CUESTIÓN DE PENSAR IV – COMENTARIO



LA RIDICULEZ.



“La ridiculez es un accidente moderno en la historia de las costumbres.

Merced a sus revoluciones internas, los pueblos, como los individuos, suelen cambiar de temperamento más de una vez en su vida.

En estos cambios, el virus social toma diversas formas para manifestarse.

A nosotros nos ha tocado la manía de la ridiculez por azote.

Cansados de darle vueltas al asunto, cuantos han tratado de definir la gracia, han concluido por ponerse de acuerdo en que es, un no sé que inexplicable.

Y después de esta verdad inconclusa no se ha encontrado definición más exacta.

Pués hallo la fórmula, y a ella me ajusto.

La ridiculez, como la gracia, es un no sé qué indefinible.

¿Quién sabe si no, en qué consiste, cual es su forma de manifestación, dónde comienza, dónde concluye?.

Se ha dicho, sin embargo, que la gracia es la luz de la fisonomía.

Esto no es una definición, es una frase; pero la frase es bonita y ha hecho fortuna, lo cual prueba que, como las tortas a falta de pan, son buenas las frases a falta de definiciones.

Puesto en este camino, mi tarea se simplifica extraordinariamente.”


Son definiciones de GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER de sus prosas y ensayos, refiriéndose a la ridiculez del genero humano y continua con las definiciones:

La ridiculez es una cosa horrible que hace reír.

Es algo que mata y regocija.

Es un monstruo que nos tiene tendida una red inmensa y oculta.

Un enemigo artero que se esconde detrás de nuestras más sencillas acciones, de nuestras palabras más inocentes, de nuestros movimientos más insignificantes.

La ridiculez, como dejo dicho, es la muerte social.

Una muerte dolorosa y cómica por añadidura.

Una vez erizada la sociedad de estos escollos, los hombres como los navegantes, debiéramos tener una carta hidrográfica para navegar por aguas sin peligro.

Yo sé, próximamente, lo que es bueno y lo que es malo.

Yo sé lo que se castiga y lo que se premia.

La religión tiene su catecismo.

La sociedad, sus leyes civiles y criminales.

Nadie conoce, sin embargo, el código de la ridiculez.

Nadie, aunque quisiera, podría atenerse a la ley escrita.

¿Como distinguirla, pues?”.


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Y yo digo, la ridiculez en este caso política, ¿tan poco tiene un código?, ¿no hay leyes civiles escritas que la puedan condenar?; ¿y si no las hay?, ¿no se pueden inventar?, ¿no creen que estamos haciendo un gran ridículo en Europa?.

¿No creen que, aunque con nuestras diferencias de criterio, se podría buscar la lógica del entendimiento?.

Tan obtusos somos que no podemos ceder.

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Vuelvo al final de las frases de “GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER dónde dice: “dadme una verdad social, digo yo, y, partiendo de ella, las hallaré todas y daré, como Moisés, una tablas de la ley, y haré de la tierra un paraíso.

Quizá por esta última razón estaremos condenados a buscarla eternamente, sin hallarla nunca.”

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Por mi parte, quiero ser optimista y pensar que la sensatez venza a la ridiculez por primera vez, con un código de ética social y política en todos los partidos, será la única forma que salvemos la democracia gravemente dañada, y que temo sea, lo que algunos, están buscando.



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