Novela serializada: CORRUPCIÓN CRIMINAL (Cap.9)
CORRUPCIÓN CRIMINAL
CAPITULO IX
Los
acontecimientos de estos días le sumían en un mar de vacilaciones
y miedos que no recordaba haber sentido excepto cuando la muerte de
su padre; tenía que vencerlos y seguir adelante, pero se sentía
intranquilo.
Después
de comer con su familia se dirigió al puerto, soltó las amarras de
su barco y puso el motor en marcha rumbo a la salida de la bahía.
La
tarde tenía esa luz mortecina del otoño, las nubes entremezcladas
con claros, ocupaban gran parte del cielo; el mar calmado, tranquilo,
invitaba a navegar, el verde azulado del agua, reflejaba los
contornos de la bahía: los árboles de su ribera, las casas de la
colina, como si de un cuadro impresionista se tratara, y el velero,
lentamente, sin prisa, dejaba una estela de espuma blanca tras de
si, y el timón, manejado por las manos expertas de su patrón rumbo
a mar abierto buscando lo de siempre, tranquilizar su espíritu.
Cuando
la calma del mar como esa tarde le dejaba, se olvidaba de
todos sus problemas, y cuando el mar se encrespaba y tenía que
luchar contra las olas, era como si también luchara contra ellos.
Pensó
en lo que se avecinaba, se le estaba haciendo cuesta arriba y apenas
si había comenzado, pero esperaba qué, igual que la tormenta tenía
el punto álgido de los truenos y los relámpagos, se hiciera cada
vez, más llevadera.
Había
anochecido cuando llegó a puerto; era como si allí en el mar,
hubiera dejado sus recelos y sus miedos.
Al
día siguiente antes de pasar por el despacho quedó con Billi y Alex
para tomar un café y cambiar impresiones; les contó la visita del
general y lo importante que sería para la investigación. -
Alex,
había hablado con Robert y Eduard sus amigos de Boston y tenían
buenas noticias, habían localizado a un testigo de la agresión a
Frank y le estaba interrogando la policía, esperaba que sacaran
algo en claro.
Cuando
Francis llegó a su despacho su secretaria le dijo: que habían
llamado sus socios y les parecía buena su propuesta de su renuncia momentánea a la presidencia de las empresas, dada la gravedad del problema.
Sonó
el teléfono, Marga lo cogió y se lo pasó a su jefe; - el exsenador
don Pablo García quiere hablar con usted. -
¿Señor
Rok?. - Sí dígame. - Seguramente no se acuerde de mi, formé parte
del Senado hace veinte años, coincidí en esos años con su padre
cuando estuvo en política. (Por eso me sonaba su nombre).
¿Que
quiere de mí señor García?. - Que me incluya en su equipo de
investigación. - Lo siento pero ya está cerrado. - Debería haber
dado oportunidad a otras personas, sobre todo si tenían experiencia
en política, como es mi caso. -
Pero
usted señor García si no recuerdo mal, formaba parte de las
negociaciones del Ministerio de Hacienda, un informe que obra en mi
poder y en el de la Comisión así lo dice, y dice también, que se
embolsó enormes beneficios con un entramado de empresas, como
comprenderá con estos antecedentes, es imposible que forme parte de
mi equipo. -
Notó
que al otro lado del teléfono, trataba de controlarse. -
Ustedes
están muy mal informados, yo no formaba parte de esas sociedades y
puedo demostrarlo, en su lugar no trataría este asunto, puede
traerle consecuencias. -
Señor
García, ¿me está amenazando?, todo lo que le he dicho, es público
y notorio y tendrá que declarar en la Comisión. -
Usted
no tiene derecho a obligar a nadie a declarar. - Sabe que si no lo
hace voluntariamente, lo tendrá que hacer ante un tribunal. -
Si
insiste ante tales insinuaciones señor Rok, utilizaré mi influencia
y usted sabe positivamente que es grande, tanto política como
privada. -
Señor
García, deje de amenazarme, ya conozco como se las gastan los que ha
contratado, son especialistas criminales. -
No
sabe lo que está diciendo, puedo denunciarle por esto. -
Hágalo
García, hágalo - usted no me asusta, ni sus esbirros tampoco - voy
a seguir adelante pese a sus crímenes y espero que pague por ellos. -
-o-
Lejos
de allí, otra persona hacía una reflexión; Martínez se había
dado cuenta que tenía que controlar a ciertos políticos importantes
que se estaban echando atrás por miedo a la investigación que
estaba llevando acabo Francis Rok, sobre todo, su principal valedor
García; tenía problemas importantes después de sus actuaciones
que podrían salir a la luz y terminar en la cárcel. No se fiaba de
ninguno del grupo que le había contratado para sus venganzas
personales y políticas; sabía que Rok desconfiaba de él ya se lo
había demostrado, y si alguno se iba de la lengua, seguramente solo
él, pagaría las consecuencias. Los políticos no sabía como,
siempre salían inmunes, unos con otros se tapaban y la justicia
…tendría que hablar con García.
