NOVELA SERIALIZADA: EL MISTERIOSO NIÑO DE OJOS RASGADOS. CAPITULO III


EL  MISTERIOSO NIÑO  DE   OJOS  RASGADOS


CAPITULO  III




Ya era tarde para llamar a Leyla, pero dirigió sus pasos hacia el edificio del Ayuntamiento donde trabajaba con la esperanza de encontrarla; las ventanas estaban a oscuras, tan solo en una o dos parecía haber luz; se apagaron en ese momento, esperó, tuvo un presentimiento, quizá esas ventanas fueran de su despacho y saldría en esos momentos. Para su asombro, así fue; al verle le dijo: - ¿qué haces ahí parado?, ¿me esperabas?; - (empezaba a tutearle), él sonrió; - no te lo vas a creer, (siguió con el tuteo), pensé que te encontraría y mi deseo, se ha cumplido.

Vengo de ver a Sirio he estado con él y he pasado la tarde con esa familia; ¿no me dijiste qué fueran tan ricos?; - sí, son gente pudiente, pero son muy sencillos y buenas personas, por eso llevé allí a Sirio, es un niño muy especial y debíamos tener cuidado con qué familia de acogida le dejábamos. - Tienes razón Leyla, es muy especial, tanto, que me da miedo no entenderle. - ¿Qué dices Carlos?, él te tiene mucho cariño, conectasteis enseguida; si hubieses estado casado podrías haber sido su tutor, pero las normas de la acogida dicen: tienen que ser familias y mejor si tienen niños para que se sientan más protegidos. -

- Te soy sincero, cuando salí de esa casa he pensado que no podía competir y mejor, se quedara allí.

- No se trata de eso Carlos, no todo es dinero, pero tu casa, tu trabajo…,

- Sí, sí Leyla, a eso me refería, no te preocupes, lo comprendo.

He hablado con David, parece un hombre comprensivo y tiene a Sirio verdadero afecto; me contó que había ido una pareja de policías de paisano, parecían del servicio secreto y le hicieron preguntas sobre el niño que, ellos deberían saber, y además le dijeron que si notaban en él algo raro se lo comunicara; - ¿no crees qué hay cosas qué no nos han contado?; fueron a la casa donde vivo y la registraron entera buscando algo, no dijeron qué, me amenazaron, y la dueña me dijo que si las cosas seguían así tendría que buscar otra habitación y ya sabes como están aquí los alquileres; quiero a ese niño, pero me está costando muchos problemas, y lo peor, no tengo como ayudarle; ¿habéis descubierto algo de sus padres o de su vida?. -

- No, nada nuevo, han buscado con su foto en todos los archivos de la Policía de muchos países, hasta la Cía y la Interpol por si se trataba de algún secuestro, aunque por lo visto no es el único niño que ha aparecido en esas circunstancias y en distintos sitios, pero no tenían noticias de que hubiera ocurrido también aquí en España, siempre en las zonas costeras, por eso se piensa se trata de emigrantes; lo que sí es un misterio que ninguno recuerde su nombre ni de dónde viene. -

¿Y todos son niños, niñas no?, - Carlos niños y niñas. - ¿Y qué piensas de todo esto Leyla?. - Pues nada, ¿qué voy a pensar?.- ¿No te parece extraño?. - Eres muy imaginativo Carlos. - No lo sabes tu bien, si pudieras ver mis sueños; (los dos rompieron a reír); - sueños, o fantasías Carlos; - si, tu ríe, pero todas las noches me despierto empapado en sudor; no sé, siempre termino en el fondo del mar buscando a Sirio. - ¿Sabes lo qué creo?, te sientes responsable por no poderle ayudar, que tienes esa responsabilidad por haberle encontrado en esa playa, pero no es así, tú has hecho lo que debías, ya ves que él está bien; todo está en tu cabeza, es psicológico. -

Bueno Carlos es tarde y estoy cansada te llamaré, no pienses tanto; adiós, nos vemos. -

- Adiós Leyla y gracias. -

Ella, sin volverse le dijo adiós con la mano. Aunque era tarde Carlos prefirió caminar, le quedaba un buen trecho hasta su domicilio pero quería aclarar sus ideas; Leyla le decía que eran imaginaciones suyas, él sentía que había algo más, algo misterioso, o al menos, se escapaba a su inteligencia.
 
