NOVELA SERIALIZADA: EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS. CAPITULO IV



EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS




CAPÍTULO IV





Cogieron el autobús que les llevaba al parque de atracciones, cuando llegaron tuvieron que esperar más de veinte minutos para entrar, era un día sin colegio y las familias iban allí con los niños, hay grandes atracciones para ellos con las que disfrutar: el teatro al aire libre, donde por las mañanas tienen diferentes sesiones de payasos, representación de marionetas, cuenta cuentos, y fuera del teatro, coches eléctricos que ellos pueden conducir, trenes de las brujas y todo para divertir a los pequeños, así como algodón dulce de diferentes colores y sabores.

A Sirio, le llamó la atención aquella nube de colores que comían los niños, Carlos se dio cuenta por la expresión de su cara, no sabía lo que era; se acercó al puesto y pidió: una de color rosa y otra de color blanco. - Así pruebas los dos, y comes el que más te guste. - Este de color rosa, sabe a fresa, ¿puedo comerme éste?, - Claro el que tú quieras, ¿nunca lo habías probado?. - No, nunca. - ¿En tu país no hay algodón de azúcar?. - No sé, no lo he visto. -

- Oye Sirio, ¿todavía no recuerdas la ciudad de dónde vienes, dónde está tu casa, o si tienes papás?.

- Me acuerdo de algunas cosas, pero casi todo se ha borrado en mi cabeza y no quiero recordar, me pongo triste, en el hospital me pusieron un casco con muchos cables y luego me dolía la cabeza, no me preguntes más Carlos, hemos venido a divertirnos; - tienes razón, ya no te preguntaré más, sólo cuándo tú quieras contármelo.

- Mira Sirio en el teatro va a comenzar un espectáculo de marionetas ¿quieres que pasemos?, - sí, me gustan mucho las historias que representan. -

Iban a pasar al teatro, cuando oyeron que alguien les llamaba, se volvieron y vieron a Leyla; Carlos, no podía disimular su alegría y Sirio, otro tanto.

- Que casualidad, dijo Carlos, nunca hubiera pensado encontrarte aquí. - Leyla sonreía, pues ya ves, telepatía. - ¿No será que has hablado con David y el te lo ha dicho?.- Me has descubierto, serías un buen detective, tienes intuición. - Yo creo, tengo muchas cosas más; - los dos rompieron a reír. -  Sirio, cogió a cada uno de una mano y tirando de ellos les decía: - vamos correr, va a empezar. -

Se sentaron cerca del escenario, Sirio entre los dos, y los tres, compartiendo el algodón dulce, unas veces el de fresa y otras, el blanco, y los tres, luciendo bigotes de los dos colores, cuando se percataron se echaron a reír y hubo quien les llamó la atención.

Carlos y Leyla se miraron sonriendo y el pensó que no había sido tan feliz en su vida y Sirio, era el responsable.

Subieron en la noria, en los coches de choque, en una barca gigante que casi daba la vuelta, en las alfombras voladoras, ahí Sirio subió con Carlos, no tenía el peso apropiado y era imprescindible subir con un adulto; sujetó fuertemente al niño y este no paraba de reír; cuando bajaron de la segunda subida a la noria, Sirio trepó por la espalda de Carlos y se puso a caballito; - oye le dijo, - ¿no eres mayorcito para esto?, pero entre risas le llevó un buen trecho.

- No os parece ¿que es hora de comer?; - se sentaron en una terraza y pidieron un plato combinado: bistec, huevo frito y patatas fritas, agua para Sirio y dos cervezas para ellos y de postre, tres copas de helado con tres bolas cada una: de nata, chocolate y vainilla. Durante la comida no dejaban de gastarse bromas y reírse, los tres, estaban disfrutando.

- Creo deberíamos coger el autobús hacia la playa; tú Sirio querías pasar la tarde con Raúl, con María y con Marta, tienen muchas ganas de verte. - Pues claro también yo, ¿vendrás con nosotros Leyla?. -
 
Tengo que regresar a mi trabajo, he pasado una mañana genial, hacía tiempo que no lo pasaba tan divertido; os acompañaré en el autobús, pero yo, me bajaré antes. - Te llamaré Carlos, pasarlo bien. - Gracias Leyla, me alegro que hayas venido. -

Ella bajó del autobús y Carlos la siguió con la mirada hasta desaparecer de su vista.

