Novela serializada: CORRUPCIÓN CRIMINAL (Cap.1)
CORRUPCIÓN CRIMINAL
CAPITULO I
La
autopista que llegaba a este punto de la ciudad se acomodaba a una
carretera en la que su alquitranado dejaba mucho que desear y al
final se convertía en un camino arenoso, por donde los coches de
lujo llegaban a aquel lugar en donde las grandes mansiones
particulares, diseminadas por toda aquella colina y casi ocultas por
la arboleda que las rodeaba, demostraban el nivel de vida de los que allí vivían.
Los árboles no estorbaban para divisar, la gran estructura de su arquitectura lujosa en aquel paraje, conservando en parte la naturaleza del paisaje que bordeaba la bahía.
La
mayor parte de estas casas contravenían por su construcción
moderna lo que querían salvaguardar y daban la sensación de un
cuadro, en un paisaje impresionista, cuyo colorido lo convertía en
un colas y sus destellos cegaban la vista.
Era
esa amalgama la que quizás quería demostrar, o tal vez ocultar,
las grandes fortunas y los negocios de hombres y mujeres que allí
vivían, alejados de los otros lados de la ciudad ignorados para
ellos, sino fuera, porque gracias a esa gente a la que no tenían
demasiado en cuenta, sus negocios prosperaban cada día más y los
destellos de sus casas y sus lujosos coches eran cada vez más
patentes.
El
verano terminaba y la calma hacía recuperar el ritmo de los
negocios; los niños volvían a sus grandes colegios, las mujeres
empezaban las compras de principios de temporada y los hombres
recuperaban nuevamente los días de intenso trabajo.
Pocas
mujeres llegaban a los puestos de primera línea, aunque en muchos
casos eran ellas, las que marcaban normalmente las ideas de los
grandes proyectos que se llevaban a cabo en las grandes empresas.
En
uno de esos despachos sonó el teléfono tan inesperadamente
después de tantos días de calma, que Marga la secretaria, dio un
respingo, contestó un poco alterada; - despacho de Francis Rok,
¿dígame?. - Marga, soy Philipe, ¿está Francis?, llevo tiempo
llamándole al móvil y no contesta, ¿sabes si le pasa algo?. - No,
que va, me dijo que no cogiera recados, quería terminar estos días
de final de vacaciones tranquilo antes de ponerse las pilas.- Bueno
si está navegando dile cuando vuelva a tierra, que tengo que hablar
con él urgentemente, quiero consultarle algo y quiero saber si puedo
contar con él.
La
secretaria de Francis Rok tomó nota, sabía que entre estos dos
hombres no solo existía una relación de amistad, sino también
empresarial y política, a las secretarias, aunque no estén al tanto
de todos los secretos, intuyen la clase de negocios que les unen.
El
teléfono volvió a sonar, del otro lado del auricular, oyó una voz
conocida aunque no identificó quién era. - Está el señor Rok, -
no, en estos momentos, no se encuentra, ¿quién le llama?; - soy
Alex, el periodista, él ya me conoce. - Si ya le recuerdo. - Tengo
que hablar con él, quiero preguntarle por un tema que anda circulando por el periódico, pero no me gusta especular y quisiera
saberlo de primera mano, ¿cuando podré localizarle?. - Pues es
difícil en estos momentos, no ha venido por el despacho y no se
cuando aparecerá, le daré su recado sin falta y seguramente se
pondrá en contacto con usted, de no ser así, vuelva a llamar por
favor. - Así lo haré, muchas gracias. -
Marga
ya había recibido dos llamadas en tan solo cinco minutos y sabía
que esto acababa de empezar y que los días tranquilos habían
terminado, el periodo vacacional había concluido y por lo tanto, los
negocios estaban otra vez en su apogeo ya fueran privados, o
públicos, pues sabía por experiencia que iban unidos por mucho que
lo negaran.