¿Quién és este niño de ojos rasgados?, a David le habló de su estrella, le dijo: la veía todas las noches y le pidió que le llamase Sirio, era un nombre extraño y ¿por qué la llamaba su estrella?, ¿cómo un niño tan pequeño tenía ese conocimiento del firmamento?; sabía era la estrella que más lucía y su resplandor eclipsaba al de las demás, ¿quién pudo enseñarle esas cosas?; cuanto más lo pensaba, más se sorprendía, y más se interesaba por él; estaba deseando poder ir a buscarle y pasar tiempo en su compañía a ver si al pasar más horas con él vencería su desconfianza y abriría su mente y su corazón; deseaba ayudarle y la única forma era descubrir quién era.

Para llegar a la casa que compartía con diez personas más además de la dueña, tenía que pasar forzosamente por el paseo que le llevaba a la playa, se sentó en uno de los bancos como hacía tantas noches, y como tantas noches, admiró aquellas lucecitas que titilaban haciendo guiños como si quisieran llamar su atención; siempre las miraba con admiración, pero nunca se hizo preguntas que ahora se hacía; cuanto misterio en aquel cielo estrellado, ¿y si ese titilar fuese una especie de morse, de llamada, quién sabe si de ayuda?; su mente, no dejaba de cavilar de hacerse preguntas, antes de conocer a Sirio nunca le habían preocupado las estrellas, es más, no se había hecho preguntas sobre nada, llevaba una vida rutinaria, gris, sin preguntas, sin respuestas, quizá no se las hizo nunca porque sabía no podía tener sueños, no quería sueños que no podría cumplir, se adaptó a su rutina, pero ahora fluían en su cabeza, cada día, cada noche, y se daba cuenta, que necesitaba tenerlos, descubrirlos, como el destello de las estrellas, o como había descubierto a Sirio, él estaba haciendo que su vida tuviera un motivo y tenía que adivinar cual era.

Esa noche no soñó, o al menos, no lo recordaba; marchó a su trabajo como todas las mañanas, se alegro de no ver a Pepa ni a ninguno de los otros inquilinos, no tenía especial amistad con ninguno a excepción de un guineano que vendía fulares por la playa para poder pagar la habitación que compartía con un marroquí por la media pensión que pagaba a la dueña; él no quería compañero, no le vendría mal poder compartir los gastos, pero por otra parte le quitaría independencia y para él era primordial, el único lujo que se permitía.

El día pasó como otro más, la misma rutina de siempre, cuando salió del trabajo estuvo tentado de llamar a Leyla, pero no quería resultar pesado, cuándo ella no le había llamado sería que, no había nada nuevo, aunque se moría de ganas de hablar con ella, le gustaba su amabilidad, esa forma reposada de conversación que te hacía reflexionar ante los problemas y sobre todo, esa luz en sus ojos color ámbar, casi, diría verdes, según la claridad del día que los iluminara, y esa sonrisa que siempre mantenía  y contagiaba sin poder evitarlo.

Nuevamente pensó, del mismo modo que con Sirio, no es para ti, no te ilusiones; pero pese a todo, no se los podía quitar de la cabeza.



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Las comidas y las cenas las hacía en el chiringuito de Raúl, los precios eran asequibles y siempre les tenía una pequeña deferencia, así se despreocupaba; a Pepa no le gustaba se guisase en las habitaciones. Cuando llegaba por la noche, la consabida ducha si estaba libre el baño, la comodidad de un calentito pijama, sus zapatillas de cuadros y el libro que le había dejado María bastante interesante; procuró no pensar en Sirio, ni en Leyla, pero no lo conseguía, hasta que el cansancio y el sueño, lo hicieron posible.

 A la mañana siguiente, iba camino de su trabajo cuando le pareció que un coche de policía le seguía, le adelantó y paró; de su interior salieron dos policías, uno de ellos le miró con seriedad y le pidió se abriera de piernas, empezó a palparle, primero los calcetines y luego los pantalones hasta las caderas; era muy desagradable, sus manos subieron hacía su pecho y sus hombros; le hizo volverse y siguió su reconocimiento, subiendo nuevamente por sus piernas y llegando hasta las nalgas, al notar un bulto en uno de sus bolsillos, preguntó: - ¿qué tienes ahí?, - es mi móvil, el policía metió la mano, lo sacó del bolsillo y se lo quedó; - oiga devuélvamelo - está intervenido, - pero lo necesito para trabajar, - reclameló en comisaría, se le devolverá cuándo haya sido investigado; - ¿pero, por qué me están investigando?, ¿no entiendo nada?, soy una persona normal y trabajadora, puede preguntar en mi trabajo; - ya veremos, dijo el guardia; - ¿puedo irme?, - puede irse, pero debe estar localizable; - y ¿dónde cree qué puedo ir con mi sueldo de barman?,- el guardia no contesto, se metió en el coche y salió disparado.

