Novela serializada: CORRUPCIÓN CRIMINAL (Cap.17)

CORRUPCIÓN  CRIMINAL



CAPITULO XVII


Los funerales de la familia de Francis Rok se efectuaron en la más estricta intimidad, los familiares más allegados y los amigos más íntimos; algunos amigos de Claudia y Oscar que no se creían la noticia, la familia de Billi Tramp, que vinieron desde Lóndres, la familia de Frank Rice, que llegaron de Boston, las hijas de Philipe, Ana y María, su tía Isabel desde Australia y los componentes de la Comisión de Investigación, que comprendían la desesperación y el dolor de aquel hombre, que lo había sacrificado todo por la lealtad a un compromiso.

Francis, no podía pensar, no podía creer lo que había pasado, su mujer y sus hijos muertos; por qué no les había acompañado, tenía la reunión con la Comisión, pero su prioridad era su familia, despedirse antes de subir a ese avión, si hubiera ido con ellos, quizá ese accidente no se hubiera producido y de haber sido así, él también estaría muerto que es lo que deseaba en esos momentos; se sentía tan culpable, era tan grande su dolor, que casi no podía respirar, no podía llorar, su cuerpo se negaba a la más mínima razón de consuelo, no, no quería dejar de sufrir, su mente solo le gritaba “culpable, culpable”; no oía nada más.

Estaba solo en la casa, no había querido que Alfonso y Alex le acompañaran; cada rincón, cada mueble, cada cuadro, todo había sido comprado por Elena, su espíritu impregnaba todo a su alrededor y también el de sus hijos; no podía quedarse allí, se iría de aquella isla donde fue tan feliz, ya nada le ataba a aquella ciudad, ni a su país, la Comisión podría presentar pruebas ante los Tribunales de Justicia, ante el Congreso y el Senado, y ante la opinión pública; le había costado la vida de todos los suyos; ahora comprendía que había sido su ego, su orgullo, su prepotencia, lo que le llevó a presidir esa Comisión, se sintió capaz de solventar los males del mundo y por esa causa, perdió lo que más amaba.

Hablaría con Alfonso y con Alex, los dos sufrían como él; Alfonso amaba a Elena, ahora comprendía por qué no se había casado, ambos perdieron a la mujer que amaron, a la hija que tanto querían, ya daba igual quien fuera el padre, además a su hijo Oscar, su orgullo, en plena juventud, y Alex a Claudia, ahora que eran tan felices, que habían descubierto el amor y que tenían toda la vida por delante, no se perdonaría nunca.

Les llamó y les dijo que fueran a su despacho tenía que hablar con ellos. Cuando entró, el recuerdo de Marga aumentó su pesar, se había olvidado de ella esos días con la muerte de su familia, pero su recuerdo estaba intacto; todavía se adivinaba, se sentía en el aire, el aroma de su perfume; trató de reprimir la fuerte impresión que siempre le causaba al entrar en esa habitación, donde habían compartido trabajo y sentimientos.

Cuando llegaron Alfonso y Alex, se preocuparon al ver el estado en el que se encontraba; él los tranquilizó: os he llamado para pediros que cerréis la Comisión por mi, sabéis como va todo y confío en vosotros; me marcho, dejo esta isla y este país, aquí ya nada me ata, es más estoy deseando dejar este lugar.

¿Y donde irás?, le dijo Alfonso. -

No lo se, ni me importa. -

Pero señor Rok, aquí tiene su casa, sus empresas, su fundación. -

Si Alex, por eso os he llamado, quiero que Alfonso y tú, llevéis la fundación y que se llame “Fundación Rok y Familia”; quiero que la casa la convirtáis en una escuela pública y una biblioteca, llevarán el nombre de Claudia y Oscar Rok, el jardín que rodea la casa se convierta en público, como anexo a la escuela y la biblioteca; las dotaréis de todo lo necesario para que cumplan su labor, todo mi dinero y el patrimonio de Elena, al no haber otros herederos, lo emplearéis en el proyecto y que las hijas de Philipe, María , Ana y Montse la hija de Frank, las dirijan. -

