo de ropa, el dinero que guardaba para imprevistos y lo metió en su mochila por si tuviera que volver tarde; marcó el teléfono de David y su voz sonó amigable, - hola Carlos, esperaba tu llamada, ¿qué has decidido?, - voy para tu casa, creo que es mejor hablar personalmente, pero tardaré, me encamino a la estación de autobuses, espero coger el de las once. - De acuerdo Carlos hasta luego.

Mientras se dirigía a coger el autobús pensó en la reacción de Sirio cuándo le diera la noticia. - David le dijo: que se lo dijera él; le agradeció la deferencia, era lo lógico, pero al fin y al cabo Sirio vivía en su casa y era lo más parecido a un padre, al menos hasta qué encontraran a su familia; al pensar en ello, sintió pena, ¿qué pasaría cuándo los encontraran?, ¿qué pintaba él si se diera esa situación?, es más, ¿qué pintaba ahora?, David era su tutor, ahora eran su familia; ¿por qué ese afán de estar cerca de él, de protegerle?, si era una persona sin recursos, ni siquiera podía mantenerle; dejó de pensar en ello, solo pensaría en la cara qué pondría Sirio y en la alegría qué le daría y que él también sentía; sería positivo, ya era hora de que todo cambiara en su vida.

A David, le pareció bien su proyecto respecto a la seguridad de la casa y de la finca, le confesó, no pensaba  tuviera esos conocimientos de electrónica e informática; le dio dinero para que comprara todo lo necesario, todo lo que necesitara. Estaba contento, había sido más sencillo de lo qué suponía y esperaba, no defraudar al que ahora era su jefe.

Adrián, Daniel y Sirio terminaron sus clases con aquellos profesores particulares, que diariamente les daban lecciones de todas las materias que según David necesitaban. Carlos le había preguntado por qué no asistían al colegio que estaba muy cerca de allí y tenía fama de ser un buen colegio y su respuesta fue: que quería, tuvieran una educación en valores y principios que no se daban actualmente en la escuela, y qué, cuando tuvieran la edad a estudios universitarios, estarían suficientemente formados, e informados, para asumir esos retos.

Carlos, creía era una equivocación, necesitaban según su criterio, estar con otros niños de su edad, convivir y jugar con ellos y distintos profesores les enseñaran con otros metodos, reforzaría su visión en la vida; pero David los protegía, no entendía muy bien por qué.

Cuando los niños le vieron, los tres corrieron a su encuentro, Sirio se abrazó a su cuello riendo y él les besó con emoción, no sólo había logrado el cariño de Sirio, sino también el de Adrián y Daniel unos niños encantadores y educados; quizá David, no estuviera tan desencaminado.

Contó a Sirio que trabajaría allí y se verían todos los días. David se lo había propuesto y él había aceptado; viviría en la casa del jardín; se abrazaron de nuevo y la cara de alegría del niño era, la que se había imaginado cuando se lo contara.

Paula bajaba por la escalera, estaba al corriente de todo, le saludó y le pidió que se quedara a comer; los niños reían y le decían: - sí, sí, Carlos quédate, ante tal insistencia no pudo negarse.

Paula, era una mujer joven, no parecía ser madre de dos hijos; Adrián y Daniel tendrían seis o siete años, los mismos qué debía tener Sirio y debió tenerlos muy joven; su mirada era insistente, con aquellos ojos azules, sugerentes y vivaces que daban a su cara una luz y una armonía, y hacían que su belleza, sin llegar a ser excesiva, enamorara a todo el que la conocía; Carlos ante esa insistencia escrutadora de sus ojos, no podía por menos que sentirse incomodo, aunque trataba de disimular.

Pasó la tarde con los niños y ultimó detalles con David para empezar su trabajo.

Tardó dos días en reunir lo necesario para su proyecto informático: cables, sensores de movimiento, programadores, inhibidores de frecuencia, todo para conectar a dos ordenadores que controlaría: uno desde su vivienda durante la noche, y otro que instalaría en la oficina y adaptaría en la planta baja de la casa, asequible a cualquier problema que pudiera surgir.

Un amigo de Raúl, le ayudó a trasladar sus pertenencias en su camioneta a su nuevo domicilio en la ciudad de Mijas.

David, llamó a Carlos, le pidió subiera a su despacho; - adelante pasa, toma asiento, tengo que ausentarme unos días; uno de mis trabajos, consiste en la colaboración con la Organización en Seguridad y Experimentación en Inteligencia Artificial. Cómo te imaginarás, están especializados en el campo de la tecnología industrial, principalmente interesados en el campo de la robótica, a la que han destinado mucho dinero y están decididos a llegar a grandes avances por su importancia sobre todo, en la economía global empresarial. Ya te iré informando poco, a poco sobre mi trabajo por si quieres colaborar con la organización como hace Leyla voluntariamente, pero cómo digo, ya te contaré
.
Quiero estés muy pendiente de mi familia en estos días; los niños seguirán con sus clases y si Paula necesita algo, te lo dirá; para cualquier cosa, llama a mi número privado.

Me dirijo a Lyón (Francia), al centro internacional de la INTERPOL, tengo allí una reunión con otros colaboradores de distintos países, entre ellos, Reino Unido, Canadá, Holanda, Estados Unidos y varios más, interesados en las complejidades del derecho internacional; la organización está interesada en toda la información que nos puedan dar y asesorarnos jurídicamente, no queremos actuar fuera de los margenes de la ley, muy difíciles de detectar en determinadas causas que defendemos.