Carlos, se sentía abrumado, la única explicación que se le ocurría, no le tranquilizaba, miró a su alrededor, estaba solo en aquella calle vacía, como en la vida y su mente, en otra parte; el aire fresco de la mañana le hizo reaccionar y siguió camino de su trabajo. Se sentó en el bordillo del paseo, su cabeza era un cúmulo de ideas sin sentido, por más que pensaba no entendía que relación podía tener su encuentro con aquel niño y con todo lo que le estaba ocurriendo.

María y Marta venían por el paseo; cuando vieron a Carlos allí sentado le llamaron, él se levantó y fue a su encuentro, su seriedad les llamó la atención y le preguntaron si le pasaba algo, estaban llegando al chiringuito y les dijo: - ahora os contaré -. Cuando estaban preparando los desayunos y no había gente que atender, les contó, como le había parado la policía, los cacheos a los que le habían sometido y el requerimiento de su móvil; a su protesta, el guardia le contesto se lo devolverían cuando fuese investigado, los tres quedaron impresionados por lo que estaba contando; Raúl le dijo: - ¿y qué piensas hacer?, - pues si os digo la verdad, no lo sé, no sé a quién acudir. - ¿Por qué no hablas con Leyla?, quizá ella te pueda aconsejar o te saque de dudas por la posición de la policía ante ese acoso a tu persona. -

- Tienes razón la llamaré y también llamaré a David, a ver si él, ha descubierto algo sobre Sirio; tiene amigos en la policía, espero hayan aclarado su procedencia. -

Terminada su jornada de trabajo, cogió el autobús que le dejaba cerca del ayuntamiento con la esperanza de encontrarse con Leyla; caminó en esa dirección, sabía era su hora de salida, a ver si tenía suerte como la otra vez. El corazón le dio un vuelco, vio a Leyla, venía a su encuentro, sonreía, - no se por qué, me imaginé que vendrías, debemos tener telepatía. - Sí, eso debe ser, dijo Carlos.

Quiero hablar contigo Leyla, ¿quieres qué tomemos un café?, un poco más adelante hay una cafetería, ¿te parece?.

Si vamos; se sentaron en una mesa delante de un gran ventanal desde donde veían a la gente ir de un lado para otro seguramente camino de su casa. Carlos y Leyla guardaron silencio mientras la camarera les servía los cafés ; Leyla le dijo: - ¿qué es eso de lo qué querías hablarme?; - no sé por dónde empezar, estoy hecho un verdadero lio; esta mañana me dirigía a mi trabajo y un coche de policía me siguia, paró delante de mi, me cachearon, me quitaron el teléfono, les dije lo necesitaba para mi trabajo y me contestaron lo iban a investigar; como seguí protestando, dijeron lo reclamara en comisaría. Te juro, que jamás me he visto en algo semejante, mi vida es de lo más normal y de un tiempo a esta parte me están sucediendo cosas que no entiendo;  ¿crees qué puede ser por Sirio?,  no encuentro otra justificación; te lo cuento, por si desde tu posición y tu trabajo en el Ayuntamiento te enterases de algo, no sé a quién acudir, he pensado en ti y en David, estoy verdaderamente preocupado y por otra parte, no quisiera molestarte, ni molestarle. -

- No es ninguna molestia, a mi también me intriga esta fijación por tu persona, haré todo lo posible por enterarme, de todas formas es buena idea  lo comentes con David, seguro tendrá más contactos que yo.

- ¿No has tenido ninguna información respecto a Sirio?. - No, te lo hubiera dicho, además, yo he cumplido con mi cometido, buscarle una familia y preocuparme si está bien y de vez en cuando, hacer un seguimiento, ese es mi trabajo. -

- Mañana llamaré a David a ver que me cuenta y de paso, veré a Sirio, le prometí que lo haría. - Terminaron los cafés y se despidieron, mirándose en silencio.

Carlos, caminó más tranquilo, cuando hablaba con ella parecía como si sus problemas se minimizaran, tenía esa sensación al contemplar esos ojos que le transmitían confianza.