Marga
la secretaria de Francis Rok, era una mujer atractiva, de pelo
castaño y formas suaves en su estructura osea, de altura mediana y
una belleza facial dulce, que cuidaba pero sin demasiado maquillaje y
cuyos ojos expresivos y sus labios finos de sonrisa franca sin
ficción alguna, hacían que su persona agradara a todo aquel que la
conocía; pero sobre todo era esa actitud suya de rectitud y
simpatía, lo que más agradaba a su jefe; sabía que podía fiarse
de ella, no era fácil confiar en una persona que conocía todos los
secretos de tus negocios y de otras cosas, que ocupaban su mente y de
las que no estaba satisfecho.
Estaban
llegando a sus oídos versiones contradictorias de personas con las
que no tenía afinidad y a Rok le extrañó que entre ellas se
encontrasen sus socios.
Cuando
se puso en contacto con Marga, antes de pasarse por el despacho, esta
le comunicó las llamadas urgentes tanto de su buen amigo Philipe,
como del periodista Alex columnista del periódico más importante de tirada
nacional que siempre antes de lanzar una noticia llamaba para
cerciorarse de su autenticidad, cosa que Rok apreciaba por la
importancia que se contase la verdad y que tanto valoraba en él, sabía a la presión que estaba sometido por la
dirección de un periódico que últimamente no contrastaba la
autenticidad de las noticias que, lanzaban e interpretaban, al albur
de lo que interesaba en cada momento, donde un cambio de gobierno
podría llevarse a un lado de la derecha o de la izquierda, según
conviniese.
Por
eso cuando su secretaria le dio los recados alargó la respuesta
alegando, que le estaba costando ponerse al día después de las
vacaciones.
-o-
Lo
que tanto temía no tardo en ocurrir, estaba camino de su despacho
cuando sonó el móvil y viendo que era Philipe, puso el manos libres
y contestó; hola Philipe, ahora no puedo hablar, estoy conduciendo,
voy camino de mi despacho, si quieres en media hora estoy allí. -
Bien Francis, entonces nos vemos.
La
cabeza de Francis empezó a funcionar después de haber estado
inactiva casi quince días y conociendo en parte el problema, sus
neuronas se pusieron a cavilar atropelladamente, para poder lograr al
menos una respuesta coherente, para después, conocidos todos los
puntos a estudiar, tener una salida nada fácil.
Philipe
era amigo de su padre desde su época de estudiantes y también
socios en algunas empresas que habían llevado juntos; sabía que
era inteligente y sagaz, pero también muy cabezota, por lo qué
cuando eran socios le planteó grandes problemas; por
suerte antes de la muerte de su padre, pudo vender su participación en las
acciones a su amigo y se deshizo de los problemas con inteligencia
alegando su enfermedad, no queriendo dejar a su hijo esas
responsabilidades.
Francis
Rok no heredó de su padre solo el nombre y apellidos, le dejó la
gran casa, fincas y por supuesto una gran suma de dinero y un barco
velero que era su pasión, como lo había sido también la de su
padre; siempre que grandes problemas le acuciaban, buscaba la
soledad de su velero y ponía rumbo a la salida de la bahía, para
encontrarse navegando a favor del viento donde solo podía escuchar
el rumor de las olas, el viento silbar entre las velas, o a veces, el
vuelo de las grullas cuando cruzaban en bandadas el cielo buscando
su camino.
Cuando
por fin aparcó su coche en el párking del edificio, subió en el
ascensor hasta la planta décima donde tenía su despacho; siempre
daba unos golpecitos en la puerta por cortesía hacia su secretaria
que por descontado ya conocía; ella se levantó con suavidad de la
silla en el momento en que su jefe entraba en el despacho y con
una amplia sonrisa le tendió la mano, que él estrechó con fuerza
también, con su mejor sonrisa.