Cuando llegaron al chiringuito de Raúl, Sirio se dirigió a el corriendo, le abrazó con fuerza, y no pudo disimular la emoción por el cariño que le demostraba el niño, al que no había tratado más que unas horas el día que Carlos se presentó con el y les contó su historia; después se acercó a María la abrazó, y lo mismo hizo con Marta, - eran sus amigos, - los primeros que conoció y le ayudaron, era un niño agradecido lo demostraba con sus actos.

Se había corrido la voz de aquel extraño niño que llegó a la playa y no recordaba su nombre, ni de dónde venía; ese misterio se hizo eco entre la gente que acudía a aquel chiringuito, sólo, por la curiosidad de verle.

La familia de Raúl también bajaron y los niños jugaron en la playa como si se conocieran de toda la vida.

Carlos se sentía satisfecho, había logrado que Sirio fuese feliz aquel día como le había prometido. Ahora le quedaba hablar con Pepa su casera para que le dejara pasar allí la noche. La llamó, al principio le puso pegas, pero le pudo más la curiosidad de conocer al niño y accedió con la condición que se lo presentara.

Llegaron a la casa y Sirio procuraba no hacer ruido, Carlos reía. - No te preocupes, he hablado con mi casera y me ha dicho: -que  puedes quedarte, -  te la voy a presentar, es un poco cascarrabias, pero es una buena mujer.

Llamaron a la puerta; cuando vio al niño se quedó mirándole extrañada y dijo: - así, que tú eres Sirio. - Si señora, gracias por dejarme pasar aquí la noche con mi amigo Carlos. - Pepa, llamame Pepa, y puedes venir cuando quieras. - Carlos sonrío, a otra que se la había ganado con esa simpatía suya tan arrolladora; era un niño muy especial, no tenía ninguna duda.

¿Habéis cenado?, - si, dijo Carlos, - si, continuó Sirio, en el bar de mi amigo Raúl, "le salió con orgullo".

- Bueno, de todas formas, no me despreciaréis un vaso de leche y un bizcocho. - Sirio miró a Carlos, que asintió con la cabeza; sabía que si se la ganaba, como creía ya había sucedido, no le pondría pegas si cualquier otro día hacían otra excursión; la verdad es que el, ya no podía prescindir de su compañía.

No pudieron evitar que Pepa les cosiera a preguntas, pero Sirio, con su inteligencia la envolvía de tal modo, que sus respuestas, dejaban a Carlos admirado, a el, no se le habrían ocurrido; alegando estaban cansados y tenían que madrugar, se levantaron, le dieron las gracias, y Sirio, antes de salir por la puerta, la estampó un beso en las mejillas y dejó a Pepa tan emocionada que no supo que decir.

Carlos sonreía por lo bajo y la dijo: - hasta mañana Pepa y gracias de nuevo. -

Subieron a su habitación, se asearon, Sirio se puso el pijama que traía en su mochila y de un salto subió a la cama, - ¿dormirás conmigo como aquella noche?, - pues claro, contestó Carlos, ¿tú ves otra cama por aquí?, - Sirio rompió a reír, - anda, hazme sitio, - y imitando al pequeño, subió de un salto, los dos rieron, Carlos emocionado. - Sirio le abrazó. - lo he pasado muy bien, nunca me había divertido tanto y ha sido estupendo que haya venido Leyla, - tú también te has alegrado, a que si, pues claro, es una chica muy simpática. - Y muy guapa,  ¿es que no te has fijado?, - sí, sí, me he fijado, le dijo Carlos haciéndole cosquillas sin parar de reír, – bueno, María también es muy guapa y te mira mucho. - Anda vamos a dormir, es tarde y mañana tenemos que madrugar, - vale, - besó a Carlos, se giró en la cama, estaba tan cansado, que se durmió al momento.

Aquel niño llegó a su vida como un regalo inesperado; pensó en Leyla, conocerla, despertó en el sentimientos desconocidos hasta ahora, pero su mente le decía una y otra vez, que no podía ser; con ese pensamiento se durmió y soñó: "soñó, con sus ojos color caramelo, con sus labios, rojo carmesí, con su pelo enredado entre sus dedos", - despertó con esa ensoñación, con esa sensación agradable de un sueño que, durante tantas noches le había asaltado con peligros inminentes, tanto para el, como para Sirio.

