Novela serializada: CORRUPCIÓN CRIMINAL (Cap.10)
CORRUPCIÓN CRIMINAL
CAPÍTULO X
Al
principio no le llamaron la atención, eran unas fotografías, pero
cuando se dio cuenta de su contenido el sobre se le escapó de las
manos y cayó al suelo. Marga se levantó rápidamente a recogerlo
pero su jefe se lo impidió bruscamente. Ella, ante esa reacción que
no esperaba y que jamás había visto en él, se sobresaltó, no
comprendía; pero mayor fue su sorpresa, cuando su jefe recogió las
fotografías, las metió en el sobre rápidamente y tras coger su
sombrero y su gabardina, salió del despacho sin decir palabra.
Marga
no pudo contener las lágrimas, nunca había visto a su jefe portarse
de esa manera. ¿Que serían esas fotos?. ¿Qué clase de fotografías
le habrían mandado para comportarse así?. De pronto comprendió,
seguro que era algún chantaje; ¿pero? - ¿ quién saldría en esas
fotos?. - Quedó muy preocupada.
Francis
salió del edificio cogió el coche y se dirigió al puerto a toda
velocidad sin atender a las señales de tráfico, a punto estuvo de
provocar un grave accidente, pero, pese a los pitidos y a los
improperios de los otros coches, siguió adelante; llegó al barco,
soltó los amarres, puso el motor en marcha y lo más rápido que
pudo, salió a mar abierto. Sujetó el timón, lo ató con un cabo
para que mantuviese el rumbo, cogió una botella de wisqui y se sentó
en el casco apoyando la cabeza en la rueda del timón, no podía
pensar; cuando la botella estaba por más de la mitad de su
contenido, se acordó de las fotografías: las miró, una, a una, sin
poder creer lo que veían sus ojos; al principio, quiso pensar que
estaban trucadas, que sus caras, y sus cuerpos desnudos entre las
sabanas, no eran los de Elena y Alfonso. No, no podía ser. Lanzó
las fotografías con furia contra el casco del barco y siguió
bebiendo, mientras las lágrimas asomaban a sus ojos.
Se
preguntó por qué, se preguntó cuando, no sabía la respuesta.
Cuando
se dio cuenta que había terminado con el líquido, se levantó y
cogió otra botella; como si aquel lugar bajo el timón le
protegiera, volvió a sentarse y siguió bebiendo hasta que perdió
la noción del tiempo y el sopor de aquel wisqui, hacía el efecto
deseado, perder la consciencia.
Le
despertó el viento abofeteandole la cara y el ruido del motor a la
deriva, cuando recordó donde estaba, miró a su alrededor, la cabeza
le daba vueltas, quiso incorporarse, pero sus piernas se negaban, vio
las botellas de un lado a otro y las fotografías esparcidas por el
barco, con mucho esfuerzo logró levantarse, no sabía la hora que
era, ni el tiempo que había transcurrido, miró la brújula, se
habría alejado bastante de la bahía, el sol estaba alto, consultó
su reloj y marcaba las tres de la tarde, ¿pero de que tarde?.
Entonces se dio cuenta que no había hablado con nadie desde que
salió de su despacho como una exhalación; casi había atropellado a
Marga, recordaba su cara asustada, pobre Marga, estaría muy
preocupada, y también su familia “su familia”…
Cogió
el móvil y llamó a Claudia, no quería hablar con Elena.
Papá,
papá. - Si Claudia soy yo. - Por dios papá, ¿qué ha pasado, estás
bien?. - Si Claudia tranquila estoy bien, me ofusqué, estoy en el
barco, voy para casa, pero tardaré, no os preocupéis, ya os
explico, y colgó. -
Apagó
el teléfono, no quería que le molestaran y giró el barco hacia la
isla.
Llegó
el momento de dar una explicación: ¿que haría?, ¿qué les diría?,
les mostraría las fotografías y ... ¿pediría explicaciones a
Elena?, ¿llamaría a Alfonso y se las tiraría a la cara?, ¿o se
callaría?,¿se guardaría para si el secreto, que ahora él también
sabía y qué ellos se habían guardado?.