De nuevo los sueños casi idénticos como cada noche, sino fuera, porque Sirio esta vez, ascendía del mar en un haz de luz verde gelatinoso y tiraba de él con una mano y una fuerza impropia de un niño, sin embargo no recordaba que el sueño fuese tan desagradable.

En cuanto tuviera unos minutos en su trabajo, trataría de quedar con David.



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Estaba atendiendo las mesas de la terraza y vio a Raúl sentado en una de ellas conversando con dos hombres, le extrañó, su jefe no abandonaba la barra sino era por causas justificadas, parecían hablar muy seriamente;  fue a buscar el servicio para las mesas y María estaba en su lugar sirviendo las copas; - ¿no me digas qué Raúl te ha ascendido?, - qué más quisiera yo, han venido dos hombres, se ha llevado tres cervezas y está hablando con ellos, - sí, ya le he visto, ¿sabes qué querían?, - ni idea Carlos. Me ha dicho, atiende la barra, tengo que hablar con estos caballeros, se han sentado en aquella mesa y no se más. - Bueno, ya nos contará si quiere. -

Cuando terminaron de recoger y dieron por finalizada la jornada, María sonriendo le dijo a Carlos, ¿te vienes?, - si, esperarme.- Pero llegó Raúl, un momento Carlos tengo que hablar contigo; María se asomó a la puerta, ¿te vienes o qué?, - no me esperéis, hasta mañana.

Raúl se sentó en una de las banquetas de la barra y le indicó a Carlos que también lo hiciera; habrás visto que he estado hablando esta tarde con dos caballeros; eran policías y me han pedido informes sobre ti, sobre tu trabajo, el tiempo qué llevabas aquí, si eras persona qué se metía en líos, si tenias trapicheo con las drogas, o si te veía con emigrantes de dudosa legalidad; les dije,  te conocía hacía más de cinco años que son los que llevabas trabajando aquí y que siempre habías demostrado ser una persona honrada y trabajadora, tratabas a todo el mundo con amabilidad y por eso estabas conmigo tantos años. -

- ¿Te hicieron alguna pregunta sobre Sirio?. - sí, me preguntaron cómo lo habías conocido; - ¿y tú qué les dijiste?, - les conté la verdad, que lo encontraste en la playa y lo habías traído para pedirme permiso de faltar al trabajo y llevarlo a los Servicios Sociales como te indico la policía. - ¿te preguntaron alguna otra cosa?, ¿o te dieron alguna recomendación sobre mí?. - no Carlos, me dieron las gracias y se marcharon. ¿por qué te esta pasando esto?, - eso es lo qué me gustaría saber, mi vida era tranquila hasta ahora y no entiendo qué tiene que ver mi encuentro con Sirio, con todo esto. -

Me puedes dar mañana el día libre, tengo que averiguar lo que pasa. - ¿qué piensas hacer?, - pues  no lo sé, iré a hablar con David a ver si puede ayudarme. - De acuerdo Carlos tomate el tiempo que necesites. - Gracias Raúl. -

Como casi todas las noches paseó por la playa contemplando las olas que esa noche estaban tan en calma, que solo dejaban en la arena una linea de ligera espuma y un susurro del mar en los oídos. Se olvidó de si la arena manchaba su ropa y sus playeras y se sentó aguzando sus sentidos.

Cuantos miles, millones de estrellas ocupaban ese cielo nocturno, "la Vía Láctea", la conocía por los libros que había leído; ni siquiera sabía con exactitud los miles de estrellas y planetas que la formaban y, ¿la estrella de Sirio cómo él decía?, ¿a qué galaxia pertenecería?. ¿Y si el niño de los ojos rasgados venía de esa estrella?, había algo misterioso en él, algo diferente a los demás niños; ¿por qué lo sentía él así?, no lo sabía, pero algo en su interior le apercibía de que así era.

Recorría con la mirada el horizonte y un sentimiento de puro éxtasis le inundaba, su imaginación se desbocaba, ese infinito cielo, esa inmensidad sin limites; su curiosidad, su mente, colisionaba con la realidad, pero algo había cambiado en su interior y no dejaba de sorprenderse, porque era capaz de proyectar sus pensamientos hacia una curiosidad profunda y misteriosa por todo lo que le rodeaba.

Contemplaba el mar sentado en la arena de la playa y su mente volvió a la noche en que encontró a Sirio; desde entonces su vida había cambiado ciento ochenta grados: le investigaba la policía, se hacía preguntas sin respuesta y su desesperación parecía haberse transformado en entusiasmo. Pero esa idea extraña del ser especial que era Sirio, se abría paso cada día con más intensidad.