Francis
cada vez estaba más seguro del grupo que movía los hilos, no sabía
lo numeroso que sería, pero si creía por las conversaciones
telefónicas con los dos personajes, García y Martínez, quién
estaba detrás, y ahora comprendía por las amenazas del exenador y por los años que estuvo en el Senado, que tal vez la
venganza fuera contra su padre y sus amigos, ya que coincidieron en
aquellos años en política.
Estaba
esperando que la policía que investigaba a Martínez le diera
pruebas concluyentes y se pudiera actuar contra ellos antes de que
las cosas fueran a peor.
Se
sentía culpable, había tenido que abandonar la dirección de sus
empresas para que no se vieran afectadas por la decisión de seguir
adelante con aquella macro Comisión, que cada vez se hacía más
grande por tantos casos que estaba descubriendo la policía y por
investigadores de los propios periódicos, a los que interesaba unos,
u otros casos, según conveniencia.
Lo
que era cierto, que los que estaban entonces en la política, seguían
en su linea de no tomar decisiones; incluso en el Gobierno soportaban
dilaciones interminables, en reforma de leyes y de la Constitución,
vitales en una democracia. No quieren arriesgarse a tomar la decisión
adecuada, no son capaces de asumir la responsabilidad por temor a
que esto les deje fuera de la política y los partidos, a perder su
electorado.
A la
mañana siguiente amaneció un día gris, frio y lluvioso, los
coches llevaban los faros encendidos como en plena noche; la cortina
de lluvia fina que caía, aunque provisto de una buena gabardina, o un
buen abrigo, se metía en los huesos como agujas de hielo invisibles.
Tan
desapacible estaba el día, que Francis se subio el cuello de la
gabardina, se encasquetó el sombrero hasta media frente y de esa
guisa entró en el despacho.
Marga
al verle llegar de esa manera, rompió a reír con una sonora
carcajada; al principió le sorprendió la risa de su secretaria,
pero se dio cuenta enseguida, de lo ridículo que debía estar y él
también rompió a reír.
Fue
una tarde tranquila de trabajo, aunque resolvieron asuntos que ponían
orden a la hora de transferir momentáneamente la dirección de sus
empresas.
Cuando
Francis llegó a su casa, no había nadie y en parte se alegró que
así fuera, quería comunicar con Boston, hablar con Frank,
preguntarle si se encontraba mejor y si ya había dispuesto todo para
cuando llegara su familia, estaba deseando que marcharan, no estaba
tranquilo, por lo menos allí estarían seguros con Frank y no les
faltaría apoyo moral, ni familiar, pues por ambos lados había lazos
de gran amistad.
Frank
se encontraba casi recuperado y le dijo - que todo estaba dispuesto
para cuando quisieran. Es un lugar tranquilo y una casa confortable,
no echarán nada en falta, excepto a tí naturalmente, pero solo será
una temporada, así que amigo mio no te preocupes por nada; cuando
nos digas estaremos esperándoles. -
Gracias
Frank, te llamaré, un abrazo. -
Tras
ponerse cómodo, se sentó en el saloncito a la espera de su familia.
Cuando
estuvieron todos les dijo que había hablado con Frank, que todo
estaba dispuesto y que había llegado la hora.
No
pensaba que nos iríamos tan rápido, dijo Elena, por qué no se van
los chicos y yo me quedo contigo. -
No
Elena, yo estaré más tranquilo si estáis todos allí y no se hable
más, está decidido. -
Claudia
estaba ilusionada, conocer Boston, poder hablar en inglés; solo
había algo que le apenaba, no ver a Alex, no poder estar con él.
Oscar
también estaba contento, le apetecía mucho el viaje, pero antes de
marcharse, daría una gran fiesta.
Francis
se levantó más tranquilo al día siguiente, los miedos habían
desaparecido sabiendo que su familia estaría a salvo; por otra
parte, todo estaba ya en marcha, que el general Indalecio Corrales
formara parte del equipo, le alegraba y le tranquilizaba, era una
persona justa y templada, en caso de alguna discusión podría
mediar, había asuntos muy comprometidos, no solo por la corrupción,
sino también las luchas de poder, tanto el político, como el
empresarial y surgirían desavenencias que habría que solucionar,
pero estaba seguro que las personas que había elegido estarían a
la altura.
Quería
olvidarse de las amenazas de estos días de García y de Martínez y
concentrarse en lo que sería la Comisión a partir de ahora, trabajo
y trabajo, reunión tras reunión, pero estaba deseando convocar la
próxima para ver los documentos que todos aportaban.
Cuando
llegó a su despacho preguntó a su secretaria, si todos los
documento que tenían en su poder estaban clasificados y preparados;
Marga se los dio para su visto bueno y después de echarles una
ojeada los guardó en su maletín.
Señor
Rok han traído dos sobres para usted, uno se que es de don Alfonso
su abogado, el otro no tiene remite, solo pone su nombre. -
Abrió
el sobre grande y vio que eran los documentos que había redactado su
abogado para que los firmaran sus socios, solo faltaba su firma.
¿Marga
no ha llamado nadie hoy?. - Si llamó Alex, pero me dijo que se
pasaría por su casa. - Bien pues ya le veré. -
Firmó
los documentos que le había mandado Alfonso, cogió el otro sobre y
lo abrió.
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