- Por lo que me cuentas David, tu trabajo en esa organización es muy importante, no tenía idea de tener un jefe que llevara asuntos tan complicados cómo es la investigación en la robótica. -

David sonrió, - no soy tan importante, ya te he dicho, que solo soy un colaborador. -

- Pues a mí me parece qué la ciencia en ingeniería, es algo muy difícil de entender. -

- No lo creo Carlos, el trabajo que has hecho de seguridad, en la finca y en la casa, es ingeniería informática, que muchos quisieran realizar, es más, yo que tú la patentaba; a mí, si que me has dejado sorprendido por tus conocimientos. -

- Ahora soy yo el que dice, que no tiene ninguna importancia. -

- A mi vuelta hablamos, quiero ponerte en antecedentes sobre cuestiones relacionadas con Sirio. -

- ¿Ha habido noticias de su familia o de su lugar de procedencia?. - No, no es nada de eso, pero tranquilo, no tiene importancia; es solo información sobre su caso que tú debes conocer, y qué hasta ahora, no he creído conveniente supieras quería conocerte mejor. - ¿Y no deberías contármelo antes de irte?. - No és el momento Carlos, tengo que preparar unos documentos importantes; cuándo regrese te contaré. -

Carlos, salió del despacho pensando cual sería la información sobre Sirio, le dejó muy intrigado.

David, no quiso decirle a Carlos la verdadera razón de su viaje; no era a Lyón donde se dirigía, sino a Marsella, y sus motivos eran otros, aunque la verdad tanto o más importantes y trascendentes.

El avión privado de la organización OSEIA, volaba dirección Marsella, tomaría tierra en el aeropuerto de Marignane uno de los cuatro que tenía la ciudad, allí le recogería personal de seguridad para llevarle a un lujoso castillo de uno de los mecenas económicos que contribuía y trabajaba para la organización, y llevaba la investigación en el campo de la tecnología y la robótica.

“Marsella ciudad importante por su posición privilegiada a orillas del rio Ródano y su gran puerto marítimo en el Mediterráneo desde que se abrió el canal de Suéz, en (1869), por lo que se convirtió en centro universitario e industrial, metalúrgico y en derivados del petróleo, actualmente se concentran en el excepcional desarrollo de la biotécnica, en su estudio en la universidad participativa y en la vida parlamentaría y colaborativa con industrias nacionales y organizaciones privadas.”

El coche que recogió a David en el aeropuerto, un magnífico Ford de principios del siglo XX, debidamente puesto a punto en su excepcional tapicería, sus cristales tintados, seguramente a prueba de balas y su gran confort, además de su chófer uniformado al estilo más de la realeza, que de un empresario por muy rico e importante que fuera; se acomodó en el asiento y colocó a su lado el maletín de mano que portaba su ordenador, los discos con sus proyectos y su información sobre los niños: su formación, su educación y su forma de vivir la vida, tal como se le obligaba a grabar, por si hubiera algún problema notificarlo a la asociación en aquellos encuentros; en esta reunión no solo se trataría de aquella cuestión, también tratarían temas con complicaciones legales que tendrían que afrontar, pero seguramente serían los bufetes de abogados los encargados de esa problemática.

Se había convocado a aquella convención a más de veinte personas, en su mayoría científicos con experiencia sobrada en biología y en los campos de la tecnología y la robótica; algunos ya mayores, comprometidos en crear las primeras colonias en el espacio; dos americanos, dos rusos, tres alemanes, algunos japoneses de la empresa ESPAC, cerca del monte Fuji y además, varios representantes del Instituto de Tecnología de Massachusetts y varios miembros de los servicios secretos, franceses, alemanes y estadounidenses.

El coche paró en la lujosa puerta del Hotel Castell, el chófer descargó las maletas y acompañó a David al vestíbulo, donde le estaban esperando un mozo de equipajes y el que se presentó como su ayuda de cámara, un tal Robert Barn; le dijo que, todo lo que necesitara se lo pidiera a él personalmente, estaba allí para informarle y ayudarle en lo que fuera necesario.

- Le aconsejo don David, que si quiere, puede darse una ducha; mientras colocaré su ropa y sus pertenencias y si cree necesario que  le planche algún traje, o alguna camisa, lo haré mientras se asea.

David, no estaba acostumbrado a tanta parafernalia, pero no quería dar la idea de que estaba cohibido y le dijo: - tienes razón Robert, elije tu el traje y la camisa que te parezca mejor y de paso, ¿me puedes decir qué tenemos ahora?. - Pues claro: a la una, tienen un cóctel de presentación para que todos se conozcan, después la comida, y a las cinco de la tarde en el salón Violeta un café, y a continuación en el salón de actos, un gran teatro reformado y adaptado para la ocasión, las intervenciones de los invitados y entre ellas la suya. -

- ¿En qué lugar tengo qué intervenir?.

Lo tiene todo explicado en la mesita de trabajo, los teléfonos de los intervinientes, el del conde anfitrión, don Eufrasio Corrales, un gran hombre, como seguramente entenderá cuando le vea. -

- ¿Y su teléfono Robert, de momento, el más importante para mí, por si le necesito. -

- Desde luego, don David, no lo coja, le llamo y así queda marcado. -

- ¿Entonces, tú tienes mi número?. - Era imprescindible, por si me necesitaba. - ¿Y no falla aquí la seguridad, Robert?. - Para nada, estamos todos más que controlados; “cuidado cuando se duche” y le guiñó un ojo. -

David sonrío la osadía de Robert, aunque la verdad, le dejó dudando.


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