Hacía
quince días que Rok marchó de vacaciones con su familia, no sin
antes dejar a su secretaria los retos que quedaban para esos días,
sabiendo que Marga sabría llevarlos a cabo con responsabilidad y
acierto como ya había demostrado en otras ocasiones; es más,
alguna vez salvó algún descalabro ocasional, que había que
solucionar urgentemente.
Estaban
repasando todas las notas y papeles de estos días, cuando unos
golpecitos en la puerta, hicieron que levantaran la cabeza.
Sabiendo
Rok quién era la visita se levantó rápidamente de la silla y en
una larga zancada, se aproximó a la persona qué, naturalmente, no
era otra que Philipe; se estrecharon en un afectuoso abrazo, por la amistad que les unía.
Francis
Rok era un hombre alto, de uno ochenta centímetros de estatura,
moreno, no era delgado, pero por su formación física de entreno con
la vela y otros deportes en su juventud y su barba arreglada a la
perfección, resultaba un hombre muy atractivo; su porte no era
altivo, pero su seriedad correcta cuando las circunstancias lo
requerían, que imponía, sin llegar a una excesiva frialdad.
Su
amigo Philipe sin embargo, un hombre de unos setenta años, bajo de
estatura, con entradas profundas y metido en carnes, pero de franca
sonrisa y unos ojillos vivarachos que demostraban claramente por
qué la vida le había dado tantas alegrías y fortuna en los
negocios.
Francis
y Philipe estrecharon de nuevo sus manos y después de interesarse
por sus respectivas familias y sus días vacacionales, pasaron al
asunto que les interesaba.
Rok
simpatizaba con el amigo de su padre no solo por la amistad entre
ellos, sino porque también en muchas ocasiones le había consultado
sobre problemas en sus negocios y la gran experiencia de Philipe, le
había salvado en el momento propício.
Cuando
recurrió a él para que le pusiera al tanto de las confusas redes
en las finanzas internacionales que Rok tanto temía, le aconsejó
qué, con autoridad y control, estudiando bien las jugadas y
procurando no meterse en tramas de dudosa legalidad de las que
después sería difícil salir, usara siempre la inteligencia; pero
no temas, a ti te sobra y sabrás donde no debes meterte.
La
cara de seriedad y la expresión del rostro de Philipe hizo
comprender a Rok, lo que se avecinaba; primero carraspeó como si le
costara decir las palabras y luego comenzó a hablar en un tono
serio, midiendo la entonación de la frase, sabiendo que, lo que le
iba a proponer a Francis no le gustaría.
Necesito
tu colaboración, me han pedido que hable contigo; están creando una
Comisión de Investigación y quieren que tú la presidas, estoy
asumiendo un riesgo muy importante al contarte esto, pero me veo
obligado por una etapa, de la que no me siento orgulloso a hablarte
de ello.
Philipe
se dirigió a Marga y le pidió que les trajera de la cafetería
unos cafés y unas pastas; sin prisa querida, mientras charlamos.
Cuando
Marga salió por la puerta, Philipe, mirando en todas direcciones
dijo: - ¿tu despacho será seguro?; Rok se extrañó, - ¿como?, -
bueno, dijo Philipe, ya sabes, ¿no habrá micrófonos?; - Rok, no
contestó, pero su semblante demostró que no le gustaba por donde
iba el asunto.
Al
ver la reacción de su amigo que por otra parte ya esperaba, le
dijo: mira Francis, tu ya sabes por donde van las cosas, hay mucho
movimiento por aquí y por allá, en los partidos, en el gobierno y
sobre todo, en la posición del poder, del verdadero poder; no me
refiero al político, me refiero al empresarial, las grandes
empresas: las eléctricas, gas, banca, comunicación, todas las del
Ibex y otras que no lo son.
Me
preocupa y mucho, el poder político que tiene toda esta gente y
muchas personas piensan como yo; por eso necesitamos a alguien
independiente, tenaz e incorruptible, que frene este desbarajuste, tú
eres el mejor candidato, la Comisión fue unánime.