Carlos, despertó a Sirio que bajó de un salto de la cama; le besó en la mejilla, diciéndole: - que bien he dormido esta noche, tenemos que repetir lo de ayer, me caen muy bien Raúl y María, es una chica muy simpática, la he tomado mucho cariño, entiende todo lo que le digo, cuando le explico alguna de las cosas que me pasan, me escucha y siempre me da buenos consejos; creo que tú le gustas mucho; - ¿a sí?, ¿te lo ha dicho ella; - eres tonto, no hace falta, ¿no ves como te mira?, - es mi compañera Sirio y nos tenemos afecto. - si, también Marta es tu compañera y no te mira así; - claro ella tiene novio. - ves, me estás dando la razón, María te gusta, pero no quieres admitirlo. - Sabes que eres un metomentodo. - eso es, que acierto, ¿verdad?; - vamos, termina de desayunar, nos tenemos que ir, hoy tienes clase con tus profesores. -

- Entre tú y yo Carlos, son unos muermos, ya sé todo lo que me enseñan. - Todo ... todo, ¿no hay nada que no sepas?. -

- Pues no, cuando nacemos, en nuestra estrella, nos implantan un chip con todo lo que debemos saber: - sobre los seres humanos, los animales, las galaxias, el comportamiento, la educación, - y cuando tenemos una determinada edad, "ese chip", lo reemplazan por otro, - con más conocimientos, y comportamientos de adultos; -  no necesitamos ir al colegio. -

- Sabes Sirio, ahora mismo a mí, no me está gustando nada tu comportamiento, creo que te estás burlando de mí, eso, o quiero pensar que eres un niño muy fantasioso. - No me burlo de ti, es verdad lo  que digo. - Vamos, vamos, coge tu mochila es tarde. -

Cuando pasaban por la puerta de Pepa, les estaba esperando. - Hola Sirio, ¿ya te vas?, toma este trozo de bizcocho, como anoche te gustó tanto, te lo he guardado; ¿volverás otro día?. -

- Pues claro, muchas gracias. -

Carlos sonreía, definitivamente se la había ganado; pero no dejaba de pensar en lo que le había dicho Sirio.

Llegaron al chalet de David y como siempre, la puerta se abrió lentamente y Julián esperó que entrasen para volver a cerrar.

- Hola Julián, saludó Sirio. - Hola Sirio, ¿lo pasaste bien ayer?. - Estupendamente, gracias. -

- Buenos días don Carlos. - Buenos días, sin don, por favor, - ¿está el señor?. - Si, está esperándole, le acompaño a su despacho, quiere hablar con usted. - ¿Conmigo?, - si, eso me dijo.

- Sirio, sube a clase, ya están allí Daniel y Adrián con el profesor. -

- De acuerdo, - adios Carlos, ¿cuando vendrás?. - no sé, ya conoces mi trabajo, te llamaré. -

Siguió a Julián, ¿habría averiguado David, por qué le investigaba la policía?; llamó a la puerta y una voz al otro lado contestó, adelante. - Se levantó, se acercó y estrechó la mano de Carlos.

- Toma asiento por favor; quiero proponerte algo. - No puedo entretenerme, tengo que volver al trabajo.

- Serán solo unos minutos; necesito una persona de confianza, Julián está mayor, cumple con su cometido en la finca, pero las nuevas tecnologías no son lo suyo y son prioritarias en estos momentos para la seguridad de mi familia; he pensado en ti, veo el cariño que tienes a Sirio y así podrás estar más tiempo con el, también me preocupa su seguridad; ¿tienes conocimientos de electrónica o de informática?. -

- Estudié electrónica, pero no terminé mis estudios, tuve que ponerme a trabajar y en cuanto a informática, se me da bastante bien, más porque me gusta investigar, que por estudios, pero me defiendo. -

- ¿Seriás capaz de instalar un sistema de seguridad, en toda la casa y la finca?. - Podría estudiarlo, pero mi trabajo me deja poco tiempo libre. - Te propongo que trabajes para mí, vivirías en la casa del jardín, tendrías tu independencia, a no ser,  prefieras vivir fuera, pero eso no sería ningún inconveniente y del sueldo hablaríamos, piénsalo Carlos. -