Mientras todo esto pasaba por su cabeza, se da cuenta que la luna ya marca su camino en el mar y la negrura del cielo le indica, que es noche cerrada; se levanta lentamente y emprende el camino de regreso a la realidad.

Recuerda que Raúl le ha dado el día libre, llamará a David, le contará sus dudas y le pedirá si puede pasar el día con Sirio.

Siguieron los sueños como cada noche, casi se había acostumbrado, habían aparecido desde el encuentro con el niño, pero igual que los sueños le desconcertaban, el afecto por él, hacía que su vida tuviera sentido.

A la mañana siguiente llamó a David y quedaron en verse en su casa en treinta minutos.

Al llegar a la gran casa no hizo falta que llamara, la verja comenzó a abrirse y el mismo hombre de la vez anterior le saludó amablemente y le dijo que el señor le estaba esperando; con la luz del día pudo admirar el impresionante jardín que la rodeaba, castaños y otros árboles que no conocía paralelos a la alta verja de hierro que cubría y separaba la gran casa de la calle; setos cuidados con diferentes formas y plantas en su interior de diferentes especies y colores y en el centro de todo ello, una fuente con tres grandes conchas que se llenaban de agua y desbordaban en otra más grande que las sostenía en el centro.

La mansión con grandes ventanales redondeados cubiertos con visillos blancos y cortinones de colores, que llegaban a menos de un metro de altura del suelo a la pared de la planta baja y en los dos pisos superiores esos mismos ventanales en forma más pequeña, pero en un conjunto arquitectónico digno de admirar.

Estaba tan absorto contemplando el entorno, y no se había dado cuenta que David le estaba esperando en la entrada; se saludaron con un apretón de manos y entraron al mismo salón del día que había ido a ver a Sirio, pero en esta ocasión ni él, ni los otros niños Adrián y Daniel estaban allí.

David pareció adivinar su pensamiento; - ahora bajará Sirio, está loco de contento desde que le dije que vendrías y pasaría el día contigo; pero he preferido hablar un momento a solas y me contaras lo que te preocupa. -

- Si te soy sincero, más que preocupado, estoy asombrado por lo que me está sucediendo, no me importa que me investigue la policía nunca me he metido en problema de ninguna clase, es más, mi vida hasta ahora, carecía de sentido, desde que Sirio entró en ella de forma inesperada aquella noche, siento que ha cambiado a mejor y sin saber por qué, pero me preocupa qué en esas investigaciones puedan achacarme algo, haya alguna confusión y afecte a mi trabajo; ayer se presentaron dos policías y le hicieron a mi jefe preguntas sobre mi y sobre Sirio, menos mal que Raúl me conoce, llevo más de cinco años trabajando para él y sabe que no me gusta meterme en líos, prefiero no tener dinero y llevar una vida tranquila, no espero más, al menos hasta ahora. -

- No te preocupes Carlos, me enteraré si hay alguna duda sobre tí, y si és así, la aclararemos; voy a llamar a Sirio que estará nervioso perdido, ¿quieres tomar algo mientras baja?, perdona, no te he preguntado, ha sido una descortesía por mi parte. -

- No, ya he desayunado, quería venir pronto para aprovechar el día, le llevaré al parque de atracciones, quizá le guste, comeremos por ahí y por la tarde iremos a la playa a ver a Raúl, le hará ilusión, parece que le ha tomado cariño. - Si, le nombra muchas veces y a las camareras, María y Marta, es un niño muy agradecido y cariñoso y por tí tiene verdadero afecto, espera que le llame. Tiró de un cordón que pendía al lado de una puerta y se presentó el mismo hombre que le había acompañado; - Julián llama a Sirio, dile que Carlos le espera. -

Sirio apareció como una exhalación y se lanzó al cuello de Carlos que estaba prevenido y no se desestabilizó como la vez anterior que estuvo a punto de caer; también él se alegraba de ver al niño, le dio un par de besos y le abrazó con cariño.