El
Senado con su mayoría y su rodillo echará a bajo cualquier
propuesta, ley, o presupuestos que se presenten: educación, sanidad,
pensiones, la idea que tienen de la economía, es la misma de todos
estos años y así, no vamos a ninguna parte, muy bien para unos y
cada vez peor para otros, hay que hacer algo, te lo pido por la
amistad que nos une.
Eres
un fiel retrato de tu padre, él me demostró esa empatía por los
más débiles, por él te pido que el legado de tantas vidas
pasadas luchando durante generaciones en este país, derechos que
recibimos y por los que tu padre y en muchas ocasiones yo, luchamos y
recuperamos de unos años sin democracia, se pierden por momentos, ya
se han perdido; generaciones de jóvenes que estos años tenían sus
carreras, sus estudios terminados y sobre todo y principalmente, su
mente abierta a la realidad, sin fingimiento, ahora tienen otra vez
las puertas cerradas, como quieren nuevamente cerrar su mente: a la
libertad, a la creatividad; en definitiva a la razón para vivir
importantísima en la relación humana.
Este
país tiene derecho a la verdad por más que nos duela, tiene
derecho a conocerla, a conocer su historia, sin rencores, pero con la
veracidad de lo que pasó; ni etiquetas indiscriminadas de fanáticos,
ni cargos vengativos esgrimidos por descontentos, ni clérigos con
sotanas hasta los pies que se suben con demasiada facilidad y
sermones alimentando otra vez el odio. -
No
se Philipe ya sabes que yo siempre me he mantenido al margen de la
política, como decía mi padre, mi poder es mio, disfrutar de lo
mio, mi familia, mis empresas, mi velero, no tengo que dar gracias a
nadie por ese poder, no temo represalias, me acuesto con mis sueños
y me despierto con una sonrisa. -
Tu
padre también decía: nadie puede eludir su obligación, si puede
cumplirla. -
Unos
golpecitos en la puerta pusieron fin a la conversación; era Marga
con los cafés y las pastas.
-o-
Mientras
daban buena cuenta de la dulce merienda, Philipe se interesó por la
familia de Francis: su mujer Elena y sus hijos Claudia y Oscar. -
Elena
no trabajaba en ninguna empresa ni siquiera en las de su marido, no
le parecía correcto y no necesitaba un sueldo para el mantenimiento
de la casa; sin embargo, no estaba ociosa, repartía su tiempo, entre
la fundación Rok, (ayuda al tercer mundo), con aportación de las
empresas familiares y la suya propia, dedicada a que la sanidad
llegara a la mayor parte de niños con problemas sanitarios y
alimenticios, debido a la hambruna, en países africanos y asiáticos
principalmente y su dedicación a su jardín y a su familia. Mujer de
recursos propios por fortuna familiar, amaba a su marido, pero no le
gustaba depender de él, si no era estrictamente necesario.
De
melena rubia, alta, espigada y con un don natural en sus movimientos,
hacía buena pareja con Francis.
Claudia
Rok, la hija mayor de diecinueve años, estudiaba en la Universidad
Pública y se apuntaba a todos los máster que le interesaban, sobre
todo, los relacionados con la ciencia y la biodiversidad; decía que
el mundo estaba superexplotado y que un día se haría añicos.
Oscar
Rok no daba tanto pábulo a los estudios, se dedicaba a la
contemplación del firmamento para lo que se había comprado el
mejor telescopio de la tienda y lo había colocado en la terraza de
la casa, junto con sus pianos; era su vivienda y casi su vida,
aquella terraza acristalada que parecía formar parte del cielo y
donde, de noche la luna y de día el sol, iluminaban su ámbito; así, que si alguien buscaba a Oscar y no contestaba al móvil, sabían lo encontrarían en ese rincón de la casa.
Philipe
se despidió de Francis; bueno tengo que marcharme, ya sabes el
asunto, llámame.
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