Quizá
fuera lo mejor, todo seguiría igual, nadie sufriría; ¿pero cómo
podría disimular su frustración ante Elena, como podría besarla,
amarla, después de ver esas fotografías?, ¿cómo podría seguir
sus negocios con su abogado Alfonso, casi un hermano para él?, “un
hermano traidor”; no, el se conocía, no toleraba las mentiras, los
engaños de todos esos años.
Llamaría
a Alfonso y les pediría explicaciones a los dos, lo necesitaba,
necesitaba comprender.
Cuando
entró en la casa todos corrieron a su encuentro, Elena fue a
abrazarle pero él la rechazó, Claudia y Oscar le abrazaron y a
ellos, si les respondió.
Elena
no entendía su rechazo, se acercó a él con animo de abrazarle,
pero nuevamente la rechazó; ella le dijo - ¿qué pasa Francis? -
¿qué ha pasado para que no hayas venido por casa durante dos días,
ni hagas una llamada para tranquilizarnos?; tu secretaria nos dijo
que saliste corriendo del despacho y ya no volviste, también está
preocupada. - Ya la he llamado, está tranquila. -
Llamaré
a Alfonso, quiero que venga, entonces hablaremos, mientras voy a
darme una ducha, la necesito. -
Alfonso
llegó en veinte minutos alarmado por el tono de voz de Francis
cuando le pidió que viniera enseguida, que tenían que hablar, pero
sin ninguna otra explicación.
Cuando
Francis bajó la escalera y se dirigió al saloncito, todos esperaban
expectantes.
Alfonso
le dijo: ¿qué pasa Francis, me tienes en ascuas?. -
Francis
se dirigió a Claudia y a Oscar y les pidió que les dejaran solos,
tenía que hablar con su madre y con Alfonso, luego les explicaría.
-
Ellos
sin decir palabra, pero pensando que la cosa era grave, salieron de
la estancia.
Francis
se sentó en una de las butacas cerca de la mesita. Le miraron con
temor. Él, sacó un sobre de su bolsillo y fue sacando una, a una,
las fotografías y las fue colocando en la mesa a la vista de los
dos. Cuando vieron las fotos se miraron, Elena no se atrevía, ni a
hablar, ni a moverse, sus músculos se habían paralizado por
completo y un torrente de lágrimas salía de sus ojos.
Alfonso
se levantó del sillón como si un resorte le empujara llevándose
las manos a la cara, preso de angustia y pánico.
¿Como
han llegado a tu poder esas fotos, quién te las dio?. -
No
se quien las envió, como veras el sobre no trae remite, pero eso no
importa, lo que importa es que existen y necesito una explicación. -
Elena
se levantó y se arrodillo a sus pies llorando y pidiéndole perdón
- “perdón, no sabía decir otra cosa” - Francis la levantó he
hizo que se sentara. -
Alfonso
le dijo - no te preocupes Elena, yo se lo contaré - tiene derecho a
saberlo, han sido muchos años ocultando, sufriendo los dos, tu y yo,
por esa traición, pero me alegro que se haya descubierto, aunque
tenía la esperanza que todo quedara en el olvido. -
Fue
en la época que tu tenías tanto trabajo, apenas venías por casa,
tu me pedías informes y documentos que te tenía que enviar y me
pasaba por aquí muchos días, Elena y yo congeniamos enseguida,
hablábamos mucho de ti, del trabajo que estabas realizando en
América, orgullosos por tu triunfo; pero Elena tantos meses se
sentía sola, y poco, a poco, fue buscando en la bebida olvidar la
soledad que sentía; las dosis fueron aumentando y un día, Gertrudis
me llamó asustada porque no volvía en si, estaba inconsciente; la
llevamos a una clínica privada y allí la atendieron y la curaron,
estuvo más de dos meses ingresada, pero después de eso, se repuso y
no volvió a beber. -
Yo
venía por aquí todos los días, ella me pidió que no te dijera
nada, que ya había pasado y no quería preocuparte. -
Se
sentía agradecida conmigo y yo le había tomado mucho cariño;
supongo que una cosa, llevó a la otra. Aunque no es ninguna escusa,
yo soy el que tiene que pedir perdón. -
Si
tuviste ese problema, si te sentías tan sola, ¿por qué no me lo