- Es muy tentador lo que me propone, pero no quiero dejar colgado a Raúl, al fin y al cabo llevo muchos años trabajando para el, nos respetamos y nos tenemos afecto, no puedo hacerle esto. -

- Sólo te pido que lo pienses, es tu vida y se que Sirio se alegraría mucho. -

- Lo pensaré David, en unos días le contesto, ahora tengo que marcharme. -

- No lo demores demasiado, espero tu llamada. -

Cuando llegó a su trabajo encontró a Raúl serio, le conocía bien y no le gustaba que sus trabajadores llegaran tarde, no le dijo nada por deferencia, sabía que había llevado a Sirio a su casa y por esa vez, lo pasó por alto.

Carlos, no podía dejar de pensar en la propuesta de David, era una gran oportunidad para cambiar su vida, allí nunca prosperaría, pero a Raúl no le iba a hacer ninguna gracia; tenía que hablar con el, sincerarse, sería lo mejor, y darle tiempo a buscar a otra persona, el estaría hasta que aprendiese.

Pensó en María, se llevaba muy bien con ella, era una chica muy guapa y sobre todo muy responsable, siempre preocupada por su madre a la que cuidaba todo su tiempo libre; alguna vez estuvo tentado a invitarla a salir, pero el también tenía que ser responsable, con el dinero que ganaba no podía tener una relación seria; quizá ahora si se decidía a decirle a David que sí, eso también cambiase.

Al terminar la jornada laboral tenía la oportunidad de hablar con María, Marta terminó antes su turno y se marchó. Siempre compartían camino hasta que ella cogía el autobús hacia su casa.

- Vamos a sentarnos en ese banco quiero contarte una cosa y me digas que te parece; estoy hecho un lio y quizá tú, me saques de dudas. Se sentaron en el paseo, iluminados por la tenue luz de una farola, y María miró largamente a Carlos preguntandose que le querría contar; - el, hipnotizado por lo que nunca antes había apreciado en sus ojos, y sobre todo, por esa  mirada, - le dejó confundido sin saber, como empezar a decirle lo que le preocupaba.

Fue ella quien le sacó del letargo preguntando: - que es lo que me quieres contar, estás muy serio, no has dicho palabra en todo el día. -

- Cuando he llevado a Sirio al chalet de David me ha hecho una propuesta, me ha pedido que trabaje para el; estoy dándole vueltas, es una gran oportunidad, pero no se como decírselo a Raúl, no se lo va a tomar nada bien.-

- Es una noticia estupenda, no puedes desaprovecharla, Raúl lo entenderá y si no es así, peor para el; yo no lo pensaría, aquí no tenemos ningún porvenir y no creo te salgan muchas ofertas como esa, no la dejes escapar. -

- Gracias María, mañana hablaré con el. - ¿Y tú?, hace tiempo que no hablamos, como se encuentra tu madre. - De momento está estabilizada, pero no pueden darle más sesiones, la debilidad la ha dejado sin fuerzas y no se que hacer para aliviarla. -

- Eres muy buena persona María y sobre todo muy buena hija, cuidas a tu madre en cada momento, no tienes tiempo para ti, no descansas, no puedes seguir así, ojalá pudiera ayudarte. -

- Gracias Carlos te lo agradezco, pero no puedes hacer nada; debemos irnos o no cogeré el último autobús. Habla con Raúl. -

Así lo hizo al día siguiente, habló con el, le contó la oferta de trabajo que le había ofrecido David y pese a que en principio pensó le molestaría, no fue así, comprendió le interesara, le felicitó y le dijo, que el no le pondría ninguna pega, seguramente habría muchas personas interesadas en su puesto.

A Carlos se le quitó un gran peso de encima y pensó en la cara que pondría Sirio cuando se enterara.

Llamó a David, le dijo, -que contara con el; en unos días se verían y se pondrían de acuerdo. - Se sentía contento, empezó a cavilar en el proyecto que presentaría para la seguridad de la propiedad con las nuevas tecnologías; hacia años abandonó ese estudio que le tuvo absorbido varios meses, pero que al final no terminó, lo recuperaría de nuevo, pediría los planos de la finca y de la casa, para sus previsiones. Estaba eufórico y confiado y con ganas de empezar cuanto antes, necesitaba ese empujón para salir de su situación y su desánimo.












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