Las acciones de mis empresas, un veinticinco por ciento, pasen a mis socios por el problema que les haya podido causar, y el resto, con los beneficios que generen cada año, pasen a la fundación; por lo tanto, te pido Alfonso que prepares todos los documentos legales a la mayor brevedad posible; se que abuso de vuestra amistad, pero comprenderéis que no puedo, ni quiero, estar aquí, más de lo imprescindible. -

Se amigos míos, que os estoy pidiendo grandes sacrificios, es un duro trabajo y no os ofrezco recompensas, pero confío en vosotros, a las dos únicas personas que sentiré dejar de ver. -

No puedes irte para siempre y abandonar así tu patrimonio, dijo Alfonso. -

Está decidido y sé que vosotros lo defenderéis. -

Pero señor Rok, ¿qué piensa hacer? ¿de qué vivirá?. -

No necesito nada, solo mi velero; en cuanto tengas todos los documentos preparados, los firmaré y me iré. -

Alex no pudo contener la emoción y se derrumbó; con lágrimas en los ojos, le pidió nuevamente que no se marchara, pero Francis, cuando tomaba una decisión, no se echaba atrás fácilmente. -

Escribiría una carta a todos sus amigos explicándoles su decisión y despidiéndose de ellos. -

Mandaría todos los documentos que tenía en su poder y su renuncia a la presidencia de la Comisión, pidiéndoles que perdonaran su cobardía, rogándoles fueran lo suficiente fuertes, para presentar todas las pruebas que eran realmente importantes, para demostrar la corrupción instalada en las instituciones publicas y privadas; les dijo que estuvieran tranquilos, a ellos no les tocarían, ya habían conseguido su venganza contra su padre Manuel, al que habían desacreditado hacía años y le habían quitado la vida, contra su socio y amigo Philipe, al que también habían matado y que formaba parte junto con su padre, del grupo de senadores y diputados que lucharon por la democracia, en un tiempo, donde poca gente sabía lo que era ser demócrata, donde no se podía pensar libremente y en donde una religión católica de pensamiento único, retrógrado, sobre todo con la mujer, a la que ponían toda clase de trabas a la libertad de su sexualidad y su juventud.

Y por último, se habían vengado en él, por ser hijo de su padre y en su familia, asesinando a su mujer Elena, a sus hijos Claudia y Oscar y a su querida secretaria Marga.

La policía no había querido escucharle, confió la investigación al inspector jefe de la policía del puerto don Hipolito, creyó que daría con los culpables, pero le defraudó, decía que habían sido accidentes inevitables; juró cuando la muerte de Philipe que descubriría quien estaba detrás de su crimen y del de su padre y ahora también el de su familia; sabía quienes eran, quienes pagaron con su dinero a los criminales y quien era el que los mandaba, aquel exenador García, que se aprovechó de unos años en los que la democracia no estaba todavía consolidada, para sus negocios particulares gracias a su poder político; su odio hacia su padre Manuel y hacia Philipe se acrecentó en esos años, por la investigación que llevaron a cabo y que nunca les perdonó. Pero no había pruebas, ni culpables, desaparecieron y él, ya no tenía fuerzas, ni creía en la justicia.



-o-



Alfonso y Alex fueron a acompañarle al puerto, solo llevaba una bolsa grande de deportes con ropa de abrigo, en el velero tenía lo imprescindible y lo lógico para una travesía en el mar, chubasqueros, pantalones, botas de agua, equipo de marinero, pero no se había preocupado de lo más importante para sobrevivir, agua y comida; sus amigos si lo habían hecho, subieron al barco varias cajas con conservas de todo tipo, lácteos, fruta y agua en abundancia, no sabían donde se dirigía y conociéndole, no abordaría en muchos días.

Esperaban que el tiempo calmara su dolor, reaccionase y volviese, o les llamase desde algún lugar, donde hubiese arribado.