contaste, yo hubiera venido y te habría llevado conmigo. -
¿Y
que hacía yo en un país que no conocía, no hablo ingles,
seguramente me hubiera sentido más sola, tu no tenías tiempo para
mi, estaba mejor en casa, pero las cosas se enredaron, estábamos a
gusto el uno con el otro y surgió la pasión, pero pasó hace casi
veinte años y después de nacer Claudia, jamás volvió a pasar, te
lo prometo. -
¿Que
quieres decir con después de nacer Claudia?, yo vine ese año
anterior, pero solo estuve dos noches; y ahora que lo pienso,
estuviste muy fría conmigo y te costó hacer el amor, mi dijiste que
te encontrabas mal y yo te creí, pero ahora lo comprendo. -
No,
no lo comprendes Francis, yo me encontraba muy mal, quería
contártelo, pero no pude y me sentí la peor mujer del mundo. -
Pero
antes de mi llegada, ¿vosotros teníais relaciones?. -
Elena
y Alfonso se miraron y un silencio que a los tres les pareció
eterno, se rompió con las lágrimas nuevamente de Elena. -
¿Qué
me dicen esas lágrimas? - ¿ qué Claudia no es mi hija? - ¿quieren
decir esto?; - levantó la voz, ahora era él, el que se tapó la
cara con las manos. -
No
lo se Francis, por dios, no he querido saber, es tu hija, tu la has
criado, la has querido como a tal, ¿que más nos da?. -
¿Te
has preguntado si a Alfonso le da igual?. -
Claro
que nos lo hemos preguntado, pero estuvimos de acuerdo que, igual que
se había terminado todo entre nosotros, eso permanecería oculto
para siempre. -
No
os voy a pedir responsabilidades, yo tengo gran parte de culpa, ahora
lo veo, pero no es justo para ninguno de los dos no saber quién es
el padre, y para ella tampoco lo es, ya no es una niña, si se lo
explicamos lo entenderá. -
Elena
creo que Francis tiene razón, yo he sufrido mucho pensando que puede
ser mi hija, me callaba por ti, yo se que amas a Francis, que aquello
fue un error de juventud, pero si es mi hija, me gustaría saberlo y
que ella también supiera que soy su padre. -
Pues
vamos a llamar a los chicos que se estarán preguntando que pasa y
se lo contamos, será lo mejor. -
-o-
A la
mañana siguiente Alex recibió una llamada en el periódico
preguntando por él, quien llamaba, le aseguró que tenía información importante,
pero que solo se la daría a él personalmente; quedaron en media
hora, en una cafetería del centro de la isla. -
Alex
no conocía a la persona con la que había quedado, suponía que él
si le conocía y se sentó en una mesa a la espera de que
apareciera.
No
habían pasado más de cinco minutos cuando una persona
relativamente joven, moreno y un poco rechoncho, se acercó a la mesa
y le tendió la mano; soy Fernando, el apellido no importa, tengo
información para ti, se quien está detrás de la muerte de Philipe,
el amigo del señor Rok, si me prometes que no mencionarás mi
nombre, que no saldrá en tu periódico te lo diré. - No me estarás tomando el pelo. - Desde luego que no, trabaja en una
empresa de instalación de alarmas y cosas de esas, le pagan
veinticinco mil euros, es una compensación, aunque solo al
principió, luego hubo más.-
Su nombre es Adolfo Martínez pero si lo mencionas
en tu periódico, sabrá que he sido yo quien te ha informado. -
No
daré tu nombre, pero, ¿quienes o qué políticos están detrás?. -
Olvidelo,
no se lo puedo decir. -
¿Y
si te digo yo un nombre, ¿me lo confirmas de ser cierto?, por
ejemplo: Pablo García exenador, ¿lo conoces?. -
Sí,
Martínez me lo presentó como el jefe debía ser quien ponía el
dinero, pero si me pregunta la policía lo negaré todo y quiero
hablar de mi remuneración, me estoy jugando mucho. -
Voy
a explicártelo con calma, el periódico puede plantearlo como quiera
y la compensación es el anonimato. -
No debí contarte nada, "estoy muerto". -
No debí contarte nada, "estoy muerto". -
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