- Qué bien lo vamos a pasar, estaba deseando que vinieras a buscarme, ¿podré ver a Raúl?, - pues claro, ahora te contaré lo que vamos a hacer, si algo no te gusta, pensamos otra cosa. - Espera que coja mi mochila, llevo una botella de agua, y he metido mi pijama, me gustaría ir a tu casa y quedarme esta noche, ¿puede ser Carlos?, como tardaba en responder, Sirio dijo: ¿bueno, si no se puede?. -

- Claro que se puede Sirio, si a David, le parece bien. - Sí, sí, no hay problema: - ¿llevas los documentos qué te preparé por si alguien te los pide?. - Sí, los llevo en la mochila. -

- Carlos lleva fotocopia de los documentos oficiales con su nombre y todo lo relacionado con su adopción y una autorización firmada por mí, por ser menor de edad, para que no tengáis ningún problema. -

- Gracias David, has pensado en todo, a mi no se me hubiera ocurrido; entonces nos vemos mañana. -

- Adios Sirio, pasarlo bien. - Adios David gracias, hasta mañana. -

Sirio se colgó su mochila a la espalda y mirando sonriente a Carlos, se cogió de su mano.

Los dos con paso rápido y riendo como dos niños salieron de la casa seguidos de Julián que cerró tras de sí la cancela, diciéndoles adios con la mano.



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David, les vio marchar felices pero en su rostro había seriedad y preocupación. Pasó al interior y se dirigió a su despacho, abrió el ordenador y se puso en contacto con Leyla; - tenemos que vernos, dentro de media hora donde siempre. -

Bajó las escaleras y se dirigió a la parte trasera de la casa, allí estaba su esposa Paula y sus hijos Adrián y Daniel; ellos haciendo sus tareas, era un día sin clases y ella leyendo un libro; - ¿ya se ha llevado Carlos a Sirio?; - sí, lo traerá mañana; yo me voy a trabajar, tengo asuntos pendientes, no me esperes a comer, seguramente vendré tarde. - ¿Hay algún problema con Sirio, te veo preocupado?. - No creo, pero no es como las otras veces, Carlos le ha tomado verdadero cariño y se preocupa por él y esto no es bueno; esperemos que lo entienda. - ¿Qué vas a hacer, si sigue preguntando?. - No sé, pero algo se me ocurrirá. -

Cogió el coche y marchó para la cafetería donde quedaba con Leyla cuando surgía algún problema; ella ya estaba allí sentada en la mesa de siempre: - ¿qué pasa?, me has puesto nerviosa. -

- Carlos presiente algo, tiene dudas sobre la procedencia de Sirio y se hace preguntas, creo que nos hemos equivocado pensamos que era una persona sin conocimientos ni interés por los demás que solo pensaba en si mismo y que cuando encontrara a Sirio, lo llevaría a los Servicios Sociales y se olvidaría no querría responsabilidades, pero ya ves, no es así, y cada día que pasa siente más cariño hacia él. -

- Sí, tienes razón, a mí también me llamó, me pidió ayuda por la investigación de la policía, tienes que quitárselos de encima, para ti no es problema y quizá así, se sienta tranquilo. - Si, lo haré, pero los secretas del FBI va a ser más difícil. Se me ha ocurrido una idea para tenerlo controlado ya té contaré. Tú también puedes hacerlo estoy seguro le gustas y confía en ti, procura  te cuente lo que piensa y lo que hace. -

- ¿Y si Sirio le demuestra todo lo qué sabe?, le tiene tanto cariño, que bien podría decirle de dónde viene; aunque no creo le creyera pensaría que es un niño muy imaginativo, que sería imposible, y lo es, en cierto modo. La investigación de su procedencia está en marcha, espero las pruebas y los análisis que le están haciendo den los resultados esperados. -

- De acuerdo, estate al loro y procura citarte con él, yo me pondré en contacto con la organización a ver si aprueban mi plan; marcho para la oficina tengo cosas que solucionar, problemas con mis socios, también me presionan para poner en marcha cuanto antes la nueva tecnología en la robótica, en la inteligencia artificial y en la nanotecnología, en la búsqueda de diagnósticos para ayudar a los médicos en detectar enfermedades graves antes de que se presenten, un avance muy importante en la ciencia y así poder descubrir lo errores que dan los ordenadores en el análisis de ADN de Sirio. -

- ¿Sabes dónde ha llevado Carlos a Sirio?. -

- Creo que lo iba a llevar al parque de atracciones y después pasarían la tarde en la playa donde trabaja Carlos. -

- La verdad, me apetece una mañana divertida en el parque, a ver si los encuentro. - Buena idea, ya me contaras. Pagaron la cuenta y marcharon cada uno por su lado. -


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