Francis abrazó a Alex, no te olvidaré amigo mio. -

Yo tampoco señor, ni a usted, ni a su… familia, siguió un emotivo silencio... ni a mi adorada Claudia.-

Volvieron a fundirse en un abrazo, las lágrimas una vez más, nublaron sus ojos. -

Cuando llegó el turno a Alfonso, los dos amigos se miraron largamente, casi sin poder articular palabras, Alfonso volvió a pedir perdón a Francis por su traición con Elena, pero le mandó callar, - todo eso es pasado, ya no tiene importancia, fuiste siempre un hermano para mi y así seguirá siendo; los dos albergamos sentimientos hacia ella, nos correspondió también a los dos y nos dio una hija maravillosa y a mi, otro hijo del que me sentía orgulloso; somos familia Alfonso no hay más que hablar; en ella también había entrado Alex y hubiéramos sido muy felices, si no nos los hubieran arrebatado; su recuerdo perdurará en nosotros, nadie lo borrará. -

La emoción volvió a unirlos en un abrazo.

Alex y Alfonso ayudaron a Francis a soltar las amarras que le unían al muelle y saltaron al embarcadero, mientras su amigo, al que no verían seguro en mucho tiempo, ponía el motor en marcha y dirigiéndose a la salida de la bahía, les decía sin volverse, adios con la mano; con emoción contenida sujetaba con la otra fuertemente el timón, queriendo con esa fuerza, descargar todo su coraje y todo su dolor, en esa amarga despedida de sus amigos, de esa bahía, que tanto había recorrido y de esa isla, donde había sido tan feliz.

Sus amigos le vieron alejarse, hasta que el velero infló sus velas por efecto del viento y fue cogiendo velocidad y su figura como blanca ave con sus alas extendidas, dejaba a tras la bahía y volaba hacia el mar profundo camino del Horizonte.

Francis, como le ocurría siempre que navegaba, dejaba su mente en blanco, era como si encerrase sus sentimientos y sus problema en un rincón de su cerebro hasta que quisiera recuperarlos; pero en esos momentos, el que pudiera olvidarlos era una bendición.

Con la cabeza erguida, recibiendo en su cara la fuerza del viento, un viento frio de la noche que atenazaba sus músculos y dolía en sus mejillas, pero que despejaba los fantasmas que le asaltaban a cada momento, y ayudado por el viento, seguió su destino, mar adentro.

Se había alejado varias millas de la costa, la visibilidad era cada vez más difícil y debía guiarse por las estrellas que ya cuajaban el cielo, pensó en Oscar, que daría porque estuviese allí viendo el espectáculo, se dio cuenta entonces, que no habían navegado de noche; salían a pescar, o a participar en regatas, pero nunca contemplaron juntos los miles de estrellas que se adivinaban en ese firmamento infinito y brillante, en noches sin luna.

Estaba tan ausente con sus pensamientos, tan concentrado en navegar, que no se dio cuenta del tiempo que había pasado; las luces del alba anaranjadas y violetas se vislumbraban en el horizonte iluminando esa linea entre el cielo y el mar, reflejándose en sus aguas profundas, dando paso al amanecer, de un nuevo día.

No quería acercarse a la costa, bordearía su contorno lo más lejos posible hasta llegar al estrecho, lo atravesaría para salir al Atlántico; surgirían problemas en ese océano inmenso: fuertes vientos, corrientes que le arrastrarían a lo más profundo, solo era una insignificante nuez mecida por el oleaje en la inmensidad del mar; ya nada le importaba, su destino, estaba unido al de su velero y su suerte, era también su suerte, quizás sus velas le llevaran a otros mares, a otros océanos, si así era, así sería, pero si su velero se rompiera en mil pedazos, por la furia de una tormenta, o si las fuerzas gravitatorias del sol y la luna provocasen un maremoto, él también sucumbiría; prefería ese final, a vivir en ese mundo mentiroso de poderosos corruptos, que nunca tienen bastante y avasallan a la gente honesta, a la que no dejan progresar, porque el progreso desbarataría sus intereses.

Faltaba empatía, faltaba solidaridad, faltaban principios morales y éticos y mientras no se recobrasen, el mundo como decía su hija Claudia, se desmoronaría.

Con el recuerdo de sus hijos y de sus dos amores, dirigió el timón con mano firme pero con ira contenida, haciendo girar las velas, poniendo rumbo al sur, guiado por las manecillas de la brújula y donde le llevasen los vientos y su velero “Libertad”.





Escrita por Mª Luisa Corrales Martínez . - El 30 de Marzo